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—Victoria —contesta sin emoción en su voz

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—Victoria —contesta sin emoción en su voz.

Se me humedecen los ojos y el corazón me da un vuelco. Pasé dos horas llamando a su número. Incluso llamé a mi padre cinco veces para asegurarme.

—Soy Lana.

—¡¿Lana?! —chilla y susurra—: ¿Dónde estás? ¿Te tienen secuestrada? ¿Estás bien?

Me río por lo bajo y sorbo.

—Estoy bien, mamá, tranquila... Solo quería escucharte; perdí mi teléfono y...

—¿Dónde estás? Tu padre y yo...

—No sé dónde estoy. —Es tentador pedirle ayuda, pero Dante tiene razón: no estaré así de segura en otro lugar. No puedo confiar en mi padre—. Aunque estoy bien, y Finn también; cumplió un año la semana pasada.

—¿Puedo ir a verte?

Cierro los ojos.

—No... pero yo puedo ir con ustedes. —O eso espero—. Necesitaré que me digas donde están.

Me muerdo las uñas. Conseguí mantenerlas sanas durante tres meses, pero después de apuñalar a Dante, recaí.

—No puedo decirte, cielo. No mientras haya peligro.

—¿Peligro?

—Sí, tu padre y Stefan confiaron en la gente equivocada. Hemos estado huyendo, cambiando números, direcciones... —suspira—. Es un desastre. Cambié de teléfono, pero sabía que me llamarías en algún momento, así que mantuve este escondido.

Se me aprieta el estómago.

—Lo siento.

—No te preocupes por nosotros. Preocúpate de Finn y de tu vida. ¡Ahora eres libre!

Frunzo el ceño.

—¿Qué?

—Estás muerta —dice, emocionada—. Seguirás muerta. Tu secreto está a salvo.

—P-Pero llamé a papá, y ya sabes cómo es. Verá tu teléfono, preguntará quién intentó contactarlo y...

—Y si tu padre menciona algo, robaré una de sus armas y yo misma le volaré la cabeza —susurra en tono amenazante.

Resoplo. No lo hará, pero aprecio que lo considere.

—Gracias mamá. —Respiro hondo y añado—: Por favor, háblame cuando estén a salvo.

—Te llamaré a menudo. Tú no intentes llamarme.

Y cuelga.

Miro el techo. Finn balbucea a mi lado mientras golpea sus juguetes.

Lana Müller ya no existe.

Es lo que quería... pero ¿qué se supone que debo hacer ahora? ¿Quedarme encerrada el resto de mi vida? ¿Aceptar todo lo que Dante me ofrezca?

No tengo nada. No tengo ni idea de cómo trabajar con Finn. No puedo dejarlo en una guardería. No puedo confiar en un lugar como ese. Si algo le llegara a pasar, no sabría qué hacer, a quién recurrir. Nos destrozaría a ambos.

Restriego mis ojos. Tampoco sé vivir sola.

No tengo estudios, ni apoyo familiar, ni amigos...

Estamos solos.

Tal vez podría apoyarme en Dante por un tiempo, pero... ¡No! ¿En qué estoy pensando?

Mi teléfono vibra.

Gruño. Sé quién es. No debería sentirme emocionada por recibir un mensaje suyo... ni siquiera considerar al imbécil como una opción para salir de esto. En primer lugar, es él quién me puso en esta posición.

No puedo confiarle a mi hijo, no después de todo lo que ha hecho.

Pero puedo utilizarlo hasta que decida qué hacer.


Dante:
Estoy en mi habitación, puedes bajar cuando gustes.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora