CHRIS
El camino a casa desde el aeropuerto es extremadamente incómodo. Es la primera vez que mis hermanos y yo estamos solos con Erica sin nuestros padres cerca. Mis hermanos intentan aliviar la tensión en el coche gastando bromas y comportándose como siempre, pero yo no consigo entrar en acción.
Cuando la vi en el aeropuerto, me dejó sin aliento. Mis hermanos y yo habíamos acordado fingir que nos habíamos olvidado de recogerla. Aposté a que eso la haría llorar y tenía razón. Pero cuando vi las lágrimas brillar en sus ojos color avellana ya no pensé que los veinte dólares valieran la apuesta.
Llevaba el pelo rubio recogido en un moño desordenado con algunos mechones sueltos que enmarcaban maravillosamente su cara en forma de corazón. Se había convertido en toda una mujer desde la última vez que la vimos, hacía casi dos años. Se ha rellenado en todos los lugares adecuados y su hermosa figura de reloj de arena hizo que mi polla se retorciera en mis pantalones. Es perfecta. Todo lo que esperaba que fuera mi compañera.
Si soy honesto. Siempre me había enamorado un poco de Erica pero, como un idiota, mis hermanos y yo nos habíamos pasado todos los veranos atormentándola infantilmente. Ahora que veo a la mujer adulta que tengo delante, desearía que hubiéramos sido un poco más amables con ella.
Miro por encima del hombro a Bryce y a ella en el asiento trasero.
Bryce le pone la mano en la rodilla y me dan ganas de arrancarle la mano del cuerpo y golpearle con ella. Diosa. ¿Qué me está pasando? ¿De verdad estoy dispuesta a pelearme con mis hermanos por una chica?
No por una chica. Por una mujer.
Ace se detiene en la casa de la manada y estaciona el auto. —
¿Piedra, papel o tijera para ver quién tiene que llevar sus cosas?—
Dice arrogantemente.
—No te molestes—, dice Erica. Es lo primero que dice desde que salimos del aeropuerto. —Puedo llevar mis cosas.
Siento cómo se me calienta la cara de vergüenza al recordar la última vez que vino de visita. Habíamos cargado su equipaje y sacado todos sus sujetadores y bragas. De hecho, no era la primera vez que le gastábamos esa broma. No era de extrañar que no quisiera que la ayudáramos.
—Yo llevaré sus cosas—, digo bruscamente. Ace me mira sorprendido, pero Bryce parece perfectamente de acuerdo con mi decisión.Al sacar su equipaje del maletero, me doy cuenta de lo ligero que es. Ace debía de estar bromeando cuando le preguntó cuánto tiempo pensaba quedarse. A juzgar por el equipaje, no parece que vaya a quedarse mucho tiempo. Subo fácilmente su equipaje por las escaleras del almacén y espero a que me siga. Esta vez le han dado otra habitación porque sus padres no se van a quedar con nosotros. Mamá insistió en que su habitación estuviera lo más lejos posible de la nuestra.
Erica sube las escaleras sombríamente y suelta un profundo suspiro cuando me ve esperándola al final de las escaleras.
—Te vas a quedar en la habitación de invitados—, le explico mientras ambas cruzamos la puerta. —Son órdenes de mi madre.
—Vale—, es lo único que responde. Me doy cuenta de que está deprimida y lo único que quiero es animarla.
Le enseño su habitación, que está en el lado opuesto de la manada. Es mucho más pequeña que la habitación en la que suele quedarse, pero al menos tiene su propio cuarto de baño. Erica entra en la habitación, deja el bolso en la cama y mira a su alrededor. Su rostro sólo refleja tristeza.
—Bueno—, le digo mientras tiro su equipaje al suelo. —Ya sabes a qué hora es la cena.
—Claro—, dice mientras se tumba en la cama y se queda mirando el techo.
Una parte de mí quiere ir a verla y hacer que se sienta mejor, pero sé cuánto nos odia. Así que salgo por la puerta y la cierro suavemente. Me quedo un momento delante de la puerta de su habitación y escucho. Oigo sus sollozos apagados a través de la puerta.
Vuelvo a nuestro lado de la manada y veo a mi madre con cara de preocupación.
— ¿Has conseguido que se instale en la habitación de invitados?
—Me pregunta.
—Puse su mierda allí, si eso es lo que estás preguntando—, le respondo a mi madre.
—Cuida tu lenguaje, jovencito. Puede que tengas casi dieciocho años, pero eso no significa que puedas insultar a tu madre—. Me señala con el dedo a la cara mientras me habla.
—Sí, madre—. Gimo antes de empezar a alejarme.
—Espera—, grita tras de mí. —Tengo que hablar contigo y con tus hermanos.
— ¿De qué?—, dice Ace en el momento justo mientras camina
detrás de mí.
No tengo que mirar atrás para saber que mis dos hermanos están detrás de mí. Todos nos ponemos de pie y esperamos a oír lo que nuestra madre tiene que decir.
—Quiero que los tres se mantengan alejados de esa chica—, su voz es agria. —No necesitamos que nuestra manada se asocie con el drama que está ocurriendo en la Manada Oeste más de lo que ya estamos. No te dejes engañar por una cara bonita.
Mi madre mira fijamente a Bryce mientras habla sabiendo que él es el playboy entre nosotros tres.
— ¿Qué pasó exactamente en la Manada Oeste?—, pregunta Ace con curiosidad.
—Eso es un asunto entre Alfas—, dice mi madre brevemente.
— ¿Pero acaso no somos Alfas?—, dice Bryce con suficiencia.
—Ya sabes lo que quiero decir—, nos suelta.
—Lo digo en serio. Manténgase alejados de esa chica.
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Maldecida con los trillizos alfa
Werewolf-Yo fui el primero en besarla-, alardea Bryce. -Yo la llamo virginidad -, grita Ace en voz alta. -Ella me amara primero-, responde Chris enfadado. Erica pone los ojos en blanco y pisa fuerte. - ¡Los odio! Los odio a todos. Erica se encuentra sin hog...