Capítulo 3.1 El despertar

1.2K 209 93
                                    

Sé que la historia de Nick y Liam todavía no está en el mismo punto, pero extrañaba a Nick; es mi Manrique favorito y su historia es la que más anhelaba escribir.

Espero que lo disfruten tanto como yo disfruto al escribirla.

***************************

Alana

Las enfermedades te consumen, y no solo física o emocionalmente; te acaban y destruyen en todos los sentidos. Cuando pasas tus días internado en un hospital, las esperanzas se van agotando al igual que tu cuerpo.

Cuando desperté del coma, me encontraba en una habitación repleta de cables y con un pitido constante. Una enfermera me reviso y empezó a desconectarme algunos cables, mientras me aclaraba que habían pasado cinco años, y me encontraba sola en una clínica, sin ninguno de mis familiares presentes.

—Hola, bella durmiente —me dijo un médico — me dijeron que ya te revisaron y estas muy bien. Pero quiero hacerlo personalmente, mi bella durmiente.

Tendría alrededor de 30 años, de tez blanca y cabello negro liso. Sus ojos eran oscuros, y su sonrisa, amigable. Mi mente estaba nublada, comenzando a recordar pequeños fragmentos de mi vida.

Intenté hablar, pero mi garganta me dolía, incapaz de producir un sonido entendible.

—No te esfuerces. Tu cuerpo estuvo dormido mucho tiempo, pero poco a poco se recuperará. Para comunicarnos, usaremos algo que puedas mover —me dijo con tranquilidad mientras tomaba mi mano.

Intenté mover mi mano, piernas o alguna parte de mí, sin éxito. Mi cuerpo estaba paralizado, y solo podía parpadear. Así que lo hice, desesperada. Necesitaba ayuda; no entendía lo que me estaba pasando.

—Cálmate —me dijo el médico, todavía sujetándome la mano—. Responde parpadeando. Un parpadeo es "sí" y dos son "no". ¿Estás de acuerdo? —me propuso, y yo parpadeé una vez.

El médico sonrió y me miró con cariño. No entendía quién era ni qué hacía allí.

—¿Me recuerdas? —me preguntó de manera calmada.

Parpadeé dos veces. Por más que intentaba recordar algo sobre él, no lo lograba. Solo recordaba a mi familia y a mi amor. Mi amor perdido.

—Creo que soy fácil de olvidar —dijo en tono bromista—. Soy el doctor Bastien Dupont. Empecé mi año de práctica en medicina con tu tratamiento. El doctor Ryan me dio esta oportunidad al ver lo buen estudiante que era. Ahora soy el mejor oncólogo de la ciudad, y tu caso es el que me ha dado ese reconocimiento, Alana. Porque, aunque los tratamientos no funcionaran en ti, sí funcionan en otros pacientes —me aclaró de manera tranquila.

Lo decía con tanta facilidad, y yo solo podía pensar que me había convertido en un experimento de laboratorio. Lo único bueno era que había ayudado, indirectamente, a otras personas.

Empecé a buscar en la habitación blanca algo conocido, un rastro de mi familia. No entendía por qué no había nadie conmigo.

—¿Buscas a tu familia? —preguntó Bastien, al notar el movimiento de mis ojos.

Parpadeé una vez, y él asintió con tranquilidad mientras revisaba mis signos vitales. Qué horror estar en una cama sin poder moverte, a merced de un desconocido.

—No están —me dijo, mientras una enfermera entraba en la habitación con una bandeja de medicamentos.

Eso era todo. Estaba allí con un extraño, y mi familia me había olvidado. Mi mente seguía confundida.

6.El Alfa ImplacableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora