-Epílogo 1-

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10 meses después.

Esto no puede estar pasando. Simplemente no puede. ¡Estoy tomando anticonceptivos!

El palito que tengo en la mano tiene dos rayas.

Dos. Malditas. Rayas.

Me acerco al retrete y vacío mi estómago otra vez. Llevo dos semanas con náuseas y hace dos días comencé a vomitar.

Poco después de cortarme el cabello hablamos con Dante sobre los hijos. Me negué a tener más por el momento. Quería esperar. Finn aún está tan pequeño y no sé cómo será con una hermanita o un hermanito. Además, aún no me siento completamente bien. Me aterra salir sola —con Javier—. Aún estoy tomando medicamentos... Tendré que dejar de tomarlos, pero ¿y si todo esto empeora? ¿Qué se supone que haga?

—¿Lana?

La voz de Javier me devuelve al mundo real. Salgo a la sala y me mira preocupado.

—¿Está todo bien? No te ves...

—Estoy embarazada —susurro—. ¿Qué hago? Yo no... no sé...

—Oh... lamento decir que no soy bueno para aconsejar en estos casos, pero ¿felicidades?

Estoy perdida. Solo tengo un amigo y no es muy acertado en cuanto a mujeres se trata. Tampoco puedo ir con Greta. Le dirá a Dante. Y no sé si estoy lista para...

Dante entra con un ramo enorme de distintas flores rosas. Tulipanes, rosas, lirios...

Antes de que pueda mirarlo más detenidamente se acerca a mí, me agarra la cabeza y me besa rápidamente.

—Feliz Día de la Madre, ragnetta.

Mierda.

Mierda, mierda, mierda, mierda.

Miro a Javier en busca de ayuda. Se ríe y empieza a caminar hacia la puerta.

—Felicidades —dice antes de irse.

Dante sonríe. ¡No tiene idea!

¿Y si no quiere un bebé tampoco? ¿Y si me pide que lo aborte? ¿Podría abortar? Ni siquiera sé si lo quiero, pero no se me había pasado eso por la cabeza...

¿Y si me lo quedo? ¿Qué pasa con mi salud mental? El embarazo de Finn fue tan complicado, entre esconderlo, las citas al doctor, el día de su nacimiento... ¡Y cuando era bebé! Estaba sola todas las noches con él. Apenas pude dormir los primeros meses.

¿Y si fallo? ¿Si lo pierdo otra vez? ¿Y si muere? Y si...

—Preciosa, ¿qué pasa?

El rostro preocupado de Dante me rompe. Acaricia mi rostro y yo me echo a llorar.

—¿Hice algo?

Niego, pero después asiento. Es su culpa. No puedo embarazarme sola. Él lo hizo.

Suspira. Toma mi mano y me lleva al sofá. Deja las flores en la mesita de centro y, luego de sentarse, me acomoda sobre su regazo.

—¿Qué pasa, amore?

Me echo a llorar. Me acaricia la espalda y entonces se da cuenta de que tengo la prueba en el bolsillo trasero.

No hago esfuerzos por esconderla, tampoco se la quito cuando la saca de ahí.

Me llevo las manos al rostro.

—No sé qué hacer —lloro—. Lo siento.

—Pero preciosa, ¿por qué...?

—Estoy mal, no voy a ser buena, yo no... no sé qué hacer, Dante. Tengo miedo.

Suspira y me tira hacia atrás en el sofá. Quita las manos de mi rostro para que lo mire, pero no quiero, así que cierro los ojos con fuerza.

—Mírame, preciosa.

Niego.

Acuna mis mejillas entre sus manos.

—¡Mírame!

Entre sollozos lo hago. Los ojos de dante brillan con emoción.

Se me encoge el estómago. ¿Y si se decepciona una vez lo tengamos?

—Finn está bien, no ha pasado nada con él desde hace un año.

—Pero ¿y si...?

—No podemos guiar nuestra vida por suposiciones, lo sabes... pero te puedo asegurar, que sin importar lo que pase, nuestros hijos serán felices, confiarán en nosotros, y si tienen algún problema, nos lo dirán. Haremos todo lo posible para que ellos tengan todo lo que a nosotros no nos dieron.

»Puede que haya cosas que no podremos controlar, pero mientras los amemos incondicionalmente y al final del día tengan en quién apoyarse, habremos hecho nuestro trabajo. Y te prometo, preciosa, que haré todo lo que está en mi poder para alejarlos de toda la mierda del mundo. No importa cuánto me cueste.

Llevo las manos a su pecho.

—¿Lo quieres?

Asiente y me acaricia el rostro con el pulgar.

—Pero si no estás segura, es tu decisión... no pienses en cómo fue con Finn. Ahora tendrás los mejores doctores revisándote y no me separaré de ti.

—¿Lo prometes?

—Te lo juro... cuidaré de ustedes con todo lo que tengo.

Cierro los ojos y suspiro.

—Si es una niña...

—Le enseñaré a ser una mujer impresionante con la que nadie querrá meterse. Y si es niño, también. Mis hijos serán tan fuertes como sus padres.

—No soy fuerte.

—¿No? —sonríe—. Te recuerdo que los primeros meses que estuviste aquí fuiste un dolor de cabeza y casi me matas tres veces.

—Cedí de todos modos.

—Porque nunca dejaste de estar enamorada de mí... No dejaste que te quebraran. No dejaste que influyeran en ti. ¿Les creíste? Sí. Pero no te has dado por vencida, y sé que no lo harás.

»Ser fuerte no es no meterse en problemas o salir victoriosa de uno, va en cómo lidias con ellos. Sigues saliendo adelante a pesar de toda la mierda por la que has pasado. Eres una mujer fuerte.

Se sienta y me pone a horcajadas sobre él. Escondo la cabeza en su cuello.

—¿Estaremos bien?

—Más que bien... ¿Hace cuanto lo sabes?

Sonrío con tristeza.

—Me hice la prueba hoy. Llevaba una hora encerrada en el baño antes de que llegaras. Creí que podrías molestarte.

—Tonterías —se ríe—. Esta vez serás la mujer embarazada más mimada que haya pisado la tierra. Te vas a hartar de mí.

Gruño.

—¿Estás seguro de que vas a tolerarme estos meses? Puedo ser la persona más odiosa.

—Dame todo lo que tengas.

Me alejo para mirarlo.

—¿Tienes algún nombre en mente? 


Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora