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Debí saber que era una mala idea que los guardias fueran hombres

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Debí saber que era una mala idea que los guardias fueran hombres. Que trabajen para mí no quiere decir que mantendrán su polla en los pantalones.

Javier no ha mostrado interés, sino más bien incomodidad cuando Lana se pasea en ropa interior, pero Angelo se está ganando veinte balas la cabeza. He tenido que reunir todo mi autocontrol para no explotar. Si mi relación con Lana no estuviera en juego, ya le habría cortado las manos por tocarla y le habría sacado los ojos por mirarla cada vez que estaba cerca. ¿Y el día que la besó? Si no hubiera oído llorar a Finn, Angelo ya estaría muerto.

Respeto su espacio porque no quiero que reviva sus traumas. Si no hubiera tenido una vida tan difícil, la habría hecho mía de nuevo en cuanto hubiera dejado de llorar por Noskov. Él no merecía sus lágrimas después de todo lo que hizo, y yo habría ocupado su lugar con mucho gusto.

Odio que no me deje tocarla ni siquiera cuando ella quiere. Se miente a sí misma diciendo que es porque desea ver al monstruo que escondo. Lo hace porque me necesita.

Desearía poder entrar a su habitación y llevarla a rastras a la mía. Cogerla contra la pared, hacerla gritar tan fuerte que todos alrededor sabrían a quién le pertenece...

Y no puedo.

Llevo mucho tiempo siendo cauteloso para no causarle más dolor, y estoy cansado de toda esta situación. Quiero que me acepte de nuevo en su vida, nada más. Quiero que se dé cuenta de que hago todo esto por su bien, por el de ambos.

Vigilo a Lana desde la ventana de mi habitación mientras le enseña los animales a Finn. No le he dicho que monté con él el día de su cumpleaños; no sé cómo reaccionaría si se lo menciono. Prefiero mantenerlo en secreto hasta que me perdone.

Mientras Lana acaricia un conejo, Angelo está a su lado, con Finn en brazos.

La sangre me hierve. Debería ser yo quien esté en su lugar. Debería ser yo quien le dé mimos a Finn. Debería ser yo quien los haga sonreír, no él.

Muevo el vaso en mi mano y bebo un sorbo. Si hubiera sabido que iba a ser un imbécil, me habría esforzado mucho más por noquearlo. Aunque mi intención era tocar a los maniquíes que debía proteger, no a él.

No ha hecho más que meterse en mi camino y en su cabeza.

Él le dijo lo del tráfico. Es obvio, dada su reacción de hace unos días, pero ¿por qué? ¿Quién es él? ¿Y por qué Lana teme que lo hiera?

Les ordené que no la tocaran, mucho menos sin su consentimiento. Ella no quería el beso. Quería alejarse. Se quedó helada y con los ojos abiertos. Ella nunca besa con los ojos abiertos; adora ser besada y disfrutarlo. El hijo de puta es un imbécil que no entiende las señales o no le importó su incomodidad. Si ese imbécil no está muerto es porque ella me lo ha pedido, pero en cuanto descubra algo que Lana no pueda defender, le meteré una bala en la cabeza.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora