Sus ojos.

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Sus ojos, son las ventanas otro mundo, que hipnotiza a un enfermo mental.
Narra Jeff.

Pasaron las horas, las semanas, los días, los meses y ella a uno despertaba, los doctores dijeron que estaban un coma, por toda la perdida de sangre que sufrió y las alteraciones a su cuerpo debido a tantos golpes. Me siento tan preocupado por ella, es como si la mujer que estuvieran coma, fuera mi madre. Aunque es algo contradictorio... yo la maté.

Hace unos pocos meses, el doctor que atendía la chica, sale para avisarme y decirme que ya despertó pero que aún está muy grave. La falsedad en su voz, fue tan irritante que me dieron ganas de degollarlo, de destriparlo y colgarlo frente a la puerta del hospital.

Flashback.
-¿ya puedo pasar a verla?-  comente serio.

-si, si puedes. Pero trata de no cansarla mucho, porque aún está muy débil. Eemm por cierto ¿Usted de su pariente?- dice con vos falsa y con una sonrisa pintada en su rostro de mala gana niego con mi cabeza. -¿ conoces a sus familiares a los cuales podemos llamar?- va hacer algo muy complicado llamarlos, ya que están muertos. Niego con la cabeza.

-no.- contestó secamente, para comenzar a caminar a la habitación e ignorarlo.

-¿aunque sea sabe como se llama? Necesitamos su nombre.-

Bueno dadas las circunstancias en las que estaba la chica, dudo demasiado en que tenga algún hombre. Así que mejor que invente uno.

-Artemis, se llama Artemis.- digo recordando que la encontré de noche. - Artemis Woods.- completo con el apellido, más bien mi apellido. Ya qué el momento no se me ocurría ningún otro.

-bien, ya puede pasar a verla.-

Lentamente doy la vuelta y camino paso apresurado, deambulando por los pasillos del hospital,  al llegar frente a la puerta siento como mis manos sudan de lo  nervioso que estoy.

¿ desde cuándo carajo, siento nervios?

Giró lentamente la perilla para abrir la puerta, encontrándome con ella sentada en la cama completamente atenta, mirando mi posición actual.

Camino lentamente a ella, sin despegar la mirada de su rostro. Me siento a su lado en la cama. Siento un extraño calor reconfortante, cuando nuestras miradas se conectan. Ella lentamente levanta su brazo y con la punta de sus dedos acaricia la sonrisa que está dibujada en mi rostro. Sin poder evitarlo por más tiempo me acerco lo suficientemente a ella, como para respirar, su oxígeno. De cerca miro sus ojos, son tan azules como el mar, tan hermosos que hipnotizan.

Y sus labios, son tan rosado se ven tan  suaves y dulces.  Completamente extasiado por sus labios me tomo el atrevimiento de unir mis labios, con los de ella.

Y si, son muy suaves y tan dulces como se ven, son tan adictivos como cualquier  droga. Me separo lo suficiente, para ver su rostro y sus labios ella me sonríe, de una forma tan hermosa que hace que yo le devuelva la sonrisa, mientras acaricio su barbilla con mi dedo pulgar.

-cuando salgas de este lugar, vendrás conmigo a vivir una eternidad.- dije muy cerca de ella rozando sus labios en cada palabra.

No te librarás tan fácil de mí.

Narra Artemis.

Ya pasaron unas cuantas horas, desde que me dieron el alta del hospital, aquel chico de cabello negro cuyo nombre aún no me lo dijo, no se separó de mí en ningún momento. No me molestó gracias a él pude ver lo que nunca pude ver, sentir lo que nunca pude sentir, oír lo que nunca pude oír, oler lo que nunca puede oler.

 Jeff The Killer  [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora