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[Contenido Maduro]

POV de Erica

La sensación de que se me revuelve el estómago me despierta del sueño. Creo que nunca me acostumbraré a estar enferma todas las mañanas. Solo puedo esperar que estas náuseas matutinas no duren mucho más.
Al abrir los párpados, me doy cuenta de que la cama está vacía y recuerdo que no estoy en casa con todos mis compañeros. Las cosquillas se extienden desde mi estómago por el resto de mi cuerpo. Miro hacia abajo y veo a Bryce susurrándome mientras traza pequeños círculos alrededor de mi ombligo.
El cosquilleo del vínculo de pareja me calma las náuseas y observo a Bryce en silencio. Pero ahora que estoy despierta, los círculos que traza alrededor de mi ombligo empiezan a hacerme cosquillas y suelto una suave risita. Los ojos de Bryce parpadean hacia los míos y sus mejillas se sonrojan de vergüenza.
—Hablaremos más tarde—, me susurra en el estómago y no puedo evitar soltar una risita.
—¿Qué haces? le pregunto.
—Sólo conversando con mi hija—, dice alegremente.
—¿Después de todo sigues convencido de que es una niña?—. le digo mientras paso los dedos por el suave pelo de Bryce.
—Estoy seguro de que es una niña—, dice Bryce con la mayor certeza.
Me quita las manos del estómago y vuelvo a sentir náuseas. Gimo miserablemente e intento levantarme de la cama para correr al baño. Pero Bryce me agarra por las caderas y me tira de nuevo a la cama.
—¿Adónde crees que vas?— Dice mientras me tira de nuevo a la cama.
-Bryce—, gimoteo. —Necesito vomitar—.
—¿Otra vez?— Dice mientras me suelta.
—Aparentemente, es interminable—, gimo. —Lo único que parece hacer que me sienta mejor son los cosquilleos del vínculo de pareja—.
Un destello de excitación brilla en los ojos de Bryce mientras me tira de nuevo a la cama. Aterrizo a su lado con un suave golpe e intento no vomitar sobre las sábanas. Cierro los ojos e intento ignorar la sensación de burbujeo en el estómago. Es entonces cuando siento el cosquilleo del vínculo de pareja que empieza en las rodillas y sube por los muslos. Las náuseas vuelven a remitir y abro los ojos lentamente.
—¿Esto ayuda?— dice Bryce mientras me pasa la lengua por el interior del muslo.
—Tarareo. Siento que mis bragas se humedecen más cuanto más tiempo permanece su lengua en mis muslos.
—¿Qué me dices de esto? me pregunta Bryce mientras me agarra de la cintura de las bragas y me las quita lentamente.
—Bryce—, exhalo. —Tus hermanos...—
—Mis hermanos querrían que te hiciera sentir mejor—, dice Bryce con una sonrisa en la cara y sé que tiene razón. —Además, soy el único que no te tiene toda para mí—.
Acomodándose entre mis piernas, Bryce pasa su nariz por mi raja antes de hundir su lengua en mi interior. Su lengua recorre mi raja con pericia y yo gimo fuerte, sin importarme quién pueda oírme.
Desliza uno de sus dedos en mi interior y lo mete y saca mientras me acaricia el clítoris con la lengua.
—Siempre estás lista para mí, zorrita—, gime Bryce. —¿Sigues sintiéndote mal?

Niego con la cabeza y vuelvo a levantar las caderas para encontrarme con su boca. Bryce se ríe contra mi cuerpo antes de llevarse el clítoris a la boca y chupar mi pequeño capullo rosado.
Esta vez, mi espalda se arquea sobre la cama y grito de éxtasis.
Me aprieto contra sus dedos. Estoy lista para perseguir mi liberación, pero Bryce retira sus dedos y su boca de mi cuerpo y gimo por la pérdida de su tacto.
Bryce se baja los calzoncillos y libera su erección. Se me hace la boca agua al verla y me subo a la cama, deseando probarla un poco, pero Bryce me empuja de nuevo al suelo.
—Por mucho que quiera sentir tus labios alrededor de mi polla, no tenemos mucho tiempo. Tenemos que estar en el oráculo en una hora—. Bryce dice con el ceño fruncido.
—A la mierda el oráculo—, gruño necesitando sentir sus manos sobre mí de nuevo.
-Son las hormonas las que hablan—, se ríe Bryce. —Te enfadarías si llegáramos tarde y lo sabes—.
Con cuidado, Bryce se acerca a mi coño y se desliza dentro. Sus movimientos son más suaves que de costumbre y me está provocando.
—Bryce—, gimoteo. —Más rápido—.
Bryce pone cara de preocupación. —No quiero hacerle daño al bebé—.
—No lo harás—, exhalo. —Ahora fóllame—.
—Si tú lo dices—, dice Bryce con una sonrisa en la cara.
Empuja su polla dentro de mí con una pasión que no había sentido antes en él. Sus movimientos son rápidos pero suaves al mismo tiempo. Me rodea la coleta con las manos y me echa la cabeza hacia atrás, dejando al descubierto la marca brillante de mi cuello.
Su lengua recorre la marca de la luna creciente y todo mi cuerpo se pone rígido.
Mis uñas se clavan en su espalda mientras sigue lamiendo y chupando mi marca. Los cosquilleos del vínculo de pareja se convierten en descargas eléctricas que intensifican las sensaciones que siento en mi interior.
Siento que me aprieto alrededor de la polla de Bryce. A medida que aumenta mi placer, noto cómo su polla se retuerce dentro de mí y sé que vamos a liberarnos juntos.
—Ven conmigo—, me dice Bryce con los dientes apretados mientras continúa su rápido ritmo.
Esas palabras son todo lo que necesito y me encuentro cayendo de placer. Se me doblan los dedos de los pies y mis uñas se clavan en la suave piel de su espalda. Con una última embestida, Bryce me cubre las entrañas con su semilla y se desploma sobre mí. Los dos jadeamos mientras nos abrazamos.
-Empiezas a notarlo—, dice Bryce mientras se separa de mí y me toca suavemente el estómago.
-Imposible, digo mientras me miro la barriga. —Ayer no se me notaba.
—¿Entonces qué es esto?— Bryce me frota el montoncito que se me está formando debajo del ombligo.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora