Cap 52 El club de las conejitas

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POV de Erica
Ashley y yo paramos en la puerta de un bar de mala muerte. Está a pocas manzanas del apartamento que espero conseguir. Si consigo el trabajo, no tendré problemas para ir y volver andando.
Incluso en mitad de la noche me sentiría cómodo yendo y viniendo del trabajo. Mi padre se aseguró de que aprendiera a luchar. Sé cuidar de mí mismo.
Ashley aparca el coche y chasquea la lengua en el paladar. —No voy a entrar ahi—, dice. Tiene la nariz arrugada por el disgusto.
—No tienes por qué—, le digo intentando parecer valiente. -
Puedes seguir adelante y volver a la casa de la manada. Si tengo problemas te llamaré—.
—Toda tu mierda está en mi coche—, me recuerda Ashley y me muerdo el labio.
—Vale. Espérame aquí—, le digo mientras salgo del lado del copiloto. —Y cierra las puertas—.
En cuanto cierro la puerta oigo el clic de las cerraduras. Miro por la ventanilla y Ashley levanta los dedos. —Diez minutos—, grita. —Te doy diez minutos—.
—Sí, señora—, le digo.
Me doy la vuelta, respiro hondo y me dirijo hacia el bar. La puerta principal está abierta, pero el interior está vacío. Mientras mis ojos se adaptan a la escasa luz del bar, observo el lugar en el que aparentemente estoy desesperado por trabajar. Hay un escenario desgastado en el centro del bar y mesas dispuestas a su alrededor. Un escalofrío de asco me recorre la espalda cuando pienso en ser stripper.
No te atrevas—, gruñe Envy en voz baja en mi mente. Nuestro cuerpo es para nuestros amigos y solo para ellos—.
Nuestros amigos no nos quieren—, le siseo mientras me abro paso entre las mesas hacia la barra.
—Está cerrado—, grita un hombre detrás de la barra.
—¿Busco a Romeo?— Intento sonar segura. —Me ha enviado
aquí... umm...—
—Enzo—, el hombre de detrás de la barra termina la frase por mí.
—Es el dueño del edificio de apartamentos—.
—Claro—, digo, un poco avergonzado por no haber preguntado yo mismo el nombre de Enzo.

—Dijo que iba a mandar a una chica—, me mira el hombre de detrás de la barra. —No creía que fueras a aparecer.
—Estoy aquí, ¿no?—, suspiro. No estoy segura de si debería haber venido, pero parece la única opción que me queda.
—¿Eres bailarina?— pregunta el hombre.
—No—, digo un poco demasiado rápido y demasiado alto.
—¿Has sido camarera antes? ¿Has sido camarera?— Me muerdo el labio inferior y niego con la cabeza. —No te estás defendiendo
muy bien—.
—Aprendo rápido. Te lo prometo—. Le digo al hombre de detrás de la barra.
El hombre sale de la barra y enciende la luz principal. Me protejo los ojos de la luz cegadora. —Soy Romeo—. Me dice.
Camina a mi alrededor en círculo. Me mira de arriba abajo mientras me rodea. —Me llamo Erica—, escupo.
—Bueno, Erica—, dice Romeo con una sonrisa en la cara. —Tienes una cosa a tu favor. Tienes curvas para días—. Me pone dos dedos bajo la barbilla y me levanta la cara. —Y tampoco estás nada mal.
—¿Gracias?— Le respondo.

Romeo se inclina y me huele. —¿De qué huyes?— Me pregunta.
—¿Eres una...?— No me atrevo a terminar la frase.
¿—Pícara—? Romeo termina por mí con una risita. —No, cariño. No soy un granuja. Pertenezco a la Manada del Norte. Sólo vivo aquí
Mierda. Corrí directo a los brazos de otro hombre lobo. —Esto fue un error. Debería irme—.
—Mira chico-, dice Romeo con una sonrisa en la cara. —No me importa de lo que estés huyendo. Tus asuntos son tus asuntos.
Sólo tenía curiosidad, eso es todo—.
—¿No le dirás a nadie que estoy aqui?—. Digo con los ojos pegados al suelo.
—Princesa, por lo que a mí respecta te llamas Jasmine y acabas de presentarte para ser mi nueva camarera. Estás contratada—.
Romeo tiene cara de preocupación.
—¿Jasmine?— pregunto.
—Aquí nadie se llama por su verdadero nombre—, me dice Romeo.
—Ya he olvidado que te llamas Erin—.
—Erica—, le corrijo y Romeo se mete los dedos en las, orejas y finge no oírme.

—Puedes empezar esta noche, pero tienes que encontrar algo más sexy que ponerte que...—. Romeo señala mi vestido de verano. -...esto.—
—¿Sexy?— pregunto.
—Sí, cariño. Esto es un club de striptease. Tienes que parecerlo aunque no estés en el menú—, se ríe Romeo.
—Vale—, suspiro. —Creo que se me ocurrirá algo más sexy que esto—.
—Ven a las nueve—, dice Romeo mientras apaga las luces y vuelve detrás de su barra poco iluminada.
Me doy la vuelta y salgo corriendo del bar. Tropiezo con varias sillas al salir. Miro por encima del hombro y veo a Romeo negando con la cabeza y riéndose para sus adentros.
Salgo corriendo del bar y suelto un suspiro de alivio cuando veo que Ashley sigue esperándome en el aparcamiento. Tiene la música a todo volumen y canta a pleno pulmón.
Al golpear la ventanilla, Ashley suelta un grito de miedo. Baja la ventanilla y me mira al mismo tiempo.
—Me has dado un susto de muerte—, dice mientras abre la puerta del coche.

Me subo al asiento del copiloto y esbozo una sonrisa falsa. -
Consegui el trabajo—.
—Estuviste ahí veinte minutos—, me ignora Ashley. —No pensé que fueras a volver a salir—.
—Da igual—, digo malhumorado. —Llévame de vuelta al edificio de apartamentos. Enzo me debe un apartamento.
—¿Quién?— Ashley dice mientras pone el coche en marcha.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora