CAPITULO 165

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NARRA KIARA

Cuando Alessandro me informó lo sucedido en la ambulancia comprendí el estado de ánimo de mi papá, abrí los ojos a lo que hacía, su mente estaba fijada solamente en su esposo. Aunque le daba la razón, no estaba de acuerdo en la manera en que trataba a Serena, Alessandro estaba ensimismado un poco agachado con sus brazos en sus piernas que las movía constantemente debido a su nerviosismo y preocupación por su padre. Fijé mi vista en mi papá, quería atrapar un momento en que mi tío dejara de hablarle.

No sé qué es lo que tanto hablaban, sin embargo, ver a mi papá negando con su cabeza a cada rato no me gustaba para nada. Conozco a mi tío, algo muy importante debe ser para que insista tanto, algo que debe ser bueno para mi papá. La oportunidad llegó cuando mi tío se levantó para irse, escuché que le dijo que iba a la cafetería por algo de comer, mi papá le negó con la cabeza. Se quedó solo, entonces me levanté para cambiarme de asiento y estar a su lado, cuando lo hice volteo su cabeza y al verme me abrazo.

Esperé a que me soltara para comenzar a hablar de lo que me tenía ya muy preocupada, más que todo porque Serena lo ha dado todo por Él, cuando lo hizo hablé.

—Papá, debo hablar contigo de algo muy importante

Me miró para indagar

—¿De qué quieres hablar conmigo? ¿pasa algo?

Lancé un suspiro largo para continuar

—Sí, está pasando algo que deberías tener en cuenta. Desde que llegaste no has hablado con tu esposa, ni siquiera le has preguntado cómo se siente o algo. Entiendo que tu cabeza está fija en tu esposo, sin embargo, también tienes una esposa, una esposa que está embarazada, que lleva tus hijos en su vientre.

La mirada de mi papá me demostraba que estaba escuchándome y entendiéndome, proseguí

—Papá, ahora mismo se fue con el ginecólogo a su consultorio, ¿no crees que deberías acompañarla?

Veo que se levanta diciéndome seguro

—¡Tienes razón, hija!, yo ni siquiera la he saludado (me volvió a abrazar para seguir) ¡gracias!

Dio solamente dos pasos, dos malditos pasos, cuando la mamá de Alessandro regresaba de nuevo a la sala de espera y el médico atrás de ella leyendo algo en unos papeles que llevaba en sus manos y cuando alzo la cabeza y atisbo a mi papá lo llamó.

—Señor Danko, ¿puedo hablar con usted?

Mi papá cambió la dirección para donde iba y fue hacia el doctor que le pidió que lo acompañara, la verdad es que espere que me miraría para quizá hacer el gesto de que tenía que ir, pero no, solamente lo acompaño y se perdieron cuando se cerró la puerta, coloqué mis brazos como jarra en mi cintura para reclamar.

—Pero, ¿qué es lo que hace? Tenía que ir con Serena

Sentí un leve abrazo y la voz de mi esposo diciendo

—Comprende mi amor, el médico lo llamó, no te exaltes

Me di vuelta para mirar a los ojos de mi esposo y expresar mi descontento

—Mi amor, Serena también es su esposa, bastó que nombraran a tu papá y... y simplemente se olvidó de lo que le mencioné, ni siquiera volteo a verme para decir que iría después o algo (solté algunas lágrimas para decir) ¡No es justo!

Más me apretó contra su cuerpo, me susurró al oído que no alce la voz porque su madre después querría saber lo que está pasando. Me invitó a ir a la cafetería, le dije que sí, fuimos donde estaba su mamá para también ir con ella, subimos al ascensor y nos fuimos. Dentro, la señora Alessa dijo que su esposo estaba tranquilo, que no le gustaba verlo con todas esas sondas, sueros y demás, que se lo veía todo demacrado, bajo de peso.

LOS FETICHES DE MI PADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora