Grita Por Mí (+21) [Terminado]

-86

Dos meses después.

Dante está en un rescate.

No quería dejarme solo, pero la última vez que fueron a uno sin él, varios hombres terminaron muertos y otros heridos, incluyendo a Javier.

El corte de cabello me dio paz por unas horas. Cuando cayó la noche, los pensamientos negativos se apoderaron de mi mente y vomité todo lo que tenía en el estómago. Veía a Tara cada vez que cerraba los ojos. Ya ni siquiera puedo recordar su rostro de cuando era niña.

Ahora que estoy un poco mejor, le pedí a Javier que me trajera al cementerio. Dante dijo que había enterrado a mamá y a Tara juntas, cerca de su familia. Me sorprendió que estuvieran aquí, siendo que son italianos, pero al parecer Dante no pisa Italia desde que asesinaron a su abuela. Francesco se aseguró de eso.

Me siento frente a la tumba de mamá y dejo a Finn entre mis piernas.

Le cuento todo lo que pasó después de su muerte. Se me quiebra la voz en el proceso. Finn se va a jugar cerca de las otras lápidas y no tengo a qué aferrarme, pero continúo.

Luego de un rato, cuando termino de desahogarme y llorar, Finn vuelve y se lanza a mis brazos. Sonrío.

—Dante me propuso matrimonio, esta vez se arrodilló y me dio un anillo. Dijo que solo seríamos nosotros, Greta, Javier... y creo que Imogen también.

Javier tiene una obsesión con ella que no quiere admitir. Ahora mismo ambos están a unos metros de nosotros, hablando debajo de un árbol.

La hermana de Javier, Dante y yo estamos haciendo todo para que Javier admita que siente algo por ella. Dante por celos, por supuesto. Cuando supo que Javier en realidad no era gay, se sorprendió—yo también—, y entró en pánico hasta que le hablé de Imogen. No ha dejado de planear cosas entre ambos desde entonces.

Vuelvo a mirar la lápida de mamá.

—Desearía que pudieras estar ahí. —Se me encoge el corazón—. No falta mucho, dijo que quiere hacerlo luego de que vuelva del rescate... Encontró el vestido que compramos las dos, también las flores. Usaré todo eso, aunque no hagamos una fiesta. Así te tendré cerca de alguna forma.

Suspiro.

Miro la lápida de Tara y no siento nada más que decepción. Quiero perdonarla, perdonarme a mí misma, pero será un camino difícil.

—¿A qué hora planeas volver a casa, amore?

Sonrío. Me doy la vuelta para mirar a Dante, pero Finn me gana, levantándose y lanzándose a los brazos de su padre.

—Creí que tardarías otra semana más.

—Todo fue más rápido de lo que creí. No hubo bajas... al menos de nuestro lado.

Resoplo.

—Entonces... ¿Es tiempo de la boda y de la luna de miel?

Sonríe e inclina la cabeza a un lado.

—No puedo ofrecerte una luna de miel aún, ragnetta, pero puedo hacer que te sientas en la luna de otras formas.

Sacudo la cabeza.

—No creo que sea algo apropiado para discutir frente a nuestro hijo y nuestras familias.

Se ríe y se sienta a mi lado, apoyando su cabeza contra mi hombro. Finn juega con los bichitos en el césped sin enterarse de nada.

—¿Sabes quién es la persona al lado de mamá?

Hay una lápida que dice «Mikhail Müller». Nunca me hablaron de algún tío, así que no sé si será parte de mi familia o solo es una coincidencia.

—Tu madre no me lo dijo. Solo dijo que quería estar con él.

Enarco las cejas.

—¿Crees que engañaba a papá?

Sonríe con tristeza.

—Hay algunas cosas que es mejor no saber, preciosa. Si ella nunca te habló de él, debe ser por algo.

Resoplo y lo abrazo. Ambos caemos de espaldas.

Lo miro a los ojos y acaricio la cicatriz de su mejilla.

—¿Esto es todo? —pregunto—. ¿Es el final?

Dante niega con la cabeza.

—Es el inicio, ragnetta. El inicio de nuestra vida juntos.