Cap 108 Quién es el padre

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El punto de vista de Erica

Los hermanos discutieron todo el camino de vuelta a la casa de la manada sobre si el bebé es niño o niña. No parece que pudieran estar más emocionados. Sorprendentemente no hay discusión sobre a quién pertenece el bebé. Es como si todos estuvieran de acuerdo en que el bebé es de todos.
No participo en las bromas entre los tres. Sentada en el asiento delantero del todoterreno de los chicos, miro fijamente la foto de la ecografía que tengo en las manos. Me pongo la mano en el vientre y sigo sin creerme que haya un bebé creciendo dentro de mí.
Cuando llegamos a la mansión, los hermanos se apresuran a salir del todoterreno y se abren paso hasta mi puerta. Bryce llega primero y me rodea para desabrocharme el cinturón. Antes de que pueda protestar, Bryce me levanta del asiento y empieza a llevarme a la manada.
—Bryce—, gimo mientras me retuerzo en sus brazos. —Puedo andar-.
El médico ha dicho que tienes que descansar—, dice Bryce.
—Dijo que tenía que comer y descansar lo suficiente. No dijo que no podía caminar desde el coche a la casa de la manada—, gimo.
-No podéis cargar conmigo durante los próximos cuatro meses—.
—Y una mierda que no podemos—, grita Chris desde detrás de nosotros.
Cuando entramos en la manada, mi madre y mi padre nos esperan con cara de preocupación.
—¿Qué ha dicho el médico?— dice mi madre en cuanto entramos por la puerta.
Bryce me pone suavemente en pie y me precipito a los brazos de mi madre. Mis emociones llenan el aire que nos rodea y siento que mi madre respira agitadamente.
Chris me pone la mano en el hombro, intentando calmarme. —Zorrita—, me dice suavemente. —Nos estás asfixiando con tus emociones—.
Intento contener mis emociones para que todos en la habitación puedan respirar, pero cuanto más me abraza mi madre, más pánico siento. No sé cómo decirles a mis padres que estoy embarazada.
Mi padre ha dejado muy claro que no se siente cómodo con el hecho de que tenga tres compañeros. Encontré a mis compañeros hace dos meses. Debí de quedarme embarazada la primera, noche que nos acostamos.
Mi madre me mantiene a distancia y me mira a los ojos. —¿Qué te pasa?—
Incapaz de encontrar las palabras para decirles a mi madre y a mi padre que estoy embarazada, le tiendo las fotos de la ecografía para que las mire. Mi madre coge las fotos de mis manos y las mira con los ojos muy abiertos.
—¿Esto es lo que creo que es?—. chilla.
Asiento con la cabeza y mi madre vuelve a chillar. Mi madre le da las fotos a mi padre, me coge en brazos y salta de emoción. Los hermanos gruñen cuando mi madre me zarandea.
Entendiendo la indirecta, mi madre deja de saltar y se limita a estrecharme contra su pecho.
—Voy a ser abuela—. Dice en voz alta. Se le saltan las lágrimas.
—¿Sabes cuál es el padre?—. dice mi padre malhumorado.
—No importa—, dice Ace. —Ese bebé nos pertenece a los cuatro
Mi padre y los trillizos se miran durante varios minutos. Ninguno está dispuesto a dar marcha atrás. Finalmente, mi padre gruñe un
Felicidades— y me devuelve las fotos de la ecografía.
Cuando se las devuelvo, mi padre se da la vuelta y, entra en la cocina. Oigo el ruido de ollas y sartenes golpeándose y me da escalofríos. Nunca pensé que mi padre se enfadaría tanto por esto.
Mi madre suelta un suspiro. —No te preocupes—, dice con cara de preocupación. —Ya se le pasará. Ahora está lidiando con muchas cosas—.
Intento contener las lágrimas que amenazan con caer de mis ojos.
—Creo que voy a acostarme—, digo en voz baja.
Siento las piernas de plomo mientras subo las escaleras. Tengo la sensación de no haber dormido en años. Cuando miro las escaleras que tengo delante, la tarea de subirlas me parece desalentadora. Chris, que siempre intuye lo que necesito, viene por detrás y me coge en brazos. Me sube como a una novia y me lleva a la habitación de Bryce.
Chris me tumba en la cama y empieza a quitarme toda la ropa.
—Chris, no quiero sexo—, gimoteo. Mi cuerpo y mi mente están agotadísimos.
—Sólo intento que estés más cómoda—, dice Chris mientras presiona sus labios contra mi frente.
Chris me arropa en la cama de Bryce y me acurruco en el cálido aroma de mi compañero. Chris se da la vuelta para salir de la habitación, pero le agarro de la muñeca.
—Por favor, quédate conmigo. Saco el labio inferior en un pequeño mohín que sé que Chris no puede resistir.
—Los hermanos me esperan abajo—, dice Chris vacilante.
—Sabrán dónde encontrarnos—, hago un mohín.
Chris suspira con fuerza. —Me quedaré aquí contigo hasta que te duermas—.
Una sonrisa brillante se dibuja en mis labios, me acomodo en medio de la cama y acaricio el colchón a mi lado. Chris pone los ojos en blanco, pero no puede ocultar la sonrisa que se le dibuja en la comisura de los labios mientras se mete en la cama conmigo. Se tumba a mi lado y me frota la espalda con suaves círculos mientras intento dormirme. Pero hay algo que me ronda por la cabeza.
—¿Quién de vosotros va a ir a la Manada del Oeste?—- pregunto antes de bostezar ruidosamente.
—No lo sé—, susurra Chris. —Ninguno de nosotros quiere dejarte-.
—¿Y si enviamos a mis padres a dirigir la manada hasta después de que nazca el bebé?—, digo somnolienta.
—No es mala idea—, dice Chris con una sonrisa en la cara. —Sólo me preocupa lo que la Manada del Oeste pensaría al respecto.
Todavía creen que tus padres robaron dinero del colegio—.
—Así que uno de vosotros tendrá que dejarme—, digo con tristeza.
—Eso parece, Zorrita—, dice Chris mientras sigue frotándome círculos en la espalda. —Pero no por mucho tiempo—.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora