CAPITULO 173

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NARRADOR

La puerta de la habitación ocupada por el paciente en coma se abrió, dejando ver al médico que ingresaba con su semblante frío. Llegó hasta la cama y habló

—Bien, ha despertado, quería pedirle que me diga: ¿cuántos dedos ve? (dijo esto mientras tenía levantados dos dedos)

El paciente respondió: —Veo dos dedos

El médico asintió con su cabeza, después le pidió que siguiera el movimiento de su mano, después con una pequeña linterna iluminó su rostro para después fijarse en los ojos. Al terminar, exclamó mientras lo observaba fijamente

—Parece que todo está bien, mmmm, ¿recuerda su nombre?

La voz del paciente se oyó decir preocupada

—Yo... N... no recuerdo nada

El médico volvió a hablar

—El nombre de Alexander, ¿le parece conocido?

Él, sin quitar la mirada del doctor, contestó ya con voz temblorosa

—No, no sé quién es y... y tampoco sé quién soy yo, ¡maldición! No recuerdo nada, ¡nada!

El médico le pidió que se calmara, pidió disculpas de que se iba a ausentar por un momento, ya afuera sacó su celular para llamar a alguien, el tono de llamada se oyó, sin embargo, nadie respondía, escribió un mensaje, entonces optó por cerrar esa llamada y volver a intentarlo, pero con otra persona y esta vez sí recibió respuesta

Aló

Aló, señor Alessandro

Le tengo una grata noticia

Su padre acaba de despertar

El grito eufórico de Alessandro se escuchó

Gracias, Dios mío, ¿está bien mi papá?

Sí, pero, creo que debería venir

Su padre perdió la memoria

La voz de Alessandro se escuchó llena de preocupación

¡Por todos los santos! Justamente estoy cerca

Llegaré en unos diez minutos

Bien, lo espero

Cerró la llamada, para regresar con su paciente, se sentó en una silla cerca de la cama para seguir hablando

—Llamé a un familiar suyo, quizá al verlo recuerde algo, debe de saber que aquí en la clínica, todos lo conocemos, pues no es la primera vez que usted está aquí. No se preocupe, usted no está solo, tiene una familia muy numerosa y sus esposos también vendrán a visitarlo

El paciente no dejaba de observarlo fijamente hasta que acotó

—La verdad es que no sé de qué familia me habla, no recuerdo a nadie, ni siquiera me recuerdo a mí mismo (alzó su rostro para indagar). ¿Cómo llegué a este lugar? ¿qué es lo que sucedió?

Estas preguntas ponían al doctor en una situación nada relajante, así que optó por decir

—Creo que no soy la persona indicada para proporcionarle esas respuestas, señor Alexander

El paciente, al oírlo pronunciar ese nombre, reaccionó diciendo

—Alexander, ¿ese es... mi nombre?

El doctor respondió con seguridad

—Sí, ese es su nombre, Alexander Volkova, ¿le suena?

Él contestó nervioso —N... no, no me suena nada

LOS FETICHES DE MI PADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora