Cap 37 "El beso"

85 6 2
                                    

Aquel precioso momento lleno de dulzura y de inocencia poco a poco se llenó de pasión, nuestros labios se reconocieron por vez primera en un beso encendido que nos ayudó a confesar lo que sentíamos el uno por el otro sin necesidad de tener que usar más palabras de las ya dichas, podía sentir sus labios apretarse a los míos al mismo tiempo que su cuerpo se pegaba al mío; con delicadeza puse mis manos en su pequeña y frágil cintura y, ella colocó sus manos detrás de mi cuello de tal manera que logramos intensificar el beso unos pocos segundos más, dejándonos llevar por el fervoroso sentimiento de amor que sentíamos por el otro.

Con ese acto de atrevimiento de Zara, me percaté de que no habían sido imaginaciones mías y que todo este tiempo yo había estado viviendo en el martirio sin necesidad de haber estado en él. Porque Zara acababa de demostrarme que nuestra cercanía como amigos y la atracción que había entre nosotros era en realidad de amor pleno y sincero. En ese preciso momento supe que ella también me amaba y ni siquiera lo tuvo que decir, me sentía por fin liberado de una carga tan pesada como lo era el amor que se cree que no es correspondido.

Unos instantes después nos separamos y nos quedamos mirando fijamente al otro, ella me observaba con los ojos llenos de lágrimas, las cuáles se derramaban por sus hermosas y coloradas mejillas, mismas que me apresuré a limpiar con mis manos para evitar que fueran a arruinar su perfecto maquillaje. Ella sonrió con el roce de mis manos en sus mejillas y a mi, eso me hizo sentir una especie de toque eléctrico que me obligó a sonreír de igual forma.

Cuando por fin nos decidimos a separarnos unos centímetros, tomé su mano y poco a poco la guié hasta la mesa que estaba preparada con anticipación, tomé su silla por el respaldo y la moví para ofrecerle tomar asiento. Ella siguió mi juego y tomó asiento en esa silla, yo hice lo mismo después en la silla frente a ella e instantes más tarde ya nos encontrábamos levantando la tapa de los platos que ya habían sido servidos y que, a pesar de ello, seguían calientes. Tan solo ver el contenido de su plato hizo que ella sonriera de nueva cuenta y eso a mi, me fascinó.

-¿Tu hiciste todo esto por mi?

-Ahmm... bueno...no exactamente...

-¿Ah no?

-Tuve ayuda de Noemí y de Vania... porque la verdad no tenía idea de qué hacer para sorprenderte y deseaba hacerlo.

-Tus palabras, tu mirada y tu compañía me son suficientes para sorprenderme día con día....

-ooooh... ¡Zara! .......nooo!!! me sonrojas!!

-jajajaja! es culpa tuya por ponerme cursi... aunque de hecho... estoy un poco confundida, Oli.

-¿Confundida? ¿Porqué? ¿Qué pasa?

-Dijiste que me amas, y yo te demostré que también te amo con un beso que me respondiste pero... ¿Eso nos convierte en novios?

-mmm, no lo se... puede ser que eso no... pero... ¿Qué te parece si lees la tarjeta que te puse en las flores?

- AWWWWWWW!!! Oliver!!!! es un dibujo de nosotros en... en...

-Si, en el Starbucks... en aquella, nuestra primera cita... ¿Ya leíste lo que dice la tarjeta?

- SI SI SI SI SI!!! MIL VECES SIIIII QUIERO SER TU NOVIA!!!!

-Ja ja ja ja! ay nena, no sabes cuán feliz me haz hecho en unos pocos minutos!

Un par de horas más tarde, nos dirigimos a su casa caminando uno al lado del otro tomados de la mano, ella sonreía y yo sonreía aún más. No sólo tenía una hermosa chica a mi lado, esa hermosa chica era MI NOVIA! en ese momento ya era MI NOVIA! Tan pronto como llegamos a su casa, la idea de separarnos nos entristeció, no queríamos soltar nuestras manos, pero debíamos hacerlo. Podríamos continuar nuestra noche platicando por whatsapp una vez que llegara a mi casa, aunque no sería lo mismo y ella lo sabía, así que me tomó por sorpresa y me abrazó, la rodeé yo con mis brazos enseguida para responder a su abrazo, permanecimos unos segundos más abrazados el uno del otro hasta que ella se decidió a soltarme porque yo no la quería dejar ir.

Ambos sonreímos al ver la torpeza de nuestras actuaciones, parecíamos los típicos tontos enamorados y acaramelados de las películas cursis y románticas y, sin embargo, esta vez no me molestó que lo fuéramos. Nos miramos mutuamente antes de que ella me sorprendiera de nueva cuenta robándome un último beso de despedida y diciendo en mi oído las palabras "TE AMO" poco antes de correr hasta su casa como una tierna e inocente niña traviesa. No pude contener la risa después de aquel acto suyo. Regresé esa noche a mi casa plenamente seguro de que, me amaba y que yo la amaba, pero sobre todo, seguro de que aquella noche, ¡Jamás la iba a olvidar!


El arte de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora