CAPITULO 163

62 3 0
                                    


NARRADOR

La voz de Mijaíl, la voz de Mijaíl, avisándole lo alegra.

Entra, ya lo encontramos

Mis hombres te guiarán hasta donde estamos

Bien, ya vamos

Danko miró a Alessandro para decir

—Lo encontraron

Ambos ingresaron a toda prisa, los hombres les indicaban por donde Mijaíl había ido, cada paso les acercaba para reencontrarse con quien tanto deseaban ver. Bajaron la última escalera, al llegar abajo miraron a los dos lados cuando escucharon que los llamaban y se encaminaron hacia la parte izquierda del pasillo, ambos observaban que había celdas solitarias y sucias a cada lado. Cuando llegaron hasta donde estaba Mijaíl sintieron ese hedor insoportable y no pudieron más que taparse la nariz, entonces le señalo el bulto para decir.

—Danko, ahí está, creo que... es Alexander

Mijaíl retuvo a Alessandro mirándolo y moviendo su cabeza haciendo un gesto negativo, solo Danko se acercó ya aguantando ese mal olor, miro que un cuerpo estaba encima de ese catre sucio, maloliente y destartalado, reconoció la camisa aunque estuviese embarrada y sucia. Se agachó para mirar bien y reconoció a su esposo, acerco un dedo a su nariz y apenas se sentía que respiraba.

Llegaron los camilleros a toda prisa, Mijaíl llamo a Danko para decir

—Danko, deja que ellos lo ayuden, que lo revisen, por favor

Sin embargo, Danko no lo oía, estaba observando a Alexander, se lo veía irreconocible, su cabello enmarañado, sucio, hediondo, su vestimenta estaba desgarrada, toda sucia, empolvada, estaba en posición fetal, abrazándose a sí mismo, como si estuviese tratando de protegerse así mismo de algo.

Uno de los paramédicos le pidió que se apartara, apenas se movió dejando un espacio libre, no se alejó casi nada, entonces al revisar su pulso el paramédico se alarmó y pidió con prisa.

—Debemos sacarlo de aquí, apenas respira, en la ambulancia tenemos todo para asistirlo

Pero Danko, parecía una estatua, su cuerpo interrumpía la forma de movilizarlo, además comenzó a balbucear.

—No, no quiero dejarlo, no quiero que muera, quiero abrazarlo

Mijaíl se acercó para apartarlo con fuerza, mirarlo a los ojos y casi gritarle

—Por favor, deja que lo ayuden, ¿quieres que sobreviva?, entonces ¡muévete, carajo!

NARRA DANKO

Estaba al borde del colapso cuando una llamada lo cambio todo, informaron de que habían capturado a ese maldito secuestrador y que iban en camino hacia el mismo sitio a donde íbamos todos. Mijaíl hablaba con sus hombres dando órdenes, Alessandro y yo a veces nos mirábamos para después agachar nuestras cabezas, la impaciencia me estaba ganando, aunque tuve que aguantarme, porque conozco a mi primo, jamás le gusta dar un paso en falso, todo lo prevé, todo lo planea y ya me estoy imaginando que en cuanto lleguemos no va a dejarme ir con Él.

Cuando atisbe la casa, casi salgo del auto, la mirada furiosa de Mijaíl me detuvo al instante, me pidió que aguardara a que me avisara para entrar, nos advirtió a los dos que no saliéramos del auto. Quedarse ahí no era tan fácil, la angustia me estaba invadiendo, aunque Alessandro a cada momento trataba de tranquilizarme. No se escuchaban disparos ni nada, mi respiración era cada vez más rápida, comencé a decirle a Alessandro

—Vamos a ver que está pasando

Sin embargo, sus respuestas eran casi las mismas

—Yo estoy como usted Danko, pero Mijaíl dijo que no vayamos, solo cuando Él nos lo diga, por favor, esperemos

LOS FETICHES DE MI PADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora