CAP 20 Reglas

10.3K 612 4
                                    

ERICA

Chris me recorre el brazo con los dedos y prácticamente me derrito al sentir el cosquilleo que me recorre el cuerpo. Mi cuerpo anhela su tacto y nada me apetece más que dejarme llevar por esa sensación.
Acariciandome la mejilla con sus enormes manos, Chris se inclina hasta que su cara queda a escasos centímetros de la mía. —Dime, Zorrita—, siento su aliento caliente en mis labios. — ¿Te han besado alguna vez?
Mi mente está confusa por su proximidad y murmuro sin pensar en voz baja. —Bryce me besó en mi cumpleaños.
De repente, Chris ya no está cerca de mí y noto que recupero el sentido. Abro los ojos lentamente y veo a Chris caminando de un lado a otro enfadado. — ¿Que ha hecho qué?— La voz de Chris retumba con fuerza por toda la habitación.
—Me besó después de que todos se fueran de mi habitación anoche—, digo mansamente, no queriendo empezar problemas entre los hermanos.

—Estabas fuera de los límites—, grita Chris aún más fuerte.
La cara de Chris está llena de rabia y no puedo evitar apartarme de él. Se pasea por el piso, cada pisada golpea el suelo con más fuerza que la anterior. Quiero preguntarle qué quiere decir con "fuera de los límites", pero tengo demasiado miedo para hablar ahora. Retrocedo varios pasos y mis piernas golpean la cama
detrás de mí.
La puerta de la habitación de Chris se abre de golpe y Ace y Bryce entran furiosos en la habitación. En cuanto Chris ve a Bryce, lo agarra por el cuello y lo estampa contra la pared. —Ella estaba fuera de los límites—, gruñe Chris mientras le gruñe a Bryce.
Ace se apresura hacia mí y me rodea con sus brazos, tratando de protegerme de la pelea que está a punto de tener lugar. — ¿De qué coño estás hablando, Chris? —le suelta Ace.
Chris se vuelve para mirar a Ace, pero no quita la mano del cuello de Bryce. —La ha besado.
—Qué coño, Bryce—, dice Ace enfadado.
Bryce araña la mano de Chris que aún le rodea el cuello. —Fue antes de saber que era nuestra compañera—, logra exhalar. —Sólo
estaba coqueteando.
—De alguna manera, eso lo hace aún peor—, gime Ace.

—Fue su primer beso—, Chris gruñe aún más fuerte.
—Ah, joder—, dice Ace soltándome. Se acerca a Chris y le pone la mano en el hombro. —Tienes que dejarlo ir—, intenta razonar Ace
con Chris.
—Sí—, Bryce jadea y esboza una sonrisa dolorosa. —Tienes que dejarme ir.
Incluso ahora, con su vida en juego, Bryce tiene tiempo para ser juguetón y divertido. No puedo evitar sonreír ante su infantilismo.
Ahora que me tomo el tiempo de pensarlo, es algo lindo.
Chris suelta el cuello de Bryce y éste cae al suelo con un gruñido.
—Yo fui el primero en besarla—, alardea Bryce.
—Yo la llamo virginidad—, grita Ace en voz alta.
—Ella me amará primero—, responde Chris enfadado.
Pongo los ojos en blanco y pisoteo con rabia. — ¡Los odio! ¡Los odio a todos! No soy un juguete con el que se pueda jugar. No pueden reclamar mi virginidad o mi amor.
Ace le da un billete de veinte dólares en la mano a Bryce y yo los fulmino con la mirada. —Ace no creía que fueras virgen.
Me enredo un mechón de pelo en el dedo y casi me lo arranco.
—Primera regla. Se acabaron las apuestas sobre mí.
—Oh, reglas. Eso suena pervertido—, rie Bryce mientras se sienta en la cama de Chris y se pone cómodo.
—Regla dos—, digo con la cabeza en su dirección. —No más...charla sexy o insinuaciones.
Bryce se pone las manos sobre el corazón y finge estar herido.
—Regla tres: no volveré a limpiar ninguna de tus habitaciones. Y regla cuatro, Bryce tiene que disculparse por robarme mi primer beso—. Coloco las manos en las caderas y doy golpecitos impacientes con el pie mientras los hermanos tienen una de sus famosas reuniones en la cama de Chris.
Los tres hermanos giran la cabeza en mi dirección y luego vuelven a su conversación privada. Bryce se separa de los tres y se pone de rodillas delante de mí.
—Lo siento—, dice Bryce mientras junta las manos delante del cuerpo. —No pretendía robarte tu primer beso.
—Supongo que es lo mejor que me va a pasar—, gimo mientras retrocedo varios pasos, justo fuera del alcance de los brazos ahora
extendidos de Bryce.
Ace se aclara la garganta, desviando mi atención de Bryce. Bryce se arrastra hacia delante sobre manos y rodillas, rodeandome la
cintura con los brazos y abrazándome con fuerza. Intento zafarme del agarre de Bryce, pero no se mueve. Suelto un suspiro de frustración. Chris agarra a Bryce por la nuca y me lo quita de encima.
—Gracias—, le digo a Chris. —Regla cinco. No me toques.
Carraspeando de nuevo, Ace vuelve sus ojos azules en mi dirección. —Sobre la regla dos... si no hablamos de ello, ¿cómo decidimos quién puede hacer qué contigo?
Echo la cabeza hacia atrás y me río a carcajadas. — ¿No acabas de oír la regla cinco? Ninguno de ustedes me tocará.
—Con el tiempo—, dice Chris. —Al final querrás hacer cosas con nosotros.
—Si y cuando llegue ese momento yo tomaré la decisión—, cruzo los brazos sobre el pecho.
—Eso no es justo—, grita Bryce desde el suelo.
—Sí es justo. Si no quieres seguir las normas, me iré ahora mismo y podremos dejar atrás esta situación tan complicada—, miro
fijamente a Bryce.
— ¿A quién le toca llevarte a tu primera cita? —pregunta Ace con curiosidad.

—Eso...— Digo en voz baja. —Pueden resolverlo entre ustedes.
Los chicos se acurrucan unos instantes y cuchichean entre ellos.
De repente, empiezan a forcejear entre ellos.
— ¡Paren!— Grito en voz alta. — ¿Qué están haciendo?
Los tres chicos me miran al mismo tiempo. —Peleas de diez segundos—, dicen todos a la vez.
— ¿Acaso quiero saberlo?— Les gruño a todos.
—Nos peleamos durante diez segundos...— Ace comienza.
—Y el que gane...— Bryce continúa.
—Consigue llevarte a una cita —. Chris termina.
Pongo los ojos en blanco, salgo de la habitación y cierro la puerta tras de mí. El sonido de la lucha y de los golpes contra los muebles resuena en el pasillo. No puedo evitar preguntarme quién ganará y una sonrisa se dibuja en mis labios. Miro la maleta que está en medio del pasillo y me doy cuenta de que la chica que odiaba a los trillizos ya no esta. Suelto un profundo suspiro, la esquivo y me dirijo a la habitación de Ashley.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora