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Que Dante no nos haga daño al salir del edificio no es ningún alivio

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Que Dante no nos haga daño al salir del edificio no es ningún alivio. Tampoco me calmo cuando me entregan a Finn por sus órdenes. Mi cuerpo tiembla como si me estuviera congelando, pero no hay más que rabia en mi interior. Si mi hijo no estuviera en mis brazos, le arrancaría la cabeza a ese maldito traidor en este mismo instante.

Un hombre me empuja hacia un auto. Los otros se van mientras Dante arregla algo en los asientos. Una vez sale del vehículo, lo miro a los ojos.

—¿Dónde están mis padres? —pregunto entre dientes.

Sonríe burlón.

—Si lo supiera, ya estarían muertos, ragnetta.

Jadeo y doy un paso atrás, chocando con el mismo hombre. Me alejo de un salto y sujeto con fuerza a Finn. Miro otra vez al lunático.

—¡Déjame ir!

Dante mira fijamente al hombre que está detrás de mí y asiente. Un trozo de tela me tapa la boca al mismo tiempo que Dante me arrebata a Finn de los brazos. Aprovecho la oportunidad, doy media vuelta y golpeo al hombre en los testículos y luego en la nariz.

Nunca pensé que ese movimiento me funcionaría.

Al volver a girarme para recuperar a Finn, el lunático apunta un arma cerca de mi rostro y mantiene a mi hijo apegado contra su cuerpo.

Su sonrisa me pone la piel de gallina. Mi estómago se encoge.

—Tú eliges, Lana. —Algo hace clic cuando mueve su pulgar—. ¿Serás una buena chica o tendré que recurrir a métodos desagradables?

—¿Qué quieres de mí? —grito—. Te di todo lo que tenía. ¡Déjanos ir!

—No todo, ragnetta. Si así fuera, no estaríamos en esta situación

Podrías haberlo tenido todo. Ahora ya es tarde.

Su mirada se endurece y su mandíbula se aprieta.

—Entra al auto, Lana.

—No.

—Deja de ser una malagradecida y entra al maldito auto.

Entrecierro los ojos.

—No te tengo miedo. No te atreves a dispararme.

Dante mira por encima de mi hombro, apunta y dispara a lo lejos. Doy un salto del susto. Finn comienza a llorar, y cuando estoy por alcanzarlo, el cañón del arma me toca la frente.

Va a matarme.

«Oh, Dios».

— ¿Harás lo que te digo o tendré que obligarte?

Trago saliva y me acerco al hombre detrás de mí sin oponer resistencia. El rostro de Dante permanece serio cuando mira al tipo y asiente una vez más. Este último vuelve a poner el paño en mi boca. No puedo contener mis lágrimas.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora