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Odio a Dante

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Odio a Dante. A él, a sus guardaespaldas y a sus cocineros. ¿Me hace mala persona odiar a Greta también? No ha hecho más que ayudarme con Finn—más que nada dándome consejos—y ha respetado la distancia... Aun así, no confío en ella y sé que, si hay que elegir, se pondrá del lado de ese imbécil. Es su hijo, después de todo.

He querido llamar a mi madre, pero no hay ni un maldito teléfono cerca. También he intentado escapar, pero con Finn tan pequeño—y grande al mismo tiempo—es complicado hacerlo sin llamar la atención, ya sea de los guardias que custodian la entrada o del lunático que me tiene cautiva.

Dante avisa todos los días que saldrá y en esos momentos me asomo por la ventana para ver si puedo recorrer la casa sin riesgo de toparme con él. Hiervo en rabia cada vez que lo encuentro mirando en mi dirección, y cuando levanta la mano para despedirse se asoma un malestar en mi estómago.

En una de mis «expediciones» dentro de casa, encontré una habitación llena de cosas sexuales. Si algún día le dirijo la palabra tendré que exigirle que cierre la puerta con llave. No quiero arriesgarme a que Finn entre y vea sus perversiones.

Salgo de la casa y sigo el camino de cemento hasta llegar a un quiosco. A unos metros, rodeada por una valla, Hay una piscina enorme. Desde aquí se ve la entrada al terreno, un establo, más animales y un invernadero. El lugar es gigantesco. Incluso hay un bosque cerca. Greta dice que estaba ahí cuando construyeron la casa y su esposo no quiso deshacerse de él.

El establo es lo que más disfruto ver, sobre todo cuando Dante acicala al caballo más grande y aterrador que he visto en mi vida... Aunque no he visto muchos caballos, solo por televisión.

Cree que pasa desapercibido cuando llega, pero solo me quedo rondando lejos de él. A veces monta a caballo, a veces camina hasta llegar a la granja... o se queda mirándonos desde lejos como un acosador.

¿No puede ser un tipo normal, con una casa enorme, que disfruta de la compañía de animales?

Me recuesto en una de las sillas. Finn duerme sobre mi pecho. El sonido de las hojas moviéndose, el viento y su respiración profunda me tranquilizan.

Esta podía haber sido mi vida.

Si las cosas hubieran sido distintas, podría haberlo perdonado. Pero es un maldito mentiroso, y lo único que sabe hacer es utilizar hasta que se aburre.

Jugó conmigo durante tres meses. ¿Cuánto tardará esta vez en deshacerse de mí?

Dante no asesinó a Stefan para salvarme, lo hizo por su egoísmo, porque era un obstáculo para él. Si no, ¿por qué esperó hasta ahora? ¿No podía matar a mi esposo el día de nuestra boda?

No me quería ni se preocupaba por mí, y eso me quedó claro en el banquete de mi matrimonio, cuando brindó por nosotros con una sonrisa en el rostro. Si me hubiera querido, habría parado el baile; habría provocado el caos...

Pero no lo hizo.

Si sus acciones de hace unas semanas hubieran sido por mí, no habría tardado tanto. Si me amara, no habría permitido que Stefan me maltratara como lo hizo. No me habría enviado esos mensajes, no me habría dejado sola el día que nació Finn... no habría permitido que Stefan hiciera a Finn en nuestra luna de miel.

Quería hijos de Dante. Lo quería a él como el padre de mis bebés, no a Stefan. Cuando supe de mi embarazo, creí que odiaría a Finn con todo mi corazón por ser hijo del hombre que me compró, pero mi bebé no se parece en nada a su padre. Espero criar a alguien mejor que él. Incluso mejor que el Dante que conocí.

Él no le romperá el corazón a nadie. Tampoco utilizará a las mujeres como ambos me usaron a mí. No lo criaré en este infierno.

Finn despierta. Lo siento en mi regazo y tomo sus manitos. Ríe mientras le hablo con voz tonta. Es todo lo que he hecho estos días: refugiarme en el amor que le tengo.

Odio esto, pero no puedo hacer que él también viva como un prisionero. No lo criaré como me criaron a mí.

El motor de un auto en la entrada interrumpe el silencio. Suspiro.

—Fin de la salida, monstruito.

Lo dejo en el césped para que gatee. Llevo semanas dejando que experimente con su entorno y con la comida. Greta lo aconsejó un día que me encontró batallando por mantener a Finn limpio. Dijo que era parte de crecer.

Avanzo a paso lento. Tengo la esperanza de que se levante y camine hacia mí, pero hasta ahora no ha dado indicios de que quiera hacerlo a menos que esté tomando su mano. Lo único que hace es gatear rápido mientras ríe y babea.

Él es la única razón por la que sonrío en esta casa.

Han pasado casi dos meses desde que estoy aquí. En una semana es su cumpleaños. Durante estos días me he dado cuenta de que la muerte de Stefan no me afectó tanto como pensé que lo haría. No estuve de luto. Al fin y al cabo, es uno más de mis abusadores. Sí, lo lamento por Finn; crecerá sin un padre, pero no puedo decir que estoy triste por eso. Es agradable ver mi cuerpo sin moretones, no sentir el dolor de sus golpes, no tener a nadie despertándote en medio de la noche porque quiere usarte sin importar si estás cansada o adolorida, o aunque estés con tu bebé al lado.

Siempre fui un juguete sexual para él. Una molestia que le dio un hijo. Una carga que merecía ser golpeada. Un objeto que solo servía como un «contenedor de semen». Un estorbo que le quitaba dinero.

Pasar de una relación hermosa a algo como eso en un abrir y cerrar de ojos es de las peores cosas que me ha pasado.

Dante me hizo tocar el cielo, pero también me dejó caer en picada sin protección alguna. Hizo lo necesario para adueñarse de mí y el día de nuestra boda me desechó como a la basura.

Y aun así, no es suficiente para odiarlo con todas mis fuerzas.

Quizás la vieja Lana, esa que no tenía una vida más a su cuidado, se habría creído las mentiras. Tal vez estaría bien con ser parte de su juego. Sería más fácil salir adelante con la ilusión.

Pero ahora sé la verdad de quién es él. Sé cómo ganó todo su dinero y todo lo que hace cuando no está. Es un traficante de personas y no puedo tener a Finn cerca de alguien así. No me sorprendería que un día, cuando se aburra de todo esto, decida vendernos, como dijo que hace su gente.

Necesito hablar con mi madre. Ella me diría qué hacer.

Llegamos al porche, pero Finn sigue gateando por el césped con una sonrisa que me llena de vida. No puedo interrumpirlo.

Dante baja del auto y se acerca a nosotros. Finn cambia su dirección en cuanto se fija en él.

Algo, no sé si el miedo, la emoción o el cansancio, me impide moverme mientras mi hijo se aleja gateando hacia él.

Parece cansado y triste, también algo furioso, pero su mirada se fija en Finn cuando ambos se acercan el uno al otro. Su rostro se suaviza y ralentiza el paso en cuanto ve que mi monstruito se acerca a él.

¿Qué le molesta? ¿Por qué está triste? Quiero preguntarle, pero no debo acercarme. No debo volver a caer en sus garras. Acabaré desangrada con el filo de sus mentiras.

Dante se agacha con una sonrisa cansada.

Y mi hijo se pone de pie para ir caminando torpemente hacia el hombre que más odio en el mundo.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora