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2 años atrás

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2 años atrás.

Erik me lleva al vestíbulo. Uno de sus mayordomos me ofrece un vaso de champán.

Lo acepto, pero no beberé en casa de mi enemigo... aunque esté aquí para hacer los preparativos de mi boda con su hija.

Quedé flechado el primer día que la vi—hace cuatro años—y me destrozó el corazón ver lo rota que tenía el alma.

Estaba lista para morir.

Puedo imaginarme lo que vivió, pero nunca sabré qué tanta desesperación sintió. Lo único que me consuela es saber que asesiné con mis propias manos a todos los involucrados en su tortura.

O a casi todos. Su padre es el mayor culpable del asunto. Pronto también morirá.

Una vez que Lana sea mía, él pagará por todo lo que ha hecho.

Cuando la rescaté, me prometí que le enseñaría lo bien que se siente vivir. Lo mucho que una persona puede amarla, adorarla y cuidarla.

Llevo cuatro años planeando este momento. Cuatro malditos años en los que me preparé para recuperarla.

Una puerta se abre en el segundo piso y los nervios se apoderan de mi cuerpo.

Erik baja con una sonrisa falsa y, cuando llega a mi lado, mira también hacia arriba.

—¡Baja de una vez, mierda! —le grita en alemán.

«Mantén la calma, Dante. Necesitas ganarte su confianza».

—Haré lo necesario para irme de esta casa, ¡me tienes harta, maldición! —responde ella del mismo modo.

Sonrío. Tiene carácter.

Cuando por fin cede, mi arañita no levanta la mirada, se concentra en sus manos. No tiene idea de cómo me veo, de cómo la miro... Solo acepta su destino.

Haré que se enamore de mí. La sacaré de esta casa, aunque sea lo último que haga. No pude rescatar a su hermana, pero me encargaré de que ella esté a salvo el resto de su vida.

Llega frente a mí. Sigue sin mirarme.

—Míralo, mocosa —dice Erik, de nuevo en alemán.

Puto imbécil. Cuando me case con Lana pagará por todos los golpes, insultos y abusos que le hizo pasar.

Finalmente, obedece.

Sus ojos tristes se suavizan y brillan en cuanto me ve. No creo que me reconozca, tampoco deseo que lo haga. Saber quién soy solo le traerá recuerdos desagradables a diario.

Le regalo una media sonrisa y estiro la mano hacia ella.

—¿Puedo? —pregunto.

Asiente, aceptándola algo insegura. Me pregunto qué pasará por esa cabecita.

—Soy Dante Cassano. —Beso el dorso de su mano y la acaricio con el pulgar—. Un placer, ragnetta.

Su rostro se torna rojo. Mira a su padre, quien, con una sonrisa cínica, asiente.

—Encantada.

«¡Oh, su voz!».

—Se casarán en tres meses —avisa Erik—. Sé buena, püppchen.

Lana se tensa, pero no quita su mirada de la mía. Su padre se aleja.

Le doy un apretón de mano a mi prometida y me acerco a su oído.

El olor de su cabello me invade las fosas nasales. Si pudiera, me quedaría así el resto de mi vida.

Es tan suave.

Es tan hermosa.

Es tan mía.

—Solo sé tú, amore —susurro—. Estarás a salvo conmigo.

Su cuerpo se relaja y me regala una sonrisa genuina. Sus ojitos brillantes siguen igual de tristes que cuando la conocí.

La protegeré de todo mal.

Le enseñaré lo buena que puede ser la vida,aunque me cueste la mía.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora