Cap 96 Arruinaste una familia

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POV de Bryce

—Necesito hablar con todos vosotros—. Nuestra madre se pone delante de mí e intenta bloquearme el paso de vuelta a la casa de la manada.
—No puedo—, le digo mientras intento apartarme de ella una vez más.
—Es importante—, nos suplica madre.
Comparto una mirada con mis hermanos y miro al ángel que yace en mis brazos. Ace y Chris se encogen de hombros y esperan mi respuesta. Normalmente Ace es el que toma todas las decisiones por nosotros. No sé por qué esta responsabilidad ha caído de repente sobre mis hombros.
—Está bien—, digo enfadado. -Pero primero voy a acostar a nuestra compañera—.
Madre suelta un suspiro frustrado antes de darse la vuelta y entrar en casa. —Os veré a los tres en el salón—, dice mientras desaparece por la esquina.

Con cuidado, subo a nuestra compañera por las escaleras y la llevo a mi dormitorio.
—¿Por qué siempre dormimos en tu habitación?—. Chris hace un mohín.
—Porque soy yo quien la lleva—, me río mientras acuesto a Erica en mi cama.
Bosteza perezosamente y nos tiende la mano para que nos quedemos. —¿Adónde vais?—
—Tenemos que hablar con nuestra madre, pero te prometo que volveremos pronto—, le digo mientras le doy un besito en la frente.
Erica intenta sentarse en la cama: -Voy con vosotros—.
—Necesitas dormir, Zorrita—, le dice Ace con cariño. —Estaremos bien sin ti—.
—Te va a poner en mi contra—, grita Erica en voz baja.
Chris corre a su lado y me aparta de su camino. —No dejaré que eso ocurra. Sé la verdad y vamos a sacársela esta noche—.
Chris le limpia las lágrimas de la cara y vuelve a arropar a Erica en la cama. Erica se acurruca entre mis sábanas y abraza una de mis almohadas contra su pecho.

—Por favor, vuelve pronto—, susurra.
No quiero dejarla y sé que mis hermanos tampoco. Todos la miramos en silencio unos instantes antes de darle un beso en la frente. Erica suspira dulcemente cuando nuestros besos rozan su piel.
Ace sale del dormitorio y Chris y yo le seguimos de cerca. Mientras bajamos las escaleras, oímos a nuestra madre llorar a mares en el salón. Compartiendo una mirada con mis hermanos, todos ponemos los ojos en blanco al mismo tiempo. Todos hemos visto las lágrimas de cocodrilo de nuestra madre. Antes nos hacían efecto, pero ahora que nos hemos hecho mayores las vemos como lo que son: una herramienta de manipulación.
Entramos en el salón y vemos a nuestra madre conteniendo las lágrimas con un pañuelo blanco en las manos. Se pasa el pañuelo bajo los ojos y se dibuja una sonrisa falsa en la cara. Nos mira a todos y suelta un suspiro de alivio.
—Gracias a Dios—, exclama en voz alta. —Al menos todos habéis tenido la sensatez de no dejar que os marcara a los tres a cambio
—Un error que pronto será remediado—. gruñe Chris.
Ace y yo nos quedamos sorprendidos. Nunca habíamos oído a Chris dirigirse a nuestra madre como lo ha hecho desde que volvió a casa. Ace se queda con la boca abierta, pero a mí me parece divertidísimo. Cubriendo mi risa con una tos bien colocada, mi madre dirige sus ojos en mi dirección.
—Vuestro padre está en el hospital y vosotros aquí marcando a esa puta—, chilla nuestra madre.
—Cuidado con lo que dices de tu futura Luna—, le suelta Ace a nuestra madre.
—Ella nunca será mi futura Luna—, nos gruñe madre a los tres.
Intenta lanzar su aura de Luna sobre nosotros, pero ya no nos hace efecto.
Chris se planta delante de nuestra madre y le señala con el dedo a la cara. —Vamos, diles la verdad—, le grita. —Diles cómo nos prometiste a las hijas de miembros de alto rango de todo Estados Unidos—.
—¿Qué otra cosa podía hacer?—. Nuestra madre empieza a llorar de nuevo. —Es asqueroso que fueras a tener la misma pareja. Las parejas son sagradas, no están destinadas a compartirse. Por no hablar de la guerra que estás provocando al aparearte con ella—.
Chris comienza a caminar de un lado a otro en la sala de estar. -
Hay una cosa que no he podido entender—, dice mirando a nuestra madre. —Me gustaría saber cómo supiste que Erica era la que iba a ser nuestra pareja—.
Nuestra madre se burla en voz alta. —Lo supe desde el momento en que no se transformó cuando cumplió dieciocho años. La leyenda dice que el lobo blanco no cambiaría hasta que cumpliera veinte.
—Así que fuiste tú—, jadeo en voz alta. —Fuiste tú quien hizo que echaran a los padres de Erica de la Manada del Oeste.
Más lágrimas falsas caen por su cara ante mis acusaciones. - Hacía lo que tenía que hacer para mantenerte a salvo-.
Chris suelta un rugido de rabia y ahora Ace se pasea por el suelo con él.
—Arruinaste una familia-, digo conmocionado. -Arruinaste una familia por egoísmo—.
—Tuvieron su oportunidad de quedarse dentro de la Manada del Oeste. Todo lo que tenían que hacer era prometer a su hija a su futuro Alfa—. Nuestra madre se seca rápidamente las lágrimas mientras mira en mi dirección.
Esta vez es mi turno de grunirle a nuestra madre. —¿Prometiste a nuestra compañera a otra persona?—
—Sus padres no quisieron hacer el trato—, dice mamá con odio. - Se negaron, así que hubo que hacer otros arreglos—.
—¿Sabe padre lo que hiciste?—- pregunta Ace con incredulidad.

—Claro que no lo sabe—, jadea nuestra madre. —Y nunca sabrá la verdad—.
—Le vamos a contar la verdad—, grita Chris en voz alta.
—No permitiré que le molestéis mientras sigue en el hospital—.Madre levanta la voz con fuerza.
—Alice—, la voz de mi padre llega desde la puerta del salón. - ¿Qué has hecho?—

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora