Cap 54 Primera noche

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POV de Erica

Enzo insiste en acompañarme todo el camino hasta el Bunny Club.
Su boca corrió todo el tiempo que me acompañaba al trabajo.
Parecía que no se le acababan las cosas de las que hablar. No creía que una persona, aparte de Ashley, pudiera hablar tanto de nada.
Son las nueve menos diez cuando llegamos al bar. Enzo se para torpemente delante de la puerta como si no estuviera seguro de querer dejarme pasar.
—Bueno—, le digo, -gracias por acompañarme al trabajo-.
—Tenía que asegurarme de que llegabas sana y salva—, dice Enzo con cara de preocupación.
—Será mejor que entre—, digo mientras intento rodear a Enzo.
—He cambiado de opinión—, dice rápidamente. —No creo que debas trabajar aquí-.
Le miro como si hubiera perdido la cabeza. —¿Qué quieres decir?
Tú fuiste quien me consiguió el trabajo—.

—Eso fue antes de conocerte—, dice tímidamente. —Eres una chica demasiado simpática para trabajar en un sitio así-.
—Sólo será temporal—, le digo con una pequeña sonrisa en la cara. —Estaré bien hasta que encuentre algo mejor—.
Finalmente Enzo se aparta de mi camino y me deja pasar por la puerta principal del Bunny Club. Al entrar, el dulce olor del aceite de coco mezclado con el aroma de la excitación golpea mi nariz haciendo que se arrugue.
Romeo me recibe en la puerta y se ríe al ver mi cara. Se inclina hacia mí y me susurra al oído. —Sé que el olor es abrumador, pero con el tiempo te acostumbrarás. Los humanos apenas perciben el olor—.
Asiento con la cabeza mientras sigo a Romeo detrás de la barra.
Intento no mirar a las dos chicas que ya están bailando desnudas en el escenario. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. Mis ojos siguen sus movimientos. No se parece a nada que haya visto antes. Parecen gemelas. Ambas tienen el pelo negro oscuro y ojos castaños profundos. Mientras mueven sus cuerpos al ritmo de la música, sus ojos están vacíos de cualquier emoción. Parecen muertas por dentro.
—Esas dos son las gemelas, Lacey y Stacey—, Romeo interrumpe mis pensamientos. —Se niegan a bailar a menos que puedan bailar juntas. A los clientes no parece importarles. Veamos el conjunto que has elegido para esta noche—.

Vacilante, dejo que mi chaqueta se deslice por mis brazos, revelando el conjunto que me puse antes de salir de casa.
-Interesante—, dice Romeo mientras me rodea como si fuera mercancía. —Te servirá para esta noche, pero tendrás que ir a comprar ropa sexy de verdad—.
—Es que ando un poco corta de dinero—, admito y mi cara se sonroja de vergüenza.
—No te preocupes por eso—, dice Romeo con una sonrisa burlona en la cara. —Con las propinas que vas a ganar en una noche, vas a tener mucho dinero en poco tiempo. Venga. Vamos a ponerte detrás de la barra y a ver qué tal se te da la memoria—.
En cuanto me pongo detrás de la barra, me siento abrumado. Hay un millón de bebidas que recordar y los pedidos de los clientes llegan rápido. Romeo me presenta a la otra chica que está detrás de la barra.
—Lynne, esta es...— Romeo hace una pausa mientras espera a que diga mi nombre.
-Jasmine, miento pero Romeo y Lynne no parecen darse cuenta.
—Claro, esta es Jazzy—, Romeo se toma la libertad de acortar mi nombre falso. —Te seguirá las próximas noches. Enséñale cómo funciona y pórtate bien—.

Lynne sólo lleva un sujetador morado y unos pantalones de cuero.
Lleva el pelo rojo brillante recogido en un moño desordenado.
Lleva un pequeño delantal rojo atado a la cintura y varios lápices sobresalen de su desordenado pelo. Tiene una mirada severa y sé que no es una persona con la que se pueda cruzar.
Lynne me mira de arriba abajo como si me estuviera estudiando. -
Pareces una chica demasiado simpática para estar en un sitio como éste—, dice por fin cuando termina de mirarme.
—Es la segunda vez que oigo eso esta noche—, murmuro en voz baja.
Lynne suelta una carcajada. —Quédate conmigo y te enseñaré todo lo que necesitas saber—. Se inclina y me huele como Romeo.
—No hueles como un granuja—, dice en voz baja. —¿Cuánto tiempo llevas huyendo?—.
Miro a Lynne sorprendido. —Sólo unos días—, le digo la verdad.
Miro a todas las personas del bar. —¿Cuánta gente aquí es como nosotros?— pregunto con curiosidad.
—Alrededor del 50%—, se encoge de hombros.
Lynne me enseña la parte de atrás del bar. Me enseña todas las botellas de alcohol y me explica cuáles son. Intento anotar mentalmente qué es qué, pero muchas son del mismo color. Por suerte, detrás de la barra tiene una hoja con las bebidas más populares y cómo prepararlas.

—La mayoría de las veces los clientes ya están borrachos cuando entran aquí—, me dice. —Así que apenas se dan cuenta si te equivocas con sus bebidas—.
Asiento con la cabeza mientras intento asimilar todo lo que me dice. Antes de que tenga la oportunidad de hacer preguntas, los hombres empiezan a entrar en el bar a trompicones. Lynne empieza a tomar pedidos a diestro y siniestro y a ladrarme órdenes. Hago lo que puedo para seguirle el ritmo toda la noche.
Puedo sentir a los hombres sentados en la barra desnudándome con la mirada cada vez que paso. Durante la primera hora, más o menos, se me eriza la piel, pero al cabo de un rato me acostumbro.
Al final de la noche estoy muerta de miedo. Llevo despierto casi veinticuatro horas seguidas y empiezo a cansarme. El bar cierra a las dos de la madrugada y Lynne y Romeo echan a los borrachos del bar y cierran la puerta. Ayudo a Lynne y Romeo a barrer y limpiar las mesas antes de coger mi chaqueta de la barra y dirigirme hacia la puerta.
—Eh, espera—, me grita Lynne. —No lo has hecho nada mal para ser tu primera noche. Toma. Esto es para ti—. Lynn me tiende un
fajo de billetes.
—No puedo aceptarlo—, le digo mientras mi cara se sonroja de vergüenza. —No he hecho nada más que estorbarte—.
—¿Estás de broma?—, se burla Lynne. —Ese cuerpazo tuyo ha traído más hombres al bar. Te mereces parte del mérito. Pero mañana por la noche intenta mostrar un poco más de piel—.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora