CAPITULO 109

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Y llegó el gran día, al amanecer todos se levantaron muy alegres, Alessandro estaba bien agarrado de la almohada durmiendo todavía, en las otras habitaciones se escuchaban los movimientos de sus integrantes, voces conjuntas, pasos acelerados en el pasillo, mi papá hablaba exasperado, a la pobre Serena la expulsaba de su habitación haciéndome reír de lo que le decía.

—Mi amor, por favor, debes irte de aquí, el novio no puede ver a la novia antes de la boda

Y ella, en cambio, reclamaba de lo que el señor Alexander estaba allí

—Pero Danko, Él si puede quedarse entonces, ¿te das cuenta de que es tu novio también?, ¡no es justo!, debe salir de aquí, no debe quedarse junto a ti, ¡si Él no se va, tampoco yo!

Mi papá contestaba ya airado

—Por Dios, ya dejen de discutir ustedes dos

La voz de la señora Alessa se escuchó con una gran respuesta

—¡Un momento!, por favor, creo que los novios deben irse a nuestra casa y las novias se quedan a prepararse en esta casa, ¡caso cerrado!

Después se escuchó a la señora Alessa caminar por el pasillo e ir anunciando su idea a todas las parejas, se escucharon unos golpecitos en la puerta, me levanté a abrir y era ella que me comunicó lo mismo que a los demás, le acepté y quiso entrar a ver a su hijo dormido, camino hacia Él y le deposito un beso en a frente diciendo amorosa.

—Mi amor, te vas a casar con la mujer que has amado tan intensamente, vas a ser feliz, tesoro, te espero en la iglesia, adiós mi amor, dormilón

Antes de salir me acotó risueña

—¡Gracias, Kiara!, gracias por hacerlo tan feliz y... Ya despiértalo para que se vaya con los demás hombres

Sonreí y me dispuse a levantar a mi dormilón, cerré la puerta, caminé hasta la cama, me senté en ella para moverlo de a poco mientras depositaba besos pequeños en sus labios, hasta que logré que despertara, abrió sus bellos ojos azul cielo y musitó adormecido.

—Mi amor, tengo mucho sueño, déjame dormir un poco más, por favor

Yo solo le solté las palabras de su amada madre

—Alessandro, tu mamá dijo que todos los hombres deben irse a la casa de tus padres para arreglarse y prepararse allá, los demás ya se levantaron y lo están haciendo, solo tú sigues en la cama, mi amor, así que, ¡a levantarse!

Escucharlo refunfuñar es glorioso, parece un niñato engreído cuando lo hace, pero se levantó para besarme primero y pedirme lo que ya me imaginaba.

—Mi amor, y... ¿Si hacemos un mañanero?, mira como estoy

Se sacó la sabana que impedía atisbar su enorme y dura erección, verla me excitó al instante y yo que no deseo tenerla siempre allá adentro, me le lancé para hacerlo, no recuerdo ni como fue que quedamos desnudos los dos, pero lo hicimos rico, delicioso, fue una sesión de sexo duro, en ese momento no pensé en mi embarazo, solo quería disfrutarlo a Él, sentir a mi novio, sentir sus ímpetus, su deseo hacia a mi, escucharlo gemir ronco, ver su mirada de hambre de mi cuerpo, hasta que lanzó un leve gritito de satisfacción al llegar a su clímax y yo lo mismo.

Nos quedamos sin movernos allí los dos, yo rodeando su cintura con mis piernas y Él sosteniéndose en sus codos mientras nos observábamos a los ojos y unas sonrisas entre nosotros, hasta que al fin dijimos juntos.

—¡Te amo!

Un beso nuevamente para después levantarnos antes de que regresen a golpear nuestra puerta, entramos a darnos una ducha, salimos, nos vestimos y bajamos a desayunar primero, en el camino nos encontramos con otras parejas que ya regresaban a sus habitaciones a preparar todo, nos demoramos haciendo el amor y nuestras risillas contagiosas nos delataban.

LOS FETICHES DE MI PADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora