Cap 104 Tú eres Luna

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POV de Erica

Los trillizos se excusan en silencio de mi habitación del hospital para dejarme un rato a solas con mis padres. Mi padre observa cansado cómo los trillizos abandonan mi habitación.
—¿Así que estás emparejada con los tres?—. pregunta mi padre.
—Lo estoy—, le digo mientras giro la cabeza hacia un lado para mostrarle la marca de mi cuello. —Ellos no tuvieron nada que ver con tu destierro de la Manada del Oeste—. Sé que eso está en la mente de mis dos padres.
—Pero Luna Alice en cambio—, gruñe mi madre.
—Ella definitivamente tuvo algo que ver en todo esto—, admito.
Antes de que podamos seguir hablando de los planes de Luna Alice para sus hijos, llaman a la puerta. Entra el médico de antes.
—Luna—, dice, y miro a mi alrededor para ver con quién está hablando.
Mi madre se inclina hacia mí y me susurra al oído: -Tú eres Luna, cariño—.
—Claro—, digo incómoda. —Me va a costar acostumbrarme—.
—Luna—, repite el médico. —Tu lobo parece estar curándote rápidamente a pesar de que te apuñalaron con una hoja de plata.
Creo que te curarías mejor en casa, donde puedes estar con todos tus compañeros—.
Mi cara se sonroja de verguenza cuando pienso en estar con todos mis compañeros mientras mis padres están en la habitación. Pero no tengo que avergonzarme por mucho tiempo. Los trillizos entran corriendo en mi habitación y sé que han estado fuera escuchando.
Los tres me miran con sonrisas idénticas. Sus sonrisas me dejan sin aliento; es como si mis padres no estuvieran en la habitación por un momento. Mi padre se aclara la garganta y vuelvo a la realidad.
—Mi ropa se estropeó en la batalla—, digo tímidamente. —No tengo nada que ponerme para ir a casa—.
Sin dudarlo, Bryce se arranca la camiseta y me la lanza. —Esto debería cubrirte, Zorrita-.
Oigo a mi madre jadear antes de apartar la vista y mirar al suelo. No puedo evitar reírme de su vergüenza al ver a Bryce sin camiseta.

Antes de que pueda balancear las piernas sobre el borde de la cama para ir al baño a vestirme, Chris me coge en brazos y me lleva suavemente al baño. Juguetonamente, le doy un golpe en el hombro. —Tengo piernas,
¿sabes?—, le digo fingiendo ofenderme porque me lleve en brazos.
—Y seguro que funcionan bien—, bromea Chris mientras me deja suavemente en el baño y cierra la puerta tras de sí. —Pero si crees que voy a dejar que te hagas daño, has perdido el juicio-.
—Chris, mis padres están ahí fuera—, digo mientras se me calienta la cara.
—No voy a tocarte—, dice Chris con una sonrisa burlona en la cara. —Sólo quiero asegurarme de que no te caigas—.
—Como quieras—, refunfuño.
Chris me da la vuelta y me desata los lazos de la parte de atrás de la bata. La bata cae de mis hombros con facilidad y se encharca en el suelo a mis pies. Chris cumple su palabra y no me toca, pero me pasa la camiseta de Bryce por la cabeza.
Bryce tenía razón, su camiseta me queda como un vestido. Chris y yo salimos del baño y la habitación se pone tensa. La mirada de mi padre es asesina y Ace y Bryce parecen regañados.
—¿Va todo bien?— pregunto vacilante.
—Todo va bien, Zorrita—. Ace intenta esculpir una sonrisa falsa, pero no engaña a nadie. Puedo sentir sus sentimientos a través del vínculo de pareja y se siente incómodo.
Me apunto en la cabeza preguntarles a Ace y Bryce qué ha pasado mientras Chris y yo estábamos en el baño cuando volvamos a la manada. Cuando entramos en el aparcamiento, me encuentro con otro dilema. Está claro que mis padres esperan que vuelva a la manada con ellos y con los chicos. Está claro que mis padres aún no están acostumbrados a que tenga compañeros.
Vas a tener que elegir entre ellos—, dice Envy en mi mente.
Pero, ¿cómo lo hago? respondo mientras todos me observan, esperando a que tome una decisión.
Recuerda que los hermanos te eligieron a ti antes que a su madre-, vuelve a decir Envy.
Sé que tiene razón. Los hermanos han demostrado una y otra vez que siempre me antepondrán a mí y ya es hora de que les devuelva el favor.
—Mamá, papá—, digo vacilante. —Nos vemos en la casa de la manada—.
—Cariño—, empieza a protestar mi madre, pero mi padre le detiene en seco. Mi madre suelta un pequeño resoplido de frustración antes de salir corriendo en dirección a su coche.
Mi padre me mira comprensivo antes de darme un beso en la frente. —Nos vemos en la manada, cariño—.
El viaje de vuelta a la manada es corto y silencioso. Sentada en la parte trasera del todoterreno de los trillizos, recuesto la cabeza en el regazo de Bryce. Me acaricia suavemente el pelo mientras Ace conduce el corto trayecto. Cuando llegamos a la manada, oímos los gritos antes de que Ace aparque el coche. Reconozco las voces del alfa Devin y de mi padre gritándose. Salto de la parte trasera del coche antes de que ninguna de los trillizos tenga la oportunidad de abrirme la puerta.
Subo corriendo los escalones de la casa de la manada y abro la puerta rápidamente.
—¿Lo sabías, joder?— Mi padre gruñe a Alfa Devin.
Mi padre tiene a Alpha Devin presionado contra la pared con la mano firmemente puesta alrededor de su cuello. Alpha Devin intenta apartar la mano de mi padre de su cuello. —Juro por la Diosa que no lo sabía—, se atraganta Alpha Devin.
—¿Entonces por qué huyes?— Mi padre le gruñe.
—¿Qué está pasando?— Ace gruñe con fuerza y lanza, su aura sobre la habitación. Por primera vez, veo a Alpha Devin someterse a su hijo.
—Este hijo de puta está intentando huir—, dice mi padre mientras suelta a Alpha Devin de la pared.
—¿Qué quieres decir con que está intentando huir?—. Bryce mira en dirección a su padre.
—Chicos—, dice Alpha Devin mientras levanta las manos. —Tenéis que atender a razones—.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora