El arte de amarte

Capítulo 11 "El partido"

Al día siguiente de mi osadía para ir a buscar a Zara, desperté ansioso, emocionado y realmente contento; saber que quizá iba a verla de nuevo mientras jugaba fútbol me tenía mucho más motivado que antes. Estuve esperando la hora para ir al parque y poder verla una sola vez más.

Mientras caminaba en dirección al parque, empecé a sentirme verdaderamente nervioso, no me había percatado de que haber invitado a Zara al partido provocaría murmullos y carrilla de mis amigos, sobretodo después de haber cometido el error de confundir el dibujo del paisaje que había hecho para entregar en la clase de arte, con el de la maravillosa y perfecta silueta de Zara y, aun más, después de que había puesto su nombre directamente en el dibujo.

Claro estaba que algo iba a suceder este día, pero no sabía que, podía ser que mis amigos me pusieran en ridículo frente a Zara o que Zara provocara que yo sólo me pusiera en ridículo, pero, debo aceptar que ella hacía que dentro de mi cuerpo, hasta la última célula viva o muerta se despertara.

No podía negar que mi corazón bombeaba con rapidez al verla, que mis piernas temblaban, que mi cara sonreía y que mi estómago tenía una revolución por dentro cada que la sentía cerca. Estaba fascinado por ella, por su perfección ante mis ojos y su seguridad para demostrar que era una mujer única.

Pasaron un par de horas, ya había pasado la mitad del partido cuando la vi llegar junto con una de sus amigas. Inmediatamente corrí para ir a saludarla y ella, adivinando mi intención se separó de su amiga para alcanzarme.

-¡Zara! ¡Llegaste!

-Hola, si... Aquí estoy un poco tarde por lo que veo.

- Ah... No hay problema, lo bueno es que estas aquí.

-Yo... No sabía si te molestaría que invitara a mi amiga pero me tomé la libertad de hacerlo porque ella fue a mi casa a hacer una tarea y...

-No te preocupes, al contrario. Es bueno que vengas con compañía para que no te aburras.

-Jeje.. Lo se... Pues supongo que debes regresar al juego, yo estaré por allá.

-Excelente.

En cuanto regresé a donde estaban mis amigos, las preguntas no pararon de llegar, pero ya no me importaba, me sentía especialmente motivado para jugar. Incluso, anoté el gol del triunfo, mis amigos me felicitaron pero nada me puso más feliz que ver la reacción tan efusiva de Zara al festejar mi gol... A ella parecía gustarle el fútbol.... ¿Es que no podía ser menos perfecta?