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Tres semanas después del rescate, solo puedo ver a Lana a través de una ventana

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Tres semanas después del rescate, solo puedo ver a Lana a través de una ventana.

Cada vez que las flores en su velador empiezan a secarse, entro a cambiarlas mientras duerme. La primera vez lo hice mientras estaba despierta y me lanzó el florero a la cabeza.

Casi no habla, no sonríe, no se ríe... No es ella.

Sé que es normal, sobre todo en su caso, con otro abuso igual de fuerte que nunca trató. Ambos deben estar arruinando cualquier pensamiento positivo que pueda tener.

Las enfermeras me dijeron que despierta de noche gritando o llorando. Ha estado recibiendo el tratamiento que siempre necesitó, pero no mejora. Temo que intente suicidarse si encuentra la oportunidad.

No puedo entrar a verla, Finn tampoco. No sé cómo reaccionará si lo ve y no puedo arriesgarme a que algo le pase a él. No sé cómo dividirme entre las necesidades de ambos.

Lana está a salvo, pero más alerta que nunca.

Las heridas en su cuerpo no tardaron en sanar. Estuvo deshidratada y desnutrida. No quiero ni imaginarme qué es lo que le hicieron ahí dentro.

Quiero quedarme con ella por las noches, pero no puedo dejar a Finn solo en casa. También ha tenido mal dormir últimamente, y no quiero pensar en la posibilidad de que Tara le haya hecho algo.

A pesar de la desnutrición y la deshidratación, Declan admitió que no querían romperla. Querían mantenerla con vida, pero sumisa.

No importa cuánto tiempo pase, no importa durante cuánto tiempo los torture, nada compensará esos dos meses que la mantuvieron encerrada.

—Señor...

Suspiro. Javier también ha sido un dolor de cabeza estas últimas semanas. Todos los días, cuando no está con Declan y Tara, insiste en quedarse a cuidar a Lana para que yo vaya a ver a Finn.

Todos los días a la misma hora.

Si no creyera firmemente que no se siente atraído las mujeres, no lo dejaría ni a diez metros de Lana.

Agradezco su ayuda, pero quiero que me dejen lidiar con esto solo.

—Aún no son las diez.

Javier se acerca un poco más.

—El irlandés quiere hablar —susurra.

—¿Lo dijo?

—Sí. Quiere darle todo lo que tiene a cambio de una última comida.

Asiento. Algo saldrá mal de esto.

Miro a Lana. Sus manos están amarradas a la camilla. La última vez que la soltaron arañó a una de las enfermeras. Supliqué que no lo hicieran, que si necesitaban algo de ella me llamaran y yo la calmaría, pero no me escucharon.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora