XLVI: Intrigas

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Los vientos aquella noche comenzaron a soplar con más fuerza y en la mañana los visitantes no comentaban de otra cosa. Para ellos era totalmente nuevo una tormenta de arena. Si bien esta no había sido tan fuerte como la que vieron a pocos días de llegar la familia Eldir, a Zeth le avisaron que había trabajo en algunos sectores de pastoreo de camellos por lo cual no estuvo en el desayuno.

Farah había llegado temprano con ayuda de Amin y esperó paciente para conocer a los amigos de Samira y luego en una reunión de solo chicas se encontraron en la habitación de Samira para medir los primeros cortes en lienzo del vestido de novia.

-¡Ay Samira! La verdad es que es un diseño soñado. Mira como resalta tu figura. Después de todo no eres una flacucha desabrida como te quejabas cuando éramos niñas ¿eh? - dijo Tamara observando a su amiga con fascinación. – ¡Me encanta Farah! Si alguna vez me caso, quiero que tu también diseñes mi vestido. – agregó.

-Jajaja estaré un poco lejos si te casas en Nuevo Continente...- Contestó Farah.

-No me importa, te enviaré invitación con boletos de buque para que puedas ir junto a Samira. – Dijo resuelta Tamara.

-Oh me encantaría. No conozco el nuevo continente. De todas formas, aún no han visto nada. Esto solo es un boceto de lo que será el vestido. Pareciera que Zeth soñó con la viva imagen de Samira al elegir las telas. Aun no puedo creer que sin conocerla acertó a cada tono que eligió para ella. – Dijo Farah.

- ¡La verdad que si! Tal vez fue casualidad, pero es mucha coincidencia... Como si estuvieran destinados por una fuerza mayor...- Observó Melanie tomando una de las telas del regalo de Zeth y poniéndola cerca del rostro de Samira.

-Bueno... Yo creo que así es, ya hay varias señales, la señora Anysa opina igual... - Dijo Hade que ayudaba a Farah sosteniendo los alfileres.

-Ay no por favor Hade...- Dijo Samira tomándose las mejillas que ya sentía arder.

- ¡Pero nosotras no sabemos de esas señales! Cuéntanos Hade...- Protestó Tamara.

Hade sonrió y no iba a decir nada por respeto a Samira, pero Farah agregó.

-¡Oh! Amín me contó sobre eso, y opino igual que Hade. Nuestros dioses trazan nuestros cominos Samira, y hacen que las personas que están destinadas tarde o temprano se reúnan. Así que no debe apenarte.–

- ¿Y cuales son esas señales? - Preguntó Melanie interesada.

-Bueno... para comenzar, sus nombres... El nombre de Zeth, en otros antiguos idiomas del viejo continente, significaba otras cosas, pero mi señor Zeth fue nombrado así en honor al dios Seth ya que nació en medio de una tormenta de arena, desierto adentro. Modificaron su escritura porque hay cierta superstición entre los Kelubariz sobre que sus nombres comiencen y terminen con la misma letra del apellido. Como ya saben, el dios Seth, es dios de los desiertos, del caos, las tormentas y las guerras, protector de las caravanas y de todo aquel que valientemente acepte habitar los temibles desiertos. Es un dios temido y amado al mismo tiempo por nuestro pueblo. Dicen que los Kelubariz heredaron su fuerza implacable y su resistencia, por que el dios no pudo tener hijos y adoptó a las familias que se asentaron en sus territorios como dichos descendientes y los bendijo con sus dones. Las leyendas cuentan que el dios Seth nunca tuvo amor verdadero de una mujer, ya que su hermana y esposa Neftis estaba enamorado de su hermano antítesis Osiris y que una sacerdotisa predijo a Seth que el corazón del señor de lo incontenible, solo podría ser domado por una brisa suave y fresca, una muy buena compañía. Por otro lado, la señorita Samira lleva el nombre de la princesa de los vientos, las brisas frescas y justamente, la buena compañía. Para mi todo aquello son piezas de una misma cosa...- Dijo Hade cautivando la atención de todas.

Los hijos del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora