CAP 13 El primer turno

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ERICA
Bryce sale de mi habitación y cierra suavemente la puerta tras de Sí. Alargo la mano para tocarme los labios con la punta de los dedos y aún puedo sentir el cosquilleo que el beso de Bryce me ha dejado en la boca. Me siento entre excitada y enfadada. Acabo de dar mi primer beso y, francamente, ha sido increíble. Pero ha sido con una de las tres personas que desprecio en este mundo. La ira sube como la bilis por mi garganta al pensar en cómo Bryce se aprovechó de mí. ¿Cómo se atrevió a besarme sin mi permiso?
"Algún día no te importará que te bese", vuelve a sonar la vocecita en mi cabeza.
Cierro los ojos con fuerza e intento que la voz desaparezca, pero haga lo que haga no se calla.
"Me gustaría que dejaras de intentar excluirme. Ahora somos uno", protesta la voz contra mí.
El sonido de la fiesta que se está celebrando en el patio trasero se oye con fuerza en mi habitación. Sin poder evitarlo, miro por la ventana y mis ojos se fijan en Ace y Chris, de pie en medio de la multitud, rodeados de lobas. Una oleada de celos me invade al ver cómo las mujeres manosean a los dos hermanos. No entiendo qué me pasa últimamente.
"Es natural que protejas lo que es tuyo", resuena la voz dentro de mi cabeza.
"Cállate", siseo a la voz dentro de mi cabeza. "Los trillizos no me pertenecen".
"Ya lo veremos", dice la voz mientras vuelve a sumergirse en los recovecos de mi mente.
La luz de la luna entra por la ventana y, de repente, el aire de la habitación me parece demasiado denso y el vestido me aprieta demasiado. Tengo que salir de esta habitación. Abro la puerta de mi habitación de un tirón y corro hacia la puerta principal de la manada. Miro a mi alrededor para asegurarme de que nadie me ve salir. Se supone que no puedo salir sola de la manada.
Rápidamente abro la puerta principal y la cierro en silencio tras de mí. Deslizándome por el lateral de la casa, me aseguro de mantenerme a distancia de la fiesta que se está celebrando en el patio trasero. La luna se eleva en el cielo mientras me adentro en el bosque. Por alguna razón, no dejo de mirar al cielo, pero la copa de los árboles me impide ver la luna. Cuanto más me adentro en el bosque, más desesperada estoy por encontrar un hueco entre los árboles que me permita ver la luna.
Cuando la luna alcanza su plenitud, un dolor agudo me recorre la columna vertebral. Caigo al suelo y grito de dolor. Siento como si todos los huesos de mi cuerpo ardieran y se rompieran a la vez. Mi piel empieza a estirarse y a tirar del ajustado vestido ajustado. Me sale pelo blanco por todo el cuerpo. Dios mío, estoy teniendo mi primer turno.
El dolor sigue irradiando por mi cuerpo mientras yazgo en el suelo, gritando que pare el turno. Justo cuando creo que no puedo soportar más el dolor, empieza a remitir. Abro los ojos y es como si mirara a través de unos ojos que no son los míos. Todos mis sentidos parecen agudizarse. Todo parece más nítido y puedo oír los sonidos más leves. Intento ponerme en pie, pero ya no controlo mi cuerpo.
La voz de mi cabeza suena más fuerte que nunca.
"¿Eres mi lobo?" Respondo a la voz.
"Lo soy", dice la loba mientras se pone en pie. "Me llamo Envy."
"Hola, Envy", digo con una sonrisa de oreja a oreja. "Creía que me había quedado sin lobo".
"Los lobos blancos tardan más en manifestarse", me explica Envy.
"Tú eres especial. Somos especiales".
"¿Somos blancos?", jadeo asombrada, y Envy rodea su cola como si la persiguiera para que pueda ver de qué color es. "Esto es imposible. No soy más que un Omega".

"Ahora eres un Omega", gruñe Envy en voz alta en mi cabeza. "Eres de sangre Beta y no dejes que nadie te trate diferente".
"No podemos dejar que nadie nos vea", le digo a Envy. "No ahora que nos consideran una Omega rebelde".
Un fuerte aullido en la distancia me hace saber que la manada ha comenzado a correr y que están a sólo una milla de distancia.
"Tenemos que retroceder", le digo a Envy con pánico.
Espero que Envy discuta conmigo, pero empieza a devolverme el control. De nuevo siento que me arden los huesos. Envy aulla de dolor cuando las garras vuelven a clavarse en mis dedos y mis huesos se mueven y cambian. Antes de darme cuenta de lo que ocurre, estoy casi desnuda en el suelo del bosque.
Estoy exhausta mientras me siento en el suelo. Mi vestido está hecho jirones e intento atar los trozos para cubrirme mientras vuelvo a tropezar por el bosque. Mi visión es borrosa mientras intento volver a la casa de la manada. El sonido de los lobos corriendo en la distancia es un recordatorio constante de que tengo que volver a la manada tan rápido como pueda. Mientras intento correr por el bosque, la corteza y las ramas de los arboles me muerden la piel. Finalmente, los árboles desaparecen y la manada aparece frente a mí.

Cojeando, por correr por el bosque sin zapatos, me abro paso sin aliento ir la puerta trasera de la manada. Corro en dirección contraria a mi habitación y me dirijo hacia la de Ashley. No quiero estar sola esta noche.
Mi visión se vuelve cada vez más borrosa mientras corro por el pasillo. Mis piernas se debilitan bajo mi peso y caigo de rodillas justo delante de la habitación de Ace. Intento arrastrarme hasta la habitación de Ashley, pero mi cuerpo está demasiado débil. Mi cuerpo se dobla sobre sí mismo y caigo al suelo. Grito de dolor justo antes de que unas manchas oscuras llenen mi visión y el mundo a mi alrededor se desvanezca.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora