CAP 32 El lobo de Ace

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Punto de vista de Erica

Unas luces de hadas titilantes guían el camino hasta la pequeña cabaña en el bosque e inmediatamente me invade la culpa.
Debería haber sabido que no era un truco.
—Ace—, le digo cuando va a abrir la puerta del coche y se vuelve para mirarme con cara de fastidio. —Siento haber dudado de ti—.
Refunfuñando algo que parece ser —no pasa nada—, Ace abre bruscamente su puerta y sale del coche.
Antes de que sea capaz de rodear el coche y abrir mi puerta, salgo del vehículo y un pequeño gruñido escapa de su pecho.
Estás arruinando la noche—, me gruñe Envy.
No lo intento—, le respondo siseando.
Ace sacude la cabeza, frustrado, y me tiende la mano. Deslizo la mano por la suya y me detengo un momento para sentir un cosquilleo que me recorre todo el cuerpo y me tranquiliza. Miro a Ace, sus hombros parecen menos tensos y estoy segura de que el vínculo de pareja está teniendo el mismo efecto en él.

Me guía por el pequeño sendero iluminado con luces de colores, Ace abre la puerta de la cabaña y me quedo sin aliento. Hay velas titilantes y pétalos de rosa esparcidos por toda la cabaña. En el centro de la habitación principal hay una pequeña mesa en la que se ha colocado cuidadosamente la comida. La cabaña está preciosa y la cena huele deliciosamente.
Suelto la mano de Ace, entro despacio en la cabaña y toco suavemente las rosas que hay en el centro de la mesa. Me doy la vuelta y miro a Ace, que me observa atentamente.
—¿Sigues pensando que esto es una broma?—. Su voz es un poco más áspera que de costumbre y sé que sus sentimientos aún están heridos.
—Lo siento mucho—, susurro. —Esto es encantador. Por favor, perdóname. No quiero pelearme en nuestra primera cita-.
Ace da varios pasos hacia delante y me rodea la cintura con los brazos. Me acerca a él y me da un pequeño beso en los labios. -
Siento haber dicho que nos odias—. Me dice mientras me da pequeños besos por toda la cara.
Una risita sale de mi pecho mientras sigue besándome. No se ha molestado en afeitarse y su barba me hace cosquillas en la cara.
Intento apartarme de sus besos, pero Ace me estrecha más contra su pecho y se niega a soltarme. —Ace—, suelto un chillido, y por fin me suelta.

—¿Estás lista para cenar? me pregunta mientras señala los filetes, las patatas y la ensalada que hay en la mesa.
Como un caballero, me acerca la silla y me empuja suavemente hacia la mesa. Se sienta frente a mí y me hace un gesto para que empiece a comer. Doy un bocado al filete y está tan delicioso que enseguida le doy otro. Ace me mira desde el otro lado de la mesa con las manos cruzadas bajo la barbilla.
—¿Qué?— pregunto después de tragarme el segundo bocado de filete.
—Es que da gusto ver a una chica con apetito—, se rie y yo no puedo evitar acordarme de cómo se burlaban de mi tamaño y dejo el tenedor en el plato. —¿He dicho algo malo?— me pregunta con cara de preocupación.
Como no quiero hablar del pasado, niego con la cabeza y empiezo a comerme la ensalada.
—¿Qué terrible recuerdo te ha venido a la cabeza? me pregunta con semblante serio.
—No es nada—, le digo en voz baja. —No quiero volver a sacar a relucir el pasado—.
—No puedes dejarlo de lado—, me dice Ace con dulzura. —Hay que airear el pasado—.

—Es que decís que os gustan las chicas con apetito, pero todos os burlabais de mis curvas—, rebusco entre la lechuga de mi ensalada, saco un tomate cherry y me lo meto en la boca.
—Permíteme que te aclare algo—, dice Ace con una sonrisa de satisfacción en la cara. —Nunca nos hemos burlado de tus curvas.
Simplemente las apreciábamos. No sabes cuántas veces fuiste el centro de una de mis fantasías en la ducha—.
Casi me atraganto con el tomate que tengo en la boca cuando menciona sus fantasías en la ducha. —¿Fantasías de ducha?—.
Toso antes de beber un poco del vino que tengo delante.
—Claro—, dice Ace y su cara se pone un poco roja. —¿No... ya sabes... mientras estás en la ducha?—.
—Creo que esta conversación infringe una de mis normas—, digo sin atreverme a levantar la vista de la mesa.
—Oh, no. No te vas a librar tan fácilmente—, dice Ace con una sonrisa de satisfacción en la cara.
Mi cara se pone roja y veo a Ace mirándome intensamente. —Así que... Alargo la palabra, intentando decidir cómo cambiar de conversación. —¿De dónde ha salido esta cabaña?—.
Ace sonríe mientras se mete un trozo de filete en la boca. —Papá solia llevarnos de acampada a estos bosques, pero a mamá no le gustaba acampar, así que mandó construir esta cabaña para que pudiera seguir estando con nosotros—.
Me encojo un poco al pensar que esta cabaña pertenece a Luna Alice. Le daría un ataque si supiera que Ace me trajo aquí. —Ha sido muy amable por parte de tu padre—, digo, intentando ocultar mis verdaderas emociones.
—Siento que nuestra madre te trate tan mal—, Ace baja un poco la cabeza avergonzado.
Levanto la copa de vino y le pido con el dedo que espere a que termine. —No tienes que disculparte por las acciones de tus padres. Sé mejor que nadie que lo que hacen tus padres no define quién eres—.
—Me alegro de que lo veas así—, dice Ace con dulzura. —Te prometo que llegaremos al fondo de lo que les pasó a tus padres
—Entonces, ¿cómo se llama tu lobo?— pregunto, necesitando cambiar de tema.
—Azul—, responde Ace con orgullo. —¿Y el tuyo?—
—Envy—, digo con una sonrisa en la cara.
—¿Es morena como la loba de tu madre?—. pregunta Ace y noto que me pongo nerviosa. No sé si estoy preparada para que los hermanos sepan que tengo un lobo blanco. Aún no he descubierto mis poderes. Ni siquiera sé lo que son.
—No, no lo es—, es todo lo que digo como respuesta.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora