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—¡La pobre chica está aterrada!

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—¡La pobre chica está aterrada!

Gruño y termino lo que queda de whisky en el vaso.

—Estará bien.

Estoy cansado, no he dormido, igual que Lana, pero lo llevo un poco mejor que ella.

Mamá rodea el sofá y me lanza una mirada fulminante. Pongo los ojos en blanco. Va a soltarme algún sermón innecesario sobre todo esto. Sé lo que hago, sé lo que quiero conseguir y sé lo que Lana necesita: tiempo y confianza.

No tenía planeado que me tratara así. Pensé que nuestro reencuentro sería mucho más romántico y apasionado. No esto.

—Me apuntó con unas tijeras, ¿crees que eso es estar bien?

—Está aterrada porque le llenaron la cabeza de mentiras. —Dejo el vaso en la mesa de centro y me pongo de pie—. Estará bien, mamá. Solo necesita acostumbrarse.

Se cruza de brazos.

—No sé qué estás haciendo, Dante, pero Francesco estaría decepcionado de cómo la estás tratando.

Entorno los ojos hacia ella.

—No metas a papá en esto.

—Ya lo hice. O le explicas a esa chica lo que está pasando, ¡o lo haré yo!

—¡No puedes!

—¡Dante!

—Solo necesito unas semanas. Sabes cómo funciona esto.

Suspira y sacude la cabeza.

—Solo espero que sepas lo que haces, hijo. Porque ni ella ni yo te entendemos.

 Porque ni ella ni yo te entendemos

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Esta vez, yo le llevo el almuerzo.

Espero que se haya comido lo que mi madre le trajo antes. Si no, tendré que ponerme duro con ella. No puede ser tan orgullosa como para seguir hambrienta.

No tengo ni idea de lo que le contaron de mí para que me odie de esta forma. Ahora ni siquiera quiere verme.

Estoy a punto de llamar a la puerta cuando se oye un ruido sordo desde dentro. Finn empieza a llorar.

Intento abrir, pero está con seguro.

—¿Lana?

No responde.

Uso mis llaves para abrir.

Finn está en el suelo, llorando.

Suelto la bandeja en la mesa, corro hacia él y lo tomo en brazos. Me aseguro de que solo haya sido un golpe y nada más. Gracias a Dios puse una alfombra en esta habitación.

—Está bien, Finn —susurro—. Solo fue un susto.

Se esconde en mi cuello para seguir llorando. Un escalofrío agradable me recorre el cuerpo y lo abrazo aún más fuerte mientras lo muevo de un lado a otro para calmarlo.

«Aún huele a bebé».

Mi mirada se posa en Lana. Está profundamente dormida. El pijama deja al descubierto algunos moretones en sus brazos y piernas. El pecho se me aprieta, y la rabia hierve en mi interior.

Stefan debía sufrir más, mucho más. ¿Qué estaba ocurriendo dentro de esa casa? ¿Qué otra mierda pasé por alto?

Acuesto a Finn en la cuna y le entrego un peluche. Luego me vuelvo hacia Lana. Con cuidado, quito el cobertor de debajo de su cuerpo. Se queja, pero no se despierta. Siempre ha tenido el sueño ligero, pero todo lo que pasó ayer le ha pasado factura. No la culpo. Yo también estoy exhausto.

Debo aclarar las cosas con ella, pero no sé cómo hacerlo sin decepcionarla. Sin quitarle a su familia ni obligarla a quedarse aquí. No puedo decirle toda la verdad hasta estar seguro de que estará a salvo, sin importar la decisión que tome.

Cuando termino de arroparla, me acerco a su rostro y beso su sien.

Cuando termino de arroparla, me acerco a su rostro y beso su sien

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Vuelvo con Finn y lo tomo en brazos. Sus ojos azules están hinchados y su nariz húmeda. Lo limpio con mi manga y lo pego otra vez a mí.

—Dejaremos que mamá duerma —susurro, acariciándole la barriguita—, y tú vendrás a comer conmigo.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora