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Siempre he tenido una fascinación por los ojos

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Siempre he tenido una fascinación por los ojos.

Quizás es el hecho que es lo último que vi de mi madre y de mi nonna, o que es lo que más odié de mí desde que soy un niño.

Los ojos son la ventana del alma. Papá me lo dijo. Sus ojos cafés eran tan cálidos como la leche de chocolate que mamá me daba antes de dormir.

Los ojos de mamá siempre me recordaron a mi nonna. El mismo tono gris. Brillantes y llenos de vida.

Aurora tenía los ojos verdes. Tan verdes como unas esmeraldas. Creí que nunca volvería a ver unos ojos como los suyos hasta que conocí a Lana.

Cuando la conocí, los ojos sin vida de mi arañita me miraron con tanta tristeza que se me rompió el corazón. Quería ver esos ojos florecer. Quería darle la felicidad que merecía.

Cuando la rescaté de la casa de Stefan, estaba exhausta. Sus ojos estaban llenos de vida, pero el cansancio era más fuerte que ella. Lo único que le daba vida en ese momento era Finn.

Y luego, en nuestro último día, murió otra vez. Sus ojos estaban vacíos. No había nada más que odio hacia mí por haberle mentido.

Quería matarme porque estaba muerta por dentro.

Por mi culpa.

No era mi intención herirla. Nunca pensé que lo haría. Quería decirle la verdad, pero ¿cómo podía hacerlo sin romperle el corazón?

Y ahora la perdí.

Necesito recuperarla. Necesito ver sus ojos resplandecientes.

No puede morir.

Me iré, haré lo que sea que quiera, pero no puede morir. Daría mi vida por la suya, no me importa. Solo devuélvanmela.

Aún no sé nada del paradero de Lana.

Algunos de mis hombres se negaron a pasar las fiestas con su familia y siguen trabajando, buscando información para cuando volvamos a los operativos. También algunos están yendo a las subastas y fiestas de los bastardos enfermos que dirigen las redes.

—¿Estarás ahí toda la noche?

La voz de mamá me saca de mis pensamientos. Finn y yo estamos sentados frente al árbol de Navidad que ya estaba instalado cuando renté la habitación.

Quería sacarlo, pero los ojitos de mi hijo brillaron con tanta fascinación que decidí dejarlo tal y como estaba.

—¿Qué más puedo hacer?

—Dormir. Descansar.

¿Por qué lo haría cuando Lana no puede?

—No lo necesito. Estoy bien.

Mamá se acerca y se arrodilla a mi lado. Acuna mi rostro en sus manos.

—Entiendo cómo te duele, cucciollo, Pero no puedes hundirte.

Niego con la cabeza.

—Ella es el aire que necesito para mantenerme a flote. Sin ella no hay nada, mamá.

—Tienes a Finn, Dante. No puedes decir eso.

Alejo la mirada.

—Ve a dormir. Me quedaré con Finn un rato más.

Suspira y me besa en la frente.

—Necesitas descansar. Ella me pidió que no dejara que te hundieras. Ella no quería esto.

—Se lo prometí y le fallé otra vez. Ni siquiera para cumplir mis promesas sirvo.

Suspira y se pone de pie.

—Las promesas no se pueden cumplir siempre, Dante. Lo único que tu padre te dijo fue que jamás debías prometer que volverías, sabiendo que cualquier cosa podía ocurrirte.

—Pero le prometí que...

—Lo sé. Y tu padre le prometió a mi hermana que jamás me tocarían, y lo hicieron.

»No eres un superhéroe y lo sabes. Todos tenemos un límite, y ahora mismo estás cruzándolo por ella, Dante. ¿Qué vas a hacer si no lo logras?

«Acompañarla».

—No quiero hablar de esto.

—Lo haremos en algún momento.

—Pero no hoy. Buenas noches, mamá.

Suspira y se va a la habitación.

Ni ella ni yo estamos de ánimo para celebrar.

Finn debería estar durmiendo, pero no puedo llevarlo a la cama aún. Mañana por la noche volverán a Londres, a casa, y yo me quedaré aquí buscando a Lana.

No saqué fotos, tampoco tengo algo que pueda dar indicios de que hoy fuera Navidad. No quiero que recuerde esta Navidad. No quiero que ninguno de nosotros lo haga.

La culpa me está comiendo vivo. Lana hizo mucho más por Finn que yo. Yo soy el que debería estar por morir. Si ellos estuvieran juntos, Lana habría celebrado con él, incluso si yo estuviera muerto o desaparecido.

La diferencia entre ella y yo es que ella puede funcionar sin mí, pero yo no puedo funcionar sin ella.

Lana es el aire que respiro; tiene mi corazón y mi alma. Sin ella, no existo.

No puedo perderla dos veces a manos de ellos. Simplemente no puedo permitirlo. Prefiero morir antes de asumirlo. No sé cómo continuaré si no logro salvarla. El vacío y la sed de sangre que dejó la muerte de papá no se comparará a la persona en la que me convertiré si la encuentro muerta.

Mi teléfono vibra. Lo saco, esperando que sea una llamada de mis hombres, pero es otro archivo adjunto en mi correo que debo obligarme a revisar.

«Feliz Navidad».

La abro lejos de Finn.

Imágenes de Lana. Una en un charco de sangre, con el cabello sobre su rostro. Otra donde la están violando. Otra de ella con un arma en la boca mientras mira la cámara, con su rostro amoratado y sus ojos rojos. Más fotos de ella siendo torturada. Sin vídeos, sin algo que los delate.

El dolor se apodera de mí. Me siento culpable, pero sé que incluso de no haberme enamorado de ella habría llegado a un destino peor. De no haberme enamorado de ella, quizás jamás la habría podido sacar del círculo en el que vive.

Yo puedo salvarla. No importa cuánto tarde, la sacaré de ese lugar.

Lo juro por mi vida.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora