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—¿Cual es el trabajo, jefe? —Pregunta Angelo

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—¿Cual es el trabajo, jefe? —Pregunta Angelo.

Javier rueda los ojos y se cruza de brazos.

Los dos hombres frente a mí son completamente opuestos. Mientras uno es casi pálido y rubio, el otro es moreno y de cabello negro. Uno es pequeño, con un cuerpo fuerte, pero pequeño en comparación con el otro, que parece un gorila de dos metros y medio.

Javier, el rubio, me ganó en agilidad, velocidad y astucia. Fue lo suficientemente rápido e ingenioso como para derribarme. Me sorprende que apenas tenga veinte años. Me recuerda a mí cuando empecé, pero a diferencia suya, yo tenía a Francesco como mentor. ¿Cómo puede tener un buen entrenamiento?

Por otro lado, Angelo es un experto en fuerza bruta. Tuvieron que intervenir para evitar que me rompiera el brazo. Si alguien se acerca a Lana, él no tendrá problemas en mantenerlos a salvo.

Victoria le ha dicho que Lana Müller puede seguir muerta, pero los rumores sobre el incidente corren como el agua. La mayoría de nuestros enemigos saben que no me habría rendido, y ya sospechan que está conmigo. No permitiré que haya un precio por su cabeza por haberme enamorado de ella.

Suspiro y me pongo de pie.

—Serán guardaespaldas. —Les entrego a cada uno una carpeta con toda la información sobre Lana, sin fotos —. Deben cuidar de ella y de su hijo. Su difunto marido, Stefan Noskov, los vendió. Aquello resultó en una competencia para ver quién lograba llegar a ellos primero. Me adelanté y la saqué del lugar.

—Ella era su ex prometida, ¿cierto? —pregunta Angelo.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo sabes eso?

—Rumores

—¿El niño es su hijo? —pregunta Javier con un atisbo de emoción en su voz.

—No es de su incumbencia. —espeto—. Necesito que cuiden de Lana cada vez que decida salir de casa. Tiene permitido salir durante el día. Ustedes son libres de merodear por mis terrenos a su antojo, siempre atentos en caso de que alguien los descubra y manteniendo el ritmo de trabajo. Nada de tonterías o juegos.

»Les pagaré a ambos el doble por el servicio. Necesito que den su cien por ciento. Los dos. No pueden permitirse ni un error.

—¿Hay algo más que debamos saber de ella?

Asiento.

—Lana ha pasado por mucha mierda, así que no quiero saber que se pasaron de listos. Merece el mismo respeto que yo. No la toquen a menos que sea cuestión de vida o muerte, no la miren, no se atrevan a discutir con ella, y no intenten conseguir más de ella.

—¿Y si es ella la que se nos acerca? —pregunta Angelo.

Resoplo.

—Entonces se mantendrán profesionales. Ella es jefa de ambos. Su palabra tendrá más peso que la mía. Sólo pueden ignorarla si les sugiere mantener las distancias mientras están fuera. Eso está absolutamente prohibido. —Hago silencio hasta que asienten—. Bien. No hay mucho más que deban saber. Si alguien se acerca a ella diciendo que es amigo, no les crean. Lana no conoce a nadie.

—¿Está sola?

—Las hijas de traficantes no tienen voz, Javier. No van a la escuela, no salen de casa y no tienen amigos. Sus padres las criaron con la intención de venderlas a otros y mantener los lazos familiares. Estas hijas no tienen contacto con otros hombres que no sean los que las compraron. En el caso de Lana, ese aislamiento empeoró hace seis años.

»Así que sí, está sola. No puede confiar en nadie, ni siquiera en su madre. No dejen que se le acerquen, tampoco que alguien se acerque a ella, por inofensivo que parezca

Javier asiente sin mucho entusiasmo.

—¿Tienes experiencia, niño? —pregunto.

—No, señor... Pero tengo la habilidad necesaria para el trabajo.

Entorno los ojos hacia él. Su rostro me resulta familiar, pero ¿de dónde?

—¿Crees que eres capaz de matar a alguien?

—Si la situación lo amerita.

Angelo le da una palmada en la espalda y añade:

—No se preocupe. Si no lo es, lo haré yo en su lugar.

Javier lo mira con odio y se aleja unos centímetros de él.

Son como el agua y el aceite. Aunque dudo que se lleven bien, se complementarán... O eso espero.

—¿Alguna otra pregunta?

Angelo se acerca a mí con una sonrisa.

—¿Cuándo empezamos, jefe?

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora