CAPITULO 115

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SIGUE NARRANDO DANKO

Salí del baño solo con la toalla secándome la cabeza, estaba desnudo, en la cama observé que estaba mi pijama listo, Serena sentada en una silla, Alexander estaba asomado en el balcón de la habitación, miré a mi esposa que simplemente alzo sus hombros y me señalo a mi esposo, ahora debía hablar con Él.

Termine de secarme el cabello, me vestí, camine hasta el balcón, escuchaba su respiración acelerada, en verdad que estaba muy enojado, porque lo conozco, esa manera de respirar me lo comprueba, me acerque a Él y hablé.

—Alexander

Se viró de improviso y esa mirada de fuego, estaba con sus párpados entrecerrados, su boca temblaba hasta que soltó con energía sus reclamos.

—¿Qué mierda hacías con ese hombre?, ¿por qué Danko?

Quise responderle algo, quise dar una excusa, sin embargo, las palabras no salían de mi maldita boca, estaba como decirlo, asustado es la palabra correcta, no sé que tiene mi esposo que cuando Él se enoja, mi mundo tiembla como si fuese un terremoto, ni siquiera Serena me causa esa sensación, volvió a preguntarme.

—¿Tanta falta te hace follarte a otro?, ¿acaso nosotros no te llenamos?

Serena se acercó ni siquiera note que se había levantado, trato de hablar

—Alexander, ¿puedes calmarte?, conoces a Danko, sabes que le gusta...

Nunca creí verlo tratar mal a nadie, porque le grito a Serena

—¡Cállate Serena!, no te entrometas, porque por lo visto a ti no te importó verlo allí acostado, abrazando a ese hijo de puta, ¡no dijiste nada!

Le señalo con su dedo índice sin dejar de gritarle

¡Absolutamente nadaaaa!

Ella se retiró sollozando tapándose su bello rostro, entonces le reclame a Alexander, porque podrá ser mi esposo, pero no tiene ningún derecho a tratarla mal y alcé mi voz.

—¡No le grites!, ella no tiene la culpa de nada

No me esperaba semejante reacción de su parte, me empujo haciéndome caer de nalgas y me grito

—¡Eres un hijo de puta!, ¿lo sabías?, ¿te das cuenta de lo que has hecho?

En ese momento se me esfumo el enojo porque hizo llorar a Serena, bufaba para hablar, estando de espaldas, recalcó gritando nuevamente.

—¡Es nuestra Luna de miel!, nuestra jodida, estúpida y maldita Luna de miel, ¡no te importo!, nos dejaste en ese bar sin saber de ti, ¿sabes que nos preocupamos al no saber tu paradero?

Se viró para ponerse frente a mí que ya me había levantado y me estaba sacudiendo el polvo del pijama, sentía esa energía oscura que emanaba de su furia, señalo a Serena diciendo airado.

—Ella fue a buscarte por todos lados, hablo con todos los que pudo, mientras aquí el idiota enamorado, pidiendo al dueño del bar si podía dejarme revisar en los videos si algo te había pasado

Soltó una gran carcajada para proseguir

—Fue la mejor idea que se me ocurrió, porque si no nunca hubiese sabido lo que sucedió, en ese video te vi que te ibas con ese stripper bien abrazado hasta la salida, ¿sabes las ganas de llorar que tuve en ese momento?, tuve que contenerme para que ese hombre no se dé cuenta, le agradecí y salí de esa cabina, afuera respire profundo, hasta que Serena regreso, ¿sabes cómo regreso?

Me vio a los ojos todo furioso para volver a gritar

—¡Llorando!, venía asustada porque le habían dicho que te fuiste con alguien, pero que no lo conocían, la pobre me dijo que a lo mejor te secuestraron, jajajaja, ¡pobre niña ingenua!, ¿sabes lo que hice?, me callé, no le dije nada, solamente le dije que por lo borracho saliste para agarrar un taxi e irte de regreso al hotel, eso le dije, le mentí y ¿para qué?

LOS FETICHES DE MI PADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora