CHRIS
— ¡Por favor! ¡Que alguien me saque de aquí! ¡Que alguien me ayude! Alguien, por favor—. Oigo una vocecita gritar desde el interior de la habitación de Bryce.
—Maldita sea—, gimo pensando que ha encerrado a otra loba en su habitación por hoy. Pero cuando intento abrir el pomo, la puerta se abre fácilmente.
Entro en su habitación y suelto un fuerte silbido. Tiene buen aspecto. Nunca la había visto tan limpia. Recuerdo que Rita dijo que a Erica se le asignaría la limpieza de cada una de nuestras habitaciones como primera tarea aquí en la casa de la manada.
Obligarla a empezar en la habitación de Bryce es como un bautismo de fuego, no creo que haya limpiado su habitación en los últimos diez años. Pero debo decir que Erica hizo un trabajo impecable.
Miro alrededor de la habitación y no veo ninguna loba en apuros.
Lo atribuyo a mi imaginación. Me giro para salir de la habitación cuando vuelvo a oír sollozos ahogados. Oigo arañazos en el armario de la esquina.Gimo con rabia. —Joder, Bryce—, digo mientras abro la cerradura del armario. —Esto es lo más bajo que has caído.
Justo cuando la cerradura se abre, la puerta derecha del armario salta por los aires y un revoltijo de pelo rubio sale disparado. La loba cae de bruces y en el aire flota un aroma a lavanda. Maldita sea, gimo mientras ayudo a la loba a ponerse en pie. Es Erica.
— ¿Qué coño hacías ahí dentro? —le pregunto tratando de ocultar la sonrisa en mis labios. Sé muy bien que Bryce la encerró allí.
—Ya no jugamos al escondite.Erica se pone en pie y se limpia la cara manchada de lágrimas. Me mira con cara de cabreo y me da una bofetada.
—Vaya, zorrita—, me río entre dientes. —No soy Bryce.
—Ya sé cuál eres—, me grita.
Echo la cabeza hacia atrás y suelto una sonora carcajada. — ¿Ah, sí?
—Tú eres Chris—, dice mientras se endereza la camisa y se mancha de sangre la parte delantera de su camiseta blanca.
Debe de llevar ahí un buen rato. Tiene los nudillos ensangrentados y magullados de golpear la madera de la puerta. Le quito la mano del cuerpo y examino detenidamente los nudillos de sus dedos.
Siento una oleada de excitación al rozar con mis labios los nudillos ensangrentados.
De repente, siento un fuerte pinchazo en la mejilla derecha y me doy cuenta de que Erica me ha vuelto a abofetear. Me toco el lado de la cara que me escuece y actúo como si me doliera muchísimo.
— ¿Por qué ha sido eso?—. Finjo llorar.
—Por tocarme—, me sisea. —No me toques nunca.
Erica coge el cubo de productos de limpieza que estaba abandonado junto a la puerta y sale de la habitación de Bryce. La sigo y veo cómo se queda de pie frente a la puerta de mi habitación. Se muerde el labio inferior, probablemente intentando
decidir si va a entrar o no.
— ¿A qué esperas? —me burlo de ella. —No tengo armarios en mi habitación.
Erica suelta un pequeño suspiro, empuja la puerta de mi habitación y echa un vistazo. Echa un vistazo a mi habitación y se le caen los hombros. — ¿Ninguno de ustedes recoge lo que ensucia?
Me rasco la nuca torpemente mientras echo un vistazo a mi habitación. Tengo el suelo cubierto de ropa sucia y varios platos sucios sobre la cómoda. —Yo... eh...— De repente me siento mal por haber dejado mi habitación en el estado en que está sólo para hacérselo pasar mal a Erica. Normalmente, mantengo las cosas
bastante ordenadas.—Al menos no está tan mal como la habitación de Bryce—, murmura para sí mientras deja el cubo y empieza a recoger la ropa sucia del suelo.
—Te dejo con ello—, le digo mientras salgo de la habitación. Erica responde con un gruñido, sin prestarme atención.
Mientras camino por el pasillo, oigo la sonora carcajada de Bryce procedente de la habitación de Ace. Abro la puerta de golpe para escuchar lo que está diciendo. —Apuesto a que sigue ahí dentro...
—. Bryce se ríe entre dientes.
—No—, suspiro. —La he dejado salir.
Bryce gira la cabeza y me mira decepcionado. —Arruinas toda la diversión.
—Tío, estaba flipando—, defiendo mis acciones. —Tenía los nudillos ensangrentados de golpear la puerta intentando salir. Creo que esta vez has ido demasiado lejos.
Poniendo los ojos en mi dirección, Bryce sacude la cabeza. —Es Erica. Creía que habíamos acordado hacerla desgraciada.
De repente, siento la necesidad de protegerla. —Hay una diferencia entre esconder sus bragas por toda la casa de la manada y darle un susto de muerte. Lo que hiciste no fue realmente gracioso. Deberías disculparte.—Mentira—, grita Bryce en protesta. —Ella tiene todo lo que se merece. Creía que la cuestión era intentar que se fuera.
—Lo es—, murmuro. —Pero empiezo a pensar que quizá debería quedarse.
— ¿Qué?— Bryce grita —. Queremos que se vaya antes de la celebración de nuestro cumpleaños. Ese era todo el plan.
Bryce mira a Ace, que está sentado en silencio en un rincón de su habitación, escuchando la conversación. —Quizá Chris tenga razón
—, comenta. —Ella realmente no tiene a dónde ir. Padre nunca nos perdonaría que la echáramos.
—Da igual—, gime Bryce. —No pienso hacerle la vida más fácil mientras esté aquí. Ha estado paseándose por este lugar durante años como si fuera una maldita princesa. Es hora de que aprenda
cuál es su lugar.
— ¿Y cual es exactamente su lugar?—, Ace pone los ojos en blanco.
—Debajo de nosotros—, dice Bryce con una sonrisa en la cara. —O al menos debajo de mi.
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Maldecida con los trillizos alfa
Werewolf-Yo fui el primero en besarla-, alardea Bryce. -Yo la llamo virginidad -, grita Ace en voz alta. -Ella me amara primero-, responde Chris enfadado. Erica pone los ojos en blanco y pisa fuerte. - ¡Los odio! Los odio a todos. Erica se encuentra sin hog...