Capítulo 1.32 Tobías

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Tobías

Me había recuperado de mis múltiples lecciones ocasionadas por Brutal. Quien se iba a imaginar que el peleador que más admiraba, sería el novio de la insípida de Alana. Por más de que intentaba entender como alguien como Brutal, se fijaría en alguien como Alana no le hallaba la lógica.

Era cierto que Alana conservaba su encanto, pero era estúpida y tan fácil de manipular que terminaba aburriendo al que fuera. Algo raro había detrás de todo y lo terminaría descubriendo. Brutal me tenía amenazado y no podía dejar que mi papá se enterara de todo, lo más seguro era que me diera una golpiza tan fuerte, hasta matarme

—¿Qué sabes de Brutal y Alana? — le pregunte a Sofía, quien había ido a visitarme.

Me gustaba Sofía y me gustaba mucho. Había estado conmigo durante toda mi recuperación y terapias. Pero no podía formalizar las cosas con ella. Ella era tan pobre como lo era yo. Por su puesto ella no lo sabía y no se enteraría.

Al principio nuestra relación fue muy intensa y con mucho sexo. A ella le encantaba humillar a Alana y descubrí que a mí también me gustaba, así que lo hacíamos juntos. Mi plan era simple, solo tenía que seguir soportando a Alana y Sofía sería mi amante, pero todo se acabó, cuando Alana termino por atentar contra su vida. Siempre le digo que lo mejor era que se hubiera muerto, pero la verdad es que no me convenía que ella muriera. De saber su estúpida decisión habría hecho las cosas de forma diferente.

—Nada. Mi prima no habla mucho conmigo — me dijo mientras se sentaba en mis piernas.

—Debimos ser más inteligentes y uno de los dos debió conservar una falsa amistad con ella — le aseguré con molestia.

—No la soporto desde que era una niña, así que yo no lo iba a hacer — me dijo dejándome besos en mi cuello y acariciando mi pecho con sus manos.

—A mí me cae mal, pero la necesito. Nuestro futuro depende de ella — le asegure con determinación.

Lo cierto era que le había dicho que mi papá no me dejaría nada si no me casaba con Alana. Pero la realidad es que no teníamos nada y ahora dependía de ella. La mujer que más había lastimado y humillado, me tenía en sus manos. Lo peor es que después de mi golpiza comprobé que ella me odiaba. No me había ido a visitar ni una sola vez, ya sea por piedad, misericordia o cordialidad. Simplemente no le importaba.

—Tenemos que lograr que él se desencante de ella y Alana vuelva a tus brazos — me aseguro convencida y yo solo la mire intrigado. No entendía por qué quería eso.

—Pensaré en algo — le asegure y la termine por arrojar a la cama y ubicarme encima de ella.

—No hablemos más de ella. No vale la pena — me dijo abriéndose de piernas y recibiéndome.

Después de estar con Sofía, terminé por sacarla por la puerta trasera justo antes de que papá llegara. Así que cuando cerré la puerta él ya me estaba esperando en la puerta de la entrada mirándome con seriedad y reproche.

—Qué bueno que ya estás mejor — dijo mi mamá llegando con su pulcro vestido verde menta arreglado. Su modo de vestir tan estricto la hacía parecer más anticuada de lo que era.

Ella siempre había sido cariñosa y consentida conmigo. Todo lo contrario de mi papá, que lo único que hacía era autorizar y humillar. Así que él solo me observaba con detenimiento mientras negaba con decepción en su rostro.

—Por más de que pienso y pienso, no logro saber por qué Alana termino por dejarlo — me dijo con tono de reproche.

—Nunca fuimos nada — le aseguré y él solo me miró con más molestia.

6.El Alfa ImplacableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora