CAPÍTULO 107

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Cuando desperté la habitación estaba muy iluminada, la ventana estaba con la cortina semiabierta dejando pasar hacia adentro los calientes rayos del sol, me estiré con toda la pereza del mundo, miré a mi lado y allí estaba el amor de mi vida dormido con el edredón casi en el suelo, yo aproveché acariciando su fornido pecho, su atractivo rostro, recordando cómo me Trataba de conquistar, de ganarse mi amor cuando yo estuve de novia con Robert, una pícara sonrisa asomo en mi rostro al recordar esas imágenes de los besos robados que me daba

No lo desperté, salí de la cama para ir a hacer pis porque las ganas me estaban matando, ingresé al baño, después me lave mis manos, miré la hora y me asombré, ya eran las diez y media de la mañana, sin embargo, había mucho silencio, me puse una bata y abrí la puerta de la habitación, caminé hasta la habitación de mi papá, la puerta estaba sin seguro, muy despacio la abrí y atisbé hacia adentro, estaban acostados solo los dos hombres

El ruido en el baño me decía que las dos mujeres estaban allí dentro, cerré con sumo cuidado la puerta tratando de evitar el hacer algún ruido, después caminé por el pasillo para ir a la habitación de mi hermano, también estaba sin seguro, la abrí un poco, metí mi cabeza y observé que ambos seguían dormidos, cerré la puerta también con mucho cuidado, seguí hasta la otra habitación y la puerta en donde estaban Robert y Anna se abrió de repente asomando bostezando Robert que al verme indago muy alegre

—Kiara, ¿qué haces por acá?, ¡nos quedamos dormidos!, ya es tarde, ¡auuuummm!

La dulce voz de Anna se escuchó mientras abrazaba a su novio

—Hola, ¡auuumm!, que sueño tengo todavía, Kiara, ¿cómo estás?, suertuda, me imagino que no tienes resaca, porque no puedes tomar licor

Otras voces se escucharon que se acercaban, eran Iban y Mara, ambos venían con la misma vestimenta de la noche de ayer, ella habló primero

—Hola, gente, qué pereza y qué dolor de cabeza me cargo

Iban recalcó

—¡Ay, mi Dios!, es la primera vez que tomo licor, me estalla mi cabeza ,¡cómo me duele!

Puse mis manos en mi cintura para decir risueña, pero segura

—Yo tengo una cura para la resaca, síganme a la cocina, por favor

Todos bajamos hasta la cocina, se sentaron en la mesa de los empleados ante las miradas de la cocinera, saque limones, café muy cargado, en el café bien caliente, exprimí sendos limones en las tazas, les serví, me observaron Incrédulos y les acoté

—Tómense esto y dentro de media hora, desaparecerá esa resaca, se los aseguro

A regañadientes se tomaron todo hasta el fondo, nos quedamos conversando unos minutos, después nuevamente subimos hasta nuestras habitaciones, al ingresar a la mía, opté por cerrar con seguro la puerta, miré a mi amado dormilón, roncaba muy despacio, pero a ratos se movia, entonces lo comencé a mover para que ya despertara, previamente le subí una taza de cura de resaca muy caliente y quería que se la tomara, porque me imagino que despertara con ese dolorcillo de cabeza por los tragos

Alessandro abrió lentamente sus ojos hasta que me observo con los ojos achinados y preguntó

—Mi amor, ¿qué hora es?, el sol está muy alto y... ¡Me duele la cabeza!

Le respondí dulcemente

—Son las once de la mañana y aquí te traje mi medicina para la resaca, a ver, mi amor, tómese todo, esta calentita

Se sentó en el filo de la cama, enseñándome su torso musculoso y yo relamiéndome los labios, pero a la vez acongojada de que no puedo tener relaciones con mi novio porque se va a tomar eso caliente, cuando posó sus labios en el preparado puso un gesto de desagrado haciendo una mueca que me hizo reír, le alenté a que se lo tomara, porque eso es un santo remedio

LOS FETICHES DE MI PADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora