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Sus ojos resplandecen y se le escapa una risa emocionada

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Sus ojos resplandecen y se le escapa una risa emocionada. Dante estira sus brazos hacia Finn y, por mucho que quiera mantener a mi bebé lejos de él, no puedo interrumpir esto. Es algo con lo que soñé desde que me enamoré.

Se me aprieta el pecho. Nunca creí que me dolería tanto ver a mi hijo dar sus primeros pasos, pero tampoco creí que los daría con Dante.

A él lo imaginaba esperándome en el altar con ese mismo rostro brillante, o sosteniendo a nuestro bebé por primera vez, viendo los primeros pasos de nuestro hijo. Finn, para él, no es más que el hijo de un hombre al que asesinó.

Mi bebé llega frente a él y Dante lo levanta en sus brazos.

—¡Hai camminato, cucciolo! ¡Lo hiciste!

Se me encoge el estómago cuando Dante pega su frente a la de Finn y mi hijo queda manchado con...

Oh, mierda.

Dante está cubierto de sangre.

¿Es suya? No parece herido...

Oh, Dios, ¡Entonces mató a alguien!

¡Y ahora está con Finn!

Corro, ignorando cualquier sentimiento agradable y doloroso que me provoca la escena. Rodeo a mi hijo con los brazos. Finn se queja en voz alta, y el rostro de Dante vuelve a tener la apariencia triste de antes.

Me duele el corazón.

«¡Él no se merece tu lástima! ¡Mató a alguien!».

—Lana...

Su voz suplicante me produce un escalofrío, pero no cambio mi postura, aunque Finn esté por echarse a llorar estirando sus bracitos hacia el lunático.

No puedo negar que de algún modo se ha ganado el afecto de mi hijo... y no dejaré que vuelva a acercarse a él.

Le doy la espalda y entro a la casa.

—Caminaste, bebé —le susurro a mi niño, caminando a nuestra habitación.

Finn comienza a hacer un berrinche y se me hunde el corazón con sus gritos. No quiero esto. Está arruinando todo. Finn no se comportaba así cuando Stefan estaba cerca.

Las puertas se abren detrás de mí.

Amore, espera...

Subo corriendo y cierro la puerta tras de mí después de entrar en el dormitorio. Distraigo a Finn haciéndole cosquillas hasta que empieza a reírse.

—Diste tus primeros pasitos —lo animo—. Estás tan grande, mi vida.

Se ríe y estira sus bracitos hacia arriba. Lo acerco a mi pecho. La tristeza que llevo dentro crece como una avalancha.

Estoy en blanco. No puedo permitir que Dante se acerque a él, pero tampoco puedo salir de aquí.

¿Por qué soy tan inútil? ¿Por qué creí que sería buena idea tenerlo? No es que me arrepienta, pero los niños en mi mundo no crecen a salvo. Si hubiera sido una niña se la habrían llevado para darla en adopción, y al ser un niño, crecen para ser alguien sin sentimientos. Lo vi en mis hermanos y no quiero que mi hijo sufra el mismo destino. Se merece algo mejor... Y yo no puedo dárselo.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora