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Los golpes en la puerta me sobresaltan

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Los golpes en la puerta me sobresaltan.

—Lana, soy yo —dice Dante—. Necesito que bajes.

Suspiro y tomo a Finn en brazos. Me acerco a la puerta y la abro, dispuesta a espantarlo, pero ya no está.

Se tomó en serio el asunto de mantener su distancia.

Se me encoge el corazón, y también el estómago. ¿Por qué no me alivia que sea fiel a su palabra?

Bajo las escaleras. En la entrada se encuentran Dante y otros dos hombres: uno joven, rubio y algo delgado, el otro luce mayor, es moreno, más grande y corpulento que el rubio.

El moreno es el único que mantiene su mirada clavada en mí. Sus ojos azules son todo lo contrario a los de Dante; los más claros que he visto.

Dante me mira y da dos pasos atrás.

«Distancia».

—Lana, te presento a Javier. —Señala al rubio—. Este es Angelo. —Señala al mayor, que no deja de mirarme—. Estos serán tus guardaespaldas de ahora en adelante. Te seguirán dónde y cuándo quieras.

Angelo me regala una sonrisa coqueta. El calor sube a mis mejillas y río nerviosa. Se acerca a mí. Me agarra la mano y la besa, mirándome directo a los ojos.

—A sus órdenes, bella.

«Genial, otro italiano».

Me fijo en Dante. Tiene una mirada asesina entornada hacia nosotros. O, más bien, hacia Angelo.

Me pongo rígida y me centro en Javier. Asiente una vez con una sonrisa tímida. Luego vuelve a su postura erguida y a su rostro serio.

Creí que el joven sería más atrevido que el mayor. Aunque Ángelo no parece tan viejo, puede que ronde los treinta, y Dante tiene más o menos la misma edad.

—¿Eso quiere decir que ya puedo salir? —pregunto mirando a Dante.

Este se cruza de brazos y asiente.

Solo de día —recalca—. Ellos no estarán en las noches.

Inclino la cabeza hacia un lado.

—Pero acabas de decir...

Solo de día —repite entre dientes.

—No tengo problemas con repetir mi turno por la noche —dice Angelo sin despegar su mirada.

¿Me estoy volviendo loca o está insinuándose?

Solo de día —masculla—. No volveré a repetirlo. —Mira a Angelo—. Si me entero de que salió de noche, te lo descontaré de la paga.

Angelo asiente y me mira con una sonrisa arrogante. Un escalofrío me recorre el cuerpo y me vuelvo hacia Dante una vez más.

—Entonces... ¿Podemos salir ahora?

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora