CAPITULO 174

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NARRA ALEXANDER

Cuando me fijé en ese joven, no lo reconocí, aunque sentía un aura de tranquilidad, de confianza. Me dice que es mi hijo, yo, trato de reconocerlo y nada, mi mente no siente nada por ese joven. Después ingresó una chica, pero tampoco la reconozco. A pesar de que ella dice que es mi nuera, es una bella mujer y también me inspira confianza. Sin embargo, después de varios minutos de compartir palabras con ellos, entró un hombre muy fornido, alto, y los jóvenes se hicieron a un lado para darle paso

Se acercó a mí, hablando con suma familiaridad, como si me conociera, como si yo le hubiese hecho falta. Eso me extraño, dijo que era mi esposo, eso me pareció ridículo, porque yo soy hombre, tomo mis manos para apretarlas con las suyas, lo miré y lo que me causo fue rabia de que se comporte tan atrevido, le grité furioso que no me tocara, le pedí que se fuera, que no quería verlo, la verdad es que ese hombre me causaba repulsión, un poco de temor, como si me hubiese hecho algo malo

La chica le decía papá, ella lo sacó de la habitación, me sentí mejor cuando se fue, no quería volverlo a ver. Entonces le pedí a quien dijo que era mi hijo, que me trajera a su madre, para ver si causaba algún efecto en mí, que podría hacer reaccionar a mi mente, el joven me advirtió de que ella estaba embarazada y de alto riesgo, me pidió que tuviese mucho cuidado en el trato hacia ella. Le prometí que lo haría, le pedí que me ayudara a darme una ducha y vestirme para esperarla.

Cuando estuve listo me quedé sentado en la cama ansioso de verla, en mi mente imaginaba que era una mujer hermosa, elegante, pasaban delante de mí muchos rostros imaginados, el joven salió un momento y me quedé solo ahí dentro. Parecía un chiquillo moviendo mis manos y mis piernas del nerviosismo que tenía, la impaciencia me estaba agobiando, me baje de la cama para caminar de un lado a otro, de repente la puerta se abrió y entro el joven mirándome, se me acercó para decir

—Papá, ehm, ya llegó mi mamá, ¿estás preparado?

Le contesté que lo estaba, así que salió nuevamente, para después regresar trayendo de la mano a una mujer madura, muy hermosa. Ella me observaba con admiración, con una felicidad enorme. Sus ojos estaban clavados sobre mí, se acercó lentamente, diciendo con una dulce voz

—Mi amor, aquí estoy, soy Alessa, tu esposa, ¿me recuerdas?

Estaba ensimismado viéndola, es tan bella, estaría muy orgulloso de ser su esposo, sin embargo, para mi desgracia, no la recordaba, simplemente la observaba fijamente, mis ojos se llenaron de lágrimas por no poder darle una respuesta afirmativa, con dolor en el alma tuve que decir con tristeza

—No, no te recuerdo, lo siento

Ver que las lágrimas bajaban por sus mejillas me dolió; aun así, después de escuchar mi respuesta, se me acercó para acariciar mi rostro diciendo

—En cambio, yo sé muy bien quién eres, mi amor. Eres mi esposo, el hombre que amo más que a mi vida, Alexander, te amo y voy a esperar a que algún día me recuerdes

Me abrazó con mucha fuerza, sentí un calorcillo que me gustó. Y yo también la abracé acotando

—Yo quisiera recordarte para devolverte tu amor como tú lo haces conmigo

Me soltó de improviso para besarme con pasión. Yo, no me quedé atrás, me gustó unir mis labios con los de ella, era algo hermoso, sentía una dulzura que ella emanaba y me envolvía totalmente. Cuando dejamos de besarnos, sonreí y ella también, entonces hablé

—Si tu amor es tan fuerte para mí, ya quisiera recordarte para hacerte muy feliz

Un leve ruido se escuchó y alcé mi mirada hacia la puerta y ahí estaba de nuevo ese hombre que eché de la habitación. Me observaba con tristeza, con sus ojos llenos de lágrimas, cerrados sus puños y gritó

LOS FETICHES DE MI PADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora