Capítulo 3.5 El tiempo ya pasó

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Como me había comprometido a preparar los desayunos y cenas de Nick, siempre estaba pendiente de que comiera adecuadamente. Le preparaba el desayuno y le llevaba la cena a su estudio todas las noches.

-Me gusta tu lobo -le dije mientras él comía y yo observaba el lobo en la pared de su estudio.

-Es de platino -respondió sin dejar de comer.

-Creí que era de plata -le dije con sorpresa.

-El platino me gusta más; es un metal más raro, más duradero y resistente a la corrosión -me aseguró mientras lo miraba.

-Pues es hermoso -le dije sonriendo.

-Gracias por la comida -dijo, dejando el plato a un lado.

-Me gusta cocinar. Aprendí por mis sobrinos, siempre les preparo cosas con formas de animalitos -le dije alegre, recordando a mis tres pequeños traviesos.

-Eso te emociona -comentó Nick, analizándome.

-Sí, mucho -le respondí sonriendo.

-Es dulce de tu parte -me dijo con melancolía.

Terminé de recoger todo y tomé la bandeja, dirigiéndome a la salida. Nick siempre hablaba conmigo, pero de manera fría. Entendía su resentimiento. Lo había abandonado, a pesar de que él siempre había dado todo por mí.

Tomé una suave respiración y, antes de salir de su estudio, me di la vuelta para mirarlo.

-¿Nick? -le dije suavemente, sosteniendo la bandeja con fuerza.

-Dime -respondió sin apartar la vista de la computadora.

-Lo lamento -le dije con nostalgia y arrepentimiento.

-¿Lamentas? -dijo, confuso, mirándome intrigado.

-Haberme ido hace cinco años -aclaré, y él me miró aún confundido.

-El tiempo ya pasó -respondió fríamente.

-Lo sé y no puedo hacer nada, pero lamento haber arruinado nuestra relación. Fue hermosa y lo mejor de mi vida. En ese momento, pensé que era la mejor decisión -le dije rápidamente, nerviosa.

-¿Decisión? -preguntó con seriedad.

-Para dejarte libre -le aclaré con tristeza.

-Me confundes, Alana -dijo pensativo.

-Solo quiero que sepas que te amo y que nunca dejé de amarte. Eras el novio perfecto. Cuando tenga el valor de decirte la verdad, espero que puedas perdonarme -le dije apresurada, abriendo la puerta y saliendo.

-Alana -me llamó, pero prácticamente corrí con la bandeja hacia la cocina.

Por suerte, Nick no me siguió, así que solo dejé las cosas en la cocina y me encerré en mi habitación. Había sido precipitado decirle todo eso. Cada vez que lo veía y era amable conmigo, solo pensaba en lo estúpida que había sido al dejarlo.

Al día siguiente, tenía tanta vergüenza con Nick que terminé enviándole el desayuno y la cena sin verle. Aproveché para dar vueltas por la manada. Me encantaba ver lo trabajadora y organizada que era la gente.

-Señorita Alana -me saludó Olga, entusiasmada, mientras cargaba a su bebé.

-¡Olga! -le dije acercándome.

Olga me contó que algunas madres solteras proponían poner una guardería en una de sus casas y contribuir entre todas con los gastos. No entendía por qué debían sufrir por la falta de recursos.

-Pensé que, si hablo con el alfa, podrían reabrir la guardería -le dije suavemente.

Había hablado con mi hermano sobre el dinero que me dejó mi papá, y él me decía que podía gastarlo como quisiera. Decidí contribuir ayudando a la manada.

6.El Alfa ImplacableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora