CAPITULO 122

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SIGUE NARRANDO KIARA

Sus esposos y la señora Alessa lo siguieron llamándolo, se demoraron allá afuera mucho tiempo, yo me sentí muy mal, por dentro estaba hallándome culpable de haber quizá roto el corazón de mi papá, Alessandro me decía.

—Cariño, no te sientas mal, lo que pasa es que tu papá te ama tanto que... quizá de verdad se estaba comportando muy posesivo, ¿recuerdas lo que decía en la clínica?, Serena me contó que tuvo una discusión con mi papá, por lo mismo, quería llevarte a su casa, quería tenerte cerca, pero mi papá le quería hacer que entienda que ya tienes tu propia familia, sin embargo, lo que alegaba era que deseaba tener a todos sus hijos con Él

Yo escuchaba la plática de Alessandro, lancé un largo suspiro para mencionar

—Amo a mi papá, pero desde que me embaracé se ha comportado así, no sé qué le paso, vi que le dolió lo que le pedí, Alessandro, ¿tengo razón en haberle dicho cómo son las cosas, verdad?

Él solo me abrazó para después darme un largo beso de amor, se acurrucó a mi lado, después de un largo tiempo, escuchamos risas que provenían del jardín, allí venía mi papá con la sonrisa que adoro en su rostro agarrado del brazo por sus esposos y atrás venía la señora Alessa, llego hasta mí, se agachó para darme un beso en la mejilla y musitar.

—Te amo hija, siempre serás mi princesa, tienes razón en querer estar ya con tu propia familia, pero no olvides que siempre tendrás a tu padre para lo que necesites, ya nos vamos, cuando quieras me vas a visitar, adiós

Después le dio la mano a Alessandro despidiéndose

—Nos vemos Alessandro, cuida bien de mi princesa

Alessandro se paró del sofá para darle un gran abrazo y despedirse, diciendo

—Claro que la cuidaré Danko, de eso nunca se preocupe, sabe que amo a su hija, ah y sus nietos siempre lo irán a visitar, además ya usted está muy cerca de ser padre también

Serena añadió alegre acariciándose el vientre que ya estaba muy abultado

—En eso tienes, mucha razón Alessandro, jajajaja

De la cocina salieron Nicolás y mi hermano Danko con unas bandejas con bocaditos de sal, las pusieron frente a mí, un vaso de leche tibia, Nicolay traía, en cambio, unas empanadas que se las dio a los demás, el señor Alexander agradeció, pero acoto, tomando de la mano a mi papá.

—Gracias, están muy deliciosas, pero ya nos vamos ahora mismo, porque si no aquí este ruso revoltoso se nos queda para siempre, ¡Vámonos Danko!

Se fueron todos, daba gracia ver cómo mi suegro jalaba de la mano a mi papá que se hacía del rogar, los demás se sentaron para conversar, Nicolay sonreía y me hacía gestos para que notara como mi hermano se rei en complicidad de Nicolás, ambos ya tenían mucha química, fue entonces que me percate de su semblante muy demacrado.

Sus ojos observaban como a veces Nicolás empujaba gracioso a mi hermano cuando se reía de sus chistes, su mirada a veces se clavaban en mí como si me dijera que se estaba cumpliendo lo que tanto deseaba, que Danko no se quedaría solo cuando sucediera lo inevitable.

Ya estaba anocheciendo cuando mi hermano con Nicolay se despidieron y se marcharon, Nicolás espero un tiempo más para acercarse y pedirme que quisiera hablar conmigo de algo que le había dicho Danko, le pedí a Alessandro y a los trillizos que me dejaran a solas con Él, se despidieron no sin antes subir discutiendo entre ellos mientras yo reía de escucharlos discutiendo de sobre quien dormiría con mis hijos y quien no.

LOS FETICHES DE MI PADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora