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Estoy frustrada, caliente y sola

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Estoy frustrada, caliente y sola. Perdí el control de mi cuerpo después de la cita con Angelo.

Todos los días, en algún punto de la tarde, me acaloro tanto que estoy por ceder ante Dante y suplicarle que me haga sentir otra vez. Y por las noches, cuando ya estoy más calmada, caigo inconsciente hasta el día siguiente.

De ahí viene mi frustración. Por suerte, a Finn no le ha ocurrido nada mientras duermo.

Mi madre aún no está a salvo o no quiere verme. Es la única persona que podría estar de mi lado, ya que incluso Finn prefiere a Dante.

De ahí mi soledad. Ni siquiera mi propio hijo me apoya.

Angelo está cada vez más apegado a mí, y no me gusta. Ya no confío en él.

Todos los días, cuando me despierto, Javier ya está frente a mi puerta y me sigue a todas partes, como un perro guardián. Incluso cuando Angelo me trae el desayuno. La única vez que no está presente es durante el almuerzo, cuando estoy bajo la mirada de Dante.

Y desearía tener dicha mirada entre mis piernas, con su lengua probándome mientras me acaricia con su mano libre.

«Detente».

«¿Quieres que me detenga, amore? ¿O quieres correrte sobre mis dedos?». Responde la voz burlona de Dante.

¡Dios! Me estoy volviendo loca. Esto es síndrome de Estocolmo. Puedo sentirlo; debe serlo, porque, aunque creo que me dijo la verdad el otro día, nada de esto me parece bien.

Dante no ha hecho más que evitarme desde que Angelo me besó. Lo he encontrado vigilándonos desde su habitación. Ya ni siquiera almuerza conmigo. En cuanto llego, él se va. He contemplado la idea de tirarle el almuerzo a la cabeza.

Hoy no le dejaré opción. Cederá. Haré lo que sea para tenerlo entre mis piernas. Estoy desesperada. Una ducha de agua fría había sido suficiente los días anteriores, pero hoy siento como si me estuviera quemando viva y lo único que puede calmar mi necesidad es él.

Dante:
Estoy almorzando.

Se me acelera el corazón. Es momento de humillarse... por última vez, espero.

Intento verme en el espejo, pero estoy tan caliente que se me nubla la vista.

Alguien toca la puerta.

Signorina...

Antes de que termine de hablar, abro. Greta lleva una bandeja con comida para Finn, como todos los días a esta hora.

Esto ya es parte de nuestra rutina: ella viene a cuidar de mi hijo, y yo voy a molestar al suyo. Hay días en los que nos quedamos en la habitación para practicar inglés. Gracias a eso, he aprendido algo de italiano. Ahora puedo cantarle a Finn «'O sole mio» sin cometer errores.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora