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Despierto adolorida, sin ganas de levantarme y con la garganta irritada

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Despierto adolorida, sin ganas de levantarme y con la garganta irritada. Estoy abatida... de una buena forma. Me quejo en voz alta al estirarme.

A pesar del dolor, no dormía así de bien hace meses.

Cuando vivía con Stefan, todo lo que sentía era el dolor persistente y el recuerdo de una noche de tortura. Luego del nacimiento de Finn, apenas podía dormir dos horas cuando Finn dormía una siesta y Stefan no estaba. Me aterraba la idea de dejar a mi hijo solo con él después de todo lo que me hizo a mí, aunque, para mi sorpresa, nunca lo golpeó o hirió, solo lo asustaba con sus gritos. También se encargaba de darle regalos y llevarnos al médico cuando no estaba de viaje. Pero eso no compensaba ni los golpes ni las violaciones diarias.

Descansé un poco mejor cuando Dante nos trajo aquí, pero de todos modos no lograba descansar. Ni siquiera las noches donde caía muerta a la cama, al día siguiente despertaba con la cabeza a punto de explotar.

Pero hoy no hay preocupación, tampoco desesperación. Solo quiero ver a Dante. Hablaremos de Finn, de nuestra relación, de por qué me dejó y, luego de aclarar todo, decidiré qué camino tomar. No puedo dejarme guiar por el corazón esta vez.

Finn sigue durmiendo a mi lado. Me acerco a abrazarlo fuertemente. Es tentadora la idea de quedarme con él en la cama todo el día, pero no puedo aplazar las cosas con Dante.

Miro el reloj en el velador. Son las una de la tarde. Anoche nos dormimos alrededor de las cuatro de la madrugada.

Me sorprende que Dante no nos haya despertado a ambos para desayunar, ni siquiera con un mensaje. Greta tampoco se ha acercado a la habitación, al parecer. O quizás estaba tan cansada que no desperté cuando tocó la puerta.

Tal vez Dante tampoco se despierta aún y por eso no me ha enviado mensajes.

Busco mis pantuflas y voy de puntitas a su habitación. Toco la puerta, pero no hay respuesta. Empujo y, al entrar, me encuentro con una cama tendida y vacía.

Desilusionada, vuelvo a mi cuarto y veo a Finn estirándose como un gatito. Sonrío.

Diez minutos más tarde, ya vestidos, bajamos a desayunar. En el comedor me encuentro a Greta limpiando la mesa como si se le acabara el tiempo.

Buongiorno, signorina —dice con una sonrisa y la respiración agitada—. Lamento no llevarle el desayuno... ayer me dormí tarde y no desperté hasta hace poco.

Oh, entonces no subió.

Todos nos desvelamos anoche menos Finn. Ahora me siento un poco culpable y egoísta por dejarla cuidarlo. Debí aceptar la oferta de Dante para que así Greta durmiera en mi habitación.

—No se preocupe —la tranquilizo y añado—: ¿Ha visto a Dante? No me ha enviado mensajes y...

—Dante salió unos días, por trabajo.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora