Capítulo 1.21 Invitaciones

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Cuando creí que todo estaba saliendo bien en mi vida, los padres de Tobías terminaron por realizar un viaje de negocios y Tobías termino quedándose en mi casa debido a la caridad de mis papás, quienes no estaban de acuerdo con que Tobías se quedara solo en la casa sin la supervisión o cuidados de un adulto, debido a que no tenían servicio.

—Gracias, por acoger a Tobías mientras nos encontramos fuera — aseguro el señor Sergio.

—Tranquilo. Tobías es como de la familia y no es justo que se quede solo en esa casa — le aseguro mamá.

—Gracias Selma, eres muy amable y me alegro de que me hayas perdonado por mi mal cometario — le dijo con agradecimiento la señora Charlotta.

—Tranquila, querida, todos cometemos errores — le aseguro mi mamá.

—Adiós — terminaron por despedirse los papás de Tobías mientras él se acomodaba en una de las habitaciones de invitados.

Así que ahora tenía al enemigo viviendo en mi casa. Esperaba que sus papás llegaran temprano, pues Tobías aprovechaba cualquier oportunidad para decirme cosas. El problema era que últimamente había pasado a intimidarme con su toque que me causaba escalofríos.

—Sabes Alana, ahora que te veo en pijamas no me resultas tan desagradable — menciono cuando nos encontramos en el pasillo, pues me había dado ganas de tomar agua.

Yo solo lo ignore y termine por pasar rápido para llegar a mi habitación, pero él me tomó del brazo y termino por presionarme contra la pared, mientras se restregaba contra mí y yo solo me congelaba del miedo.

—¿Ya tu noviecito se aburrió de ti? — dijo mientras empezaba a dejar beso en mi cuello y yo lo empujaba, pero él no cedía.

—Déjame — le dije en un susurro entrecortado para que me dejara tranquila.

—Responde — me exigió mientras tomaba de forma brusca mi cuello.

—No — le dije con un mundo en la garganta.

—Tarde o temprano lo hará — aseguro mientras se volvía a presionar contra mí y dejaba besos en mi cuello. Cuando su mano empezó a pasarse por el elástico de mi pantaloncito me desespere.

—Déjame, por favor — le dije mientras lloraba y el vaso que había traído de la cocina se me resbalo de la mano haciendo un ruido molesto.

—Qué sensible eres — me dijo con reproche mientras se separaba de mí y empezaba recoger los vidrios del vaso.

—¿Todo está bien? — pregunto mi mamá quién salió a causa del ruido.

—Sí, solo que Alana se tropezó y le estoy ayudando a recoger los vidrios para que no se lastime — le aseguro él con tranquilidad.

—Deja eso ahí. Ya mandamos a alguien de limpieza — le aseguró ella y Tobías se puso de pie.

Mi mamá me miro con intriga mientras observaba mi cara de susto y trataba de entender qué me pasaba, pero sin saber bien que era.

—¿Te lastimaste? — pregunto con preocupación.

Termine negando y salí rápido hacia mi habitación donde termine cerrando con seguro. Esperaba que esta tortura terminara poco. Porque me sentía tan insegura en mi propia casa que conciliar el sueño se había vuelto toda una terapia.

En la mañana termine por alistarme rápido y cuando llegue al comedor Tobías ya se encontraba desayunando con mis papás, así que tome mi puesto para desayunar rápido con el fin de irme lo antes posible de ahí.

6.El Alfa ImplacableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora