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No sé cuánto ha pasado desde la pérdida de mi bebé

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No sé cuánto ha pasado desde la pérdida de mi bebé. Trajeron un doctor para examinarme y les dijo que todo estaría bien mientras me dejaran en reposo una semana.

No lo hicieron.

Encontraron otras formas para entretenerse con mi cuerpo mientras yo lloraba la pérdida de un bebé que ni siquiera sabía que tenía hasta que me lo quitaron.

Ahora me arrastran fuera de la habitación. Estoy atada de brazos. En los pasillos hay niñas llorando, hombres dándome la espalda o mirándome como animales hambrientos.

«Asco. Asco. Asco. Asco. Asco».

Cierro los ojos hasta que nos detenemos. Me tienen contra una pared en una habitación iluminada por luces rojas. Hay adolescentes y mujeres jóvenes en el centro, en una fila, mientras los hombres que se apoyan en las paredes las miran.

No hay señales de Declan.

¿Me quieren vender otra vez? ¿Por eso me trajeron aquí?

Alguien me jala del cabello para forzarme a levantar la vista. Declan tiene una sonrisa aterradora en su rostro.

—¿Extrañabas esto, püppchen?

El apodo de mi padre en sus labios me da ganas de vomitar.

Los hombres arrastran hacia la pared a las chicas que hayan llamado su atención. Las dejan arrodilladas frente a ellos. Las que sobran quedan apoyadas en la pared.

Después, es el turno de las niñas.

A cada una las golpean cuando lloran, hasta que llega un punto que solo tiemblan en el lugar. Salvo por una, que se la llevan a una habitación donde los gritos y el llanto se hacen cada vez más fuerte.

Cada hombre elige a una niña luego de revisarlas y se las llevan fuera.

Diez niñas. Diez vidas que probablemente no pasen de esta noche.

Me jalan del cabello hasta el centro de la habitación. Caigo y estampo el rostro contra el piso de cerámica.

Un hombre se acerca a mí. Declan se pone al frente, mirándome.

Yo no me muevo, no soy capaz de hacerlo, y no es porque me tengan atada.

—Ellas son nuevas, Lana —explica Declan—. Dales el ejemplo de cómo tomar a sus compradores. —Se agacha y me agarra la cara—. Es Navidad,nadie quiere pasar las fechas sin algo de entretención.

Se me llenan los ojos de lágrimas. Estas chicas deben tener menos de veinte, son unas niñas. El ejemplo que deberían seguir es que se levanten y se abalancen contra ellos... Pero llevo tantos días aquí, alimentándome con lo mínimo, perdiendo sangre y apenas hidratándome que no tengo fuerzas para alejarlos de mí. No sé si ellas estarán en iguales o peores condiciones que yo y, si lo están, ni las quince podrán lanzarse sobre ellos y derribarlos. Si lo intentamos, nos usarán hasta la muerte. O nos torturarán sin piedad.

Mueven mi cuerpo, acomodándolo para el hombre que se posiciona detrás de mí. Hago contacto visual con una de las chicas a las que no compraron, pero cierro los ojos de inmediato. No puedo ver sus rostros aterrados y llenos de lástima mientras me usan de formas inimaginables para ellas.

Dante no vendrá. Perdí a nuestros hijos. Finn probablemente está muerto o morirá pronto. Me duele el pecho, solo de pensar en eso. Deberíamos estar pasando la Navidad los tres juntos, yo podría darle la noticia de que será papá otra vez...

Ahora no sé en qué situación están ambos y es todo por mi culpa.

Ni siquiera sé si Dante está vivo.

No sé nada.

«Asco. Asco. Asco. Asco. Asco».

Pasan unos minutos donde intento ahogar mi llanto, y pienso en todo lo que podría haber hecho hoy.

Es Navidad. Podría haber ayudado a Greta a hacer una cena navideña con el libro de recetas que Javier me regaló. Quizás Dante se nos habría unido; cuando vivimos juntos, él era el encargado de la cocina y todo lo que hacía era exquisito. Quizás, luego de unos minutos de jugar entre nosotros, me habría llevado a la habitación y me habría hecho el amor. Finn podría abrir sus regalos mañana por la mañana.

No sé si Dante está de acuerdo con decirle que Santa existe, espero que sí. A mí no me lo enseñaron, pero vi algunas películas donde los niños esperaban ansiosos a que él llegara con regalos. Quiero que Finn sea uno de esos niños felices.

Podríamos haber adornado el árbol, podría haber acompañado a Dante a comprarle regalos por montón. Le habría comprado algo a él, aunque me habría dicho que conmigo lo tenía todo. Le habría comprado algo a Greta, aunque no sabría qué. Incluso, si Javier no pasaba las fiestas en familia, nos podría haber ayudado a decorar la casa, a cocinar...

Pero estoy aquí y perdí cualquier oportunidad de hacer eso con mi familia... Por no creerle a la única persona que ha hecho todo por mí.

¿Por qué le habría creído cuando toda mi familia me ha apuñalado por la espalda? Me arrepiento tanto de no haberlo escuchado, de no haberle dado una oportunidad para explicarse, pero no podía ver más allá de la muerte de mi mamá. Ella era solo una víctima más. Quería darle la vida que se merecía, lejos de la basura que era mi padre.

Quería que tuviera una oportunidad para ser feliz y ahora ni siquiera yo tengo eso.

Moriré aquí, sin saber si mi hijo está vivo o muerto, viviendo por una fantasía.

Otra vez.

Una mano se posa sobre la mía, dándome contención.

Abro los ojos. Una de las chicas más jóvenes me toma la mano con fuerza.

Eso es suficiente para llenarme de esperanza por unos segundos, hasta que un hombre la jala del cabello y la lleva a rastras a una habitación. Otro hombre los sigue.

Ella grita desesperada.

—Quiere usar sus manos, entonces lo hará con ganas —dice Declan, provocando un coro de risas masculinas.

Grito, suplico que se detengan, que solo me usen a mí, pero es inútil.

Declan se acerca a mí y, mientras uno de sus amigos sigue penetrándome, se agacha y me sonríe.

—Hagas lo que hagas, ragnetta, no podrás salvar a ninguna.

Me quedo sin aliento. No puede arruinar el apodo también.

—Por favor... Haré lo que sea. Llamaré a D-Dante, recordaré su n-número, pero por favor, solo úsenme a mí. D-dejen a las demás en paz. Por favor... Te... te pagaré lo que sea.

Se ríe y, cuando se pone de pie, me da una patada en el rostro.

No grito, pero el dolor punzante en la nariz me atonta.

Todo empieza a irse a negro, y lo último que siento, es al hombre palpitando dentro de mí.

Grita Por Mí (+21) [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora