POV de Bryce
Erica está sentada en el último escalón frotándose suavemente la mejilla. Tiene la cara roja y nerviosa. Puedo ver el contorno de los nudillos formándose en su piel.
—¿Estás bien? le pregunto, sin saber exactamente qué le ha pasado en la cara.
Erica me mira y sonríe débilmente. —Ahora sí—, responde.
Me acerco a ella y le inclino la barbilla para poder verle la mejilla.
—¿Qué te ha pasado en la cara?
Erica se ríe. —Amber descargó parte de su frustración conmigo—.
—¿Estás diciendo que te ha pegado un puñetazo?— gruño enfadado.
—Lo hizo, responde Erica como si no hubiera nada malo en lo que acaba de decir.
Me dispongo a pasar junto a ella y perseguir a Amber, pero Erica me agarra del tobillo y me detiene en seco.
—Déjalo estar—, me dice. —Probablemente me lo merecía. Yo la abofeteé primero-.
—Sí, porque te llamó pícara —, salgo en su defensa.
—Soy una pícara —, se ríe ante la ironía de todo.
—Aun así nunca debería haberte dicho eso—. Le digo con la mirada seria.
—Está en el pasado—, me dice. —Sólo quiero seguir adelante y olvidar que ella alguna vez existió. De todas formas, ¿de qué hablabais tú y ella?—.
Me siento a su lado en el escalón y le sonrío. —La eché a la calle.
—¿Por qué? Se mira las manos y se rasca las uñas.
Le quito el pelo del hombro para mostrarle el lugar donde está marcada, aprieto los labios contra su cuello y una descarga eléctrica recorre mi cuerpo.
—Me he dado cuenta de lo que me estaba perdiendo—, le digo mientras sigo besándola a lo largo del cuello.
En ese momento sé que está acabada. La levanto y la siento sobre mí, a horcajadas sobre mi regazo. Siento que me pongo cada vez más duro debajo de ella y empieza a mover el culo en mi regazo.
Me doy cuenta de que echa de menos la forma experta en que mis manos y mi lengua recorren su piel. Un gemido lascivo se escapa de sus labios.
—Por el amor de Dios—, la voz de Ashley viene del piso de arriba.
—¿Podéis iros a una habitación?—.
Erica se asoma por mi hombro y me doy la vuelta para ver a Ashley de pie en lo alto de las escaleras con las manos en las caderas.
Erica se avergüenza al verla allí de pie. Me pregunto cuánto habrá visto.
—Me gustaría bajar las escaleras con los ojos asaltados por lo que sea esto—. Ashley agita la mano salvajemente.
Escondiendo la cara en mi hombro, Erica murmura una disculpa.
Pero Ashley levanta la nariz con disgusto mientras se desliza junto a nosotras.
—Quizá deberíamos movernos de aquí—, me susurra Erica al oído.
—Eso depende de si vas a volver a burlarte de mí—, digo bromeando.
—Supongo que habrá que convencerme de que no vuelva a molestarte—, replica ella.—Oh, eso se puede arreglar—, gruño mientras me levanto con ella en brazos.
Subo a Erica por las escaleras con sus piernas alrededor de mi cintura. Me oculta la cara en el hombro. Sé que es porque no quiere ver la cara que ponen todos los Omegas cuando pasamos.
—No me digas que ahora eres tímida—, le digo mientras abro de una patada la puerta de mi habitación.
En cuanto la llevo a mi habitación, vuelvo a la noche en que estuvimos juntos. Intento no pensar en lo que pasó a la mañana siguiente. Erica no volverá a dejarme, me aseguraré de ello. De hecho, estoy casi seguro de que ninguno de nosotros volverá a separarse del otro.
La tumbo suavemente en su cama y miro a Erica con cara de satisfacción. —Te he echado de menos—, le digo mientras mis manos se acercan a los botones de sus vaqueros.
De repente, Erica me impide seguir avanzando. Veo que su rostro se ilumina de preocupación y sé exactamente de qué se trata. Sé que la última mujer con la que estuve fue Amber y sus cuerpos no podrían ser más diferentes. Mientras que Amber es alta y delgada, Erica es un poco más bajita, con caderas redondas y pechos enormes. El tipo de cuerpo que cualquier hombre moriría por tocar.
Aun así, Erica me agarra los dedos y me impide quitarle los pantalones.—¿Qué pasa, Zorrita?—. le pregunto impaciente.
Se mete el labio inferior entre los dientes y se lo muerde mientras me mira fijamente. —No me parezco a ella—, dice en un susurro.
—No la quiero—, le digo, dejando que mis ojos se suavicen mientras la miro. —Te quiero a ti—.
Ella suelta mis manos de sus dedos e inmediatamente empiezo a abrir de nuevo los botones de sus vaqueros. Enredo los dedos en las trabillas de sus vaqueros, los muevo por sus deliciosas caderas y bajo por sus piernas. Le quito los vaqueros pierna por pierna y los tiro al suelo junto a la cama.
Levanto la mano y tiro del dobladillo de la camisa para intentar quitársela por la cabeza. Se sienta en la cama, agarra la parte inferior de la camiseta y se la levanta por la cabeza. Gimo de satisfacción cuando veo que no lleva nada más que uno de los sujetadores de encaje que llevaba cuando trabajaba en el Bunny Club.
Gruño de aprobación mientras la miro. —Me alegro de que Chris tuviera la previsión de guardar todos esos conjuntos que llevabas en ese club—.
Se retuerce bajo mi mirada. Cada centímetro de mi piel parece arder y sólo su tacto puede enfriar la quemadura. Pero me equivoqué. Me agarra por las caderas y me pone encima de ella.
Sus labios rozan los míos y eso no hace más que avivar las llamas que amenazan con envolver mi cuerpo.
Paso la lengua por su punto marcado antes de pellizcar suavemente la piel. Bajo mi cuerpo sobre el suyo y sus caderas se agitan contra las mías. Le susurro roncamente al oído: —Tengo todo el día para adorar tu cuerpo y eso es exactamente lo que pienso hacer—.
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Maldecida con los trillizos alfa
Werewolf-Yo fui el primero en besarla-, alardea Bryce. -Yo la llamo virginidad -, grita Ace en voz alta. -Ella me amara primero-, responde Chris enfadado. Erica pone los ojos en blanco y pisa fuerte. - ¡Los odio! Los odio a todos. Erica se encuentra sin hog...