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Lo odio

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Lo odio.

Dice que me quiere a mí, pero es mi cuerpo lo que desea. Era obvio que haría cualquier cosa por tenerme para él, incluso matar a mi esposo. ¿Qué persona cuerda es capaz de comprar a otra?

Cuando mi padre me dijo que me comprometería, pensé que era un acuerdo entre familias para mantener las tradiciones. Me lo enseñó desde niña, me crio para ser una buena esposa. Estaba preparándome para casarme con Declan Byrne. Aunque ahora es el marido de mi hermana porque yo ya no era digna para él... no después del secuestro.

Cuando vi a Dante en la recepción de la boda, corrí hacia él, pero mi padre me cortó el paso. Me dijo: «Dante es uno de los traficantes de personas más buscados, püppchen. ¿Realmente creíste que dejaría que te casaras con alguien así?».

Mi corazón se rompió en mil pedazos, pero quería escucharlo desde sus labios. Quería que confesara que me compró, que quería venderme... Y no me dejaron ir.

Lloré durante tres meses. Cada noche, por el resto de la luna de miel, mientras él buscaba a otra para romperle el corazón, o eso oí.

Aun así, no me di por vencida, y cada día lo llamaba, hasta que recibí un mensaje que decía: «Ya no te quiero. Supéralo. Me das asco».

Fue el mismo día que supe de Finn. Apenas salí de la clínica le rogué que me hablara. Estaba aterrada. No sabía qué hacer... y esa fue su respuesta.

Ahora dice que me quiere. ¿Qué espera? ¿Que caiga de nuevo en sus redes? ¿Que vuelva a derretirme? ¿Que me abra de piernas para él? Puede irse al infierno.

Mi padre podrá venderme como si fuera un objeto, pero no permitiré que vuelvan a jugar conmigo, ni con mi corazón. Si quiere algo de mí, tendrá que forzarlo.

—Eres un lunático —digo apretando los dientes.

Está a punto de hablar cuando las puertas a mi lado se abren y entra un hombre de uniforme. Se vuelve para mirarnos y se ruboriza.

Oh, maldición. ¡Estoy en el pijama diminuto que Dante dejó en mi habitación!

En cuanto el idiota se aleja de mí, me cubro de una forma no muy sutil. No debería estar aquí, ¡qué vergüenza!

Empiezo a caminar fuera de la habitación, pero Dante me agarra de la muñeca y me tira hacia él.

—No he terminado contigo —susurra, luego mira al hombre que acaba de entrar. Ambos comienzan a hablar en un idioma que no reconozco. Tras unos segundos y un gesto de asentimiento, el hombre se marcha.

Me suelto de su agarre como si me quemara la piel.

—No vuelvas a...

—¿Los moretones que tienes, te los hizo él?

Bajo la mirada hacia mi cuerpo. Mierda. Todas las marcas que me dejó están visibles a causa del maldito pijama. Estaba tan cansada cuando me lo puse que lo pasé por alto.

—Yo no...

—¿Y así crees que estabas mejor con él?

Sacudo la cabeza.

—No estoy mejor en ningún sitio. ¡Solo quiero que todos nos dejen en paz a Finn y a mí!

Me doy la vuelta para ir a mi habitación.

—No tienes permitido salir del terreno, pero puedes salir a tomar aire —dice en tono indiferente—. Alguien llevará comida a tu habitación, también para Finn. Greta, mi madre, quiere ayudarte, ella...

—Si crio a un hombre como tú, no aceptaré su ayuda.

Doy un portazo y echo a correr escaleras arriba.

La mujer, Greta, está jugando con Finn, hablándole en italiano mientras mi niño ríe. Se me encoge el estómago.

Ella habría sido la abuela de mis hijos si Dante me hubiese amado. 

—Hola de nuevo —dice cuando se fija en mí.

Se esfuerza por no hablar en italiano, pero su acento permanece fuerte en cada palabra que dice.

—Agradecería que dejara de acercarse a mi hijo. Lo mismo va para el suyo.

Su expresión decae. Fuerza un asentimiento y se levanta. Mi corazón se encoge cuando camina hasta la puerta.

Antes de salir, dice:

Dagli una possibilità.

—Adiós, señora.

Suspira, cierra la puerta, y yo corro a ponerle seguro.

Me apresuro a abrazar a Finn. Le acaricio la cabeza y él me rodea el cuello con sus bracitos.

«Está bien. Estamos bien. Solo le dio de comer. No le hizo daño».

Las lágrimas brotan de mis ojos. Estoy harta de vivir así: con miedo, atrapada, dependiendo de las decisiones de los demás.

Me acerco a la ventana y fijo mi atención en Dante, que camina hacia el mismo auto negro que nos trajo ayer. Intercambia unas palabras con Alonso y ambos asienten.

Su mirada se encuentra con la mía. Una sonrisa burlona se dibuja en su rostro y se me pone la piel de gallina.

Se despide con la mano. Cierro las cortinas en respuesta.

Dante no me merece. Y yo no merezco a un traidor.

• • ❛ Glosario ❜ • •

Dagli una possibilità: Dale una oportunidad.

Püppchen: muñeca (Alemán)

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¡Hola! Decidí subir varios capítulos porque la mayoría eran cortitos. Seguiría subiendo, pero hay que darle suspenso al asunto.

¿Qué creen que pasará? ¿Qué opinan hasta ahora?

¡El lunes se vienen más capítulos! Adivinen cuantos.

Recuerden seguirme en Instagram para ver adelantos :) me encuentran como @ar.aravena 

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora