NARRA DANKO
Miraba cómo el cuerpo de Alexander se alzaba a cada puesta en su pecho de esas cosas eléctricas, ese ¡zuas!, para mí fue una eternidad, el paramédico que le provocaba esos toques eléctricos dejo de hacerlo y resoplo moviendo su cabeza en forma negativa y manifestó.
—¡Lo siento!, no responde
Mi cuerpo reaccionó ante esas palabras, me levanté para empujarlo y comenzar a golpear con ambas manos hecho puño el pecho de mi esposo para gritar.
—¡Regresa!, por favor, ¡regresa!
Me agachaba a darle respiración boca a boca, dos golpes más le di cuando esa máquina comenzó a sonar diferente, ya no era ese pitido infernal, se oía como si fuesen pulsaciones, sentí que alguien me abrazaba con mucha fuerza y la voz de Alessandro pidiéndome.
—Ya señor Danko, mi papá ya respira
Uno de esos paramédicos hablo
—El paciente ya tiene pulso, es un milagro
El que manejaba regreso a su puesto y piso el acelerador, el otro acomodaba las cosas que se habían caído debido a mi brusquedad al levantarme y golpear el pecho de mi esposo. Dijo algunas palabras
—Parece que la vida no quiso dejar ir a su esposo, lo que usted hizo fue algo que no creí ver nunca. Ese procedimiento no es permitido hacerlo, estoy seguro de que el mismo paciente se negó a irse, por usted, por eso dije que era un milagro.
Lo que hice en ese momento fue que abrace a Alexander con fuerza y llorar, aunque esas lágrimas eran de felicidad, no deje que la maldita muerte se lo llevara, apenas se escuchaba su respiración, estaba muy frío, volví a sentarme cuando sentí que me abrazaba Alessandro y me decía.
—Gracias, gracias
Le devolví el abrazo para después volver a quedarme sentado sin dejar de observar a Alexander todo quieto en esa camilla, sentía que el vehículo volaba por la carretera con el sonido de la sirena anunciando su paso, ya nos acercábamos a la ciudad, pues se escuchaban los motores de otros vehículos. No sé cuánto tiempo viajamos, pero cuando sentí que nos deteníamos y vi bajarse al conductor mi corazón palpito con fuerza porque ya habíamos llegado.
Las puertas de la ambulancia se abrieron de par en par, afuera estaban algunas personas que ayudaron a bajar la camilla, se llevaron a Alexander a toda prisa hasta un ascensor, quise acompañarlos y el paramédico que estaba junto a mí me informo que eso solo lo utilizan para llevar pacientes, que nosotros debíamos ir en el otro. Se fue con ellos mientras Alessandro y yo fuimos hasta el otro ascensor para subir, dentro de este tomé mi celular para llamar a mi hija.
Aló, ¿Kiara?
¿Papá?, ¿estás bien? ¿qué paso?
Lo encontramos, ya estamos en la clínica
Avisa a todos, por favor
Está bien papá, pero
¿Tú, te encuentras bien?
Ahora sí mi amor, ahora sí
Cerré la llamada, entonces me fije en que Alessandro también estaba hablando con alguien, me concentre en pensar que Alexander ya estaba recibiendo asistencia médica, le pedía a Dios que lo ayudara a salir con bien de esto. En cuanto las puertas del ascensor se abrieron salimos para dirigirnos a la sala de espera, nos sentamos los dos juntos, estuvimos ahí sin decir nada, ambos agachados pensando en nuestras cosas.
Yo tenía mis ojos cerrados recordando sus miradas, sus risas, sus besos, sus caricias, nuestros momentos felices, hasta que mi mente me hizo ver de nuevo su rostro asustado en ese video pidiéndome ayuda, mis ojos se pusieron acuosos de inmediato, los abrí para entonces mirar a Alessandro que estaba recostado viendo hacia el tumbado, casi no parpadeaba. Solamente esperábamos noticias del médico, además de esperar a llegada de los demás
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LOS FETICHES DE MI PADRE
RomanceKiara promete a su padre cumplirle los caprichos más banales que se le ocurran, lo que no imaginaba era que le iba a pedir toda clase de juguetes sexuales, personajes para cumplir sus raros fetiches sexuales y todo por pendeja y abrir su bocota