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—¿Qué es todo esto? —pregunto mientras vacío los paquetes de dulces que trajo Javier

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—¿Qué es todo esto? —pregunto mientras vacío los paquetes de dulces que trajo Javier.

—Productos chilenos. Mi madre fue hace poco de visita y volvió con dulces que no comeré.

—¿Chile está en...?

—Sudamérica.

—Cierto. —El calor se apodera de mis mejillas—. Lo siento, no fui a la escuela.

—Hay gente que fue a la escuela y aun así no sabe dónde está —responde sonriendo.

Los Cheetos se me caen al piso. Javier corre a tomar una escoba y se pone a barrer.

—¿Eres de allá?

—No, yo no. Mi madre lo es —explica—. Nacimos aquí, mi hermana y yo, luego todos nos fuimos a chile. Al final mi mamá decidió volver aquí cuando cumplimos doce.

—¿Hablas español?

—Sí. —Sonríe—. Y bueno, mi mamá sigue viajando y cada vez trae dulces para mí, mi hermana, y para el refugio. Las niñas suelen pelearse por estas cosas.

Enarco las cejas. Miro los cuencos con comida y dulces. Todos se ven deliciosos,

—Prometo que todo es muy rico —dice ante mi mirada.

Le sonrío.

—No lo dudo. Aunque creo que lo que más me gustan son estas cosas. —Le enseño una galleta bañada en chocolate antes de llevármela a la boca—. No me sorprende que se peleen por ellas

Se ríe.

Ambos vamos a la sala con los cuencos llenos de dulces. Finn está chupando un trozo de manzana y Greta prueba unas gomitas redondas.

Hace una mueca. Javier y yo contenemos una risa.

Acido. Están... —Sacude la cabeza—. No, suficiente para mí.

Me siento. Finn corre hacia mí, balbuceando «mamá». Su rostro está lleno de saliva y pegajoso. Lo seco con la manga de mi camiseta antes de darle un beso en la frente.

Greta se encarga de buscar algo en la televisión, Javier apoya uno de los cuencos en sus piernas y empieza a comer. Yo lo único que quiero es sacar más información de ambos y distraer mi mente.

—¿Cómo llegaste a la organización? —Le pregunto a Javier—. Eres joven, no creo que cualquier persona diga un día «voy a matar gente mala» y se enliste a algo así.

Se ríe y sacude la cabeza

—Dante se volvió mi modelo a seguir. Cuando llegó a casa a decirnos que rescató a Liz, sentí esperanza por primera vez en muchos meses. Pero nada me preparó para lo que vino después: noches de llanto, intentos de suicidio, pesadillas... Sentía su sufrimiento, aunque no soy capaz de imaginar qué atrocidades le hicieron.

»Liz y yo estábamos prácticamente solos. Mi madre, a pesar de estar encantada con la noticia de haber recuperado a su hija, no volvió en sí. Perdimos mucho esos meses que estuvo desaparecida.

»Mi hermana se sentía culpable, así que llamó a Dante y le pidió ayuda. Dijo que no quería estar cerca de nosotros porque le recordaba todo lo que ella ya no era, así que su opción fue ir al refugio.

»Yo quise ir con ella. Le supliqué que me dejara acompañarla y Dante accedió. Casi no pasábamos tiempo juntos. Yo estaba con los chicos y ella con las chicas.

—¿Los separan por género?

Asiente.

—Solo las habitaciones. Hay un bloque para mujeres, otro para hombres, otro para bebés. Todos se dividen por edad. Algunos se quedan ahí para ayudar y trabajar, como mi hermana.

»Y bueno... un día la encontré llorando cerca de la entrada. Me gritó, yo a ella. Estaba desesperado por recuperarla, pero ella se negaba a reaccionar. Llamamos la atención de los guardias y las cuidadoras. Dijeron que llamarían a Dante y entré en pánico —resopla—. Creí que me regañaría, que sería duro conmigo o algo, pero nos contuvo, sobre todo a Liz.

»Cuando logramos calmarnos ella se fue, pero Dante pidió que me quedara. Pasó varios minutos explicándome cómo se sentía ella, que quizás lo mejor era alejarme del lugar, que necesitaba tiempo. Me aseguró que las puertas siempre estarían abiertas en caso de que quisiera verla. Al inicio no quería irme, pero entendí que no debía ser egoísta y le di el tiempo que necesitaba, aunque me doliera.

—¿Volvió a casa?

Niega.

—Allá hizo amigas; estaba tranquila y segura de que nada ocurriría. Admira tanto a Dante que cree que es intocable y todos le temen, así que decidió quedarse y nosotros tuvimos que aceptarlo.

»Seguí yendo a verla todos los días, ya que no tenía mucho que hacer. Un día, algo hizo clic y decidí que también quería darles a otras personas la posibilidad que le dieron a mi hermana. De alguna forma ambos quedamos atados a la organización luego de su rescate, y creo que fue lo mejor que nos podría haber pasado.

—¿De verdad crees eso? ¿Aunque puedas morir por intentar rescatar a alguien?

Sonríe.

—Si mi muerte significa que otra persona recuperará su vida, que así sea.

Cuando terminamos de ver la segunda película, Greta le enseña la habitación de huéspedes a Javier

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Cuando terminamos de ver la segunda película, Greta le enseña la habitación de huéspedes a Javier. Tuve que admitir que no tenía idea de cual era. Luego Finn y yo vamos a dormir a la habitación de Dante. Todos los días digo que es la última vez, pero es otra mentira.

He pensado toda la tarde en lo que Javier me dijo.

Mi padre y Stefan me recalcaron que Dante era un traficante peligroso. Por meses, no les creí. No les creí cuando lo vi en la recepción, o cuando no respondía los mensajes, tampoco cuando me envió ese mensaje diciendo que le daba asco.

Les creí cuando Finn nació. Stefan me dijo que debía tener guardias porque gente como él se robaba niños para venderlos. Poco después encontré una caja con regalos de Greta en mi habitación, lo que me confirmó que estaba rondando para robarse a mi hijo. Apenas pude dormir esos días, y cada vez que una enfermera entraba para llevárselo por las noches me ponía a la defensiva.

Me obligué a creerles, porque ya no podía fantasear con que llegaría a rescatarme. ¿Quién podría quererme con un niño que no es suyo? Me aterraba la idea de que Dante hiciera lo mismo que los caballos y matara a Finn para quedarse conmigo.

Podía estar enamorada de él, pero mi hijo y su bienestar siempre serán mi prioridad.

¿Cuántas veces mi familia me mintió? ¿Qué fue lo que en realidad pasó ese día? ¿Por qué Dante me compró? Estoy cansada de hacerme las mismas preguntas.

Con el pecho apretado, abrazo a mi hijo, cierro los ojos, y le ruego al universo que Dante vuelva a casa a salvo.

Tengo muchas preguntas que hacerle y mucho tiempo perdido que recuperar.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora