Viajar en ómnibus parada tenía su cierta complicación pero nada demasiado grave; viajar en ómnibus parada e intentando leer ya era más difícil. Ahora, viajar en ómnibus, parada y leyendo un libro que te tiene tan totalmente atrapada que ni te enteras de lo que esta pasando a tu alrededor, eso si que es un reto, pero francamente, la historia estaba tan buena que no me importaba. El bamboleo del viaje había empeorado al agarrar la avenida con baches que me indicaba que nos estábamos acercando a mi casa, pero estaba bastante segura de que todavía podía robar unas palabras más antes de bajar.
Si puede que fuera un poco obsesiva, pero lo siento, cuando se trata de mis libros me encierro en mi mundo, así que me vi totalmente sorprendida cuando el ómnibus frenó de golpe e irremediablemente caí contra el muchacho que venía viajando a mi lado y me salvó de un buen porrazo.
- Lo siento - fue lo primero que le dije apenas recupere un poco de mi estabilidad - venía en otra, discúlpame.
- No es nada - me contestó devolviendome mi libro - aunque podrías elegir mejores libros para ir distraída - me contestó con una risita.
Subí la vista echando chispas mientras abrazaba mi libro de mitología griega preparada para una discusión, pero todas las palabras se me fueron de la mente al ver al chico que me había "salvado" de mi caída. Decir que era lindo no le llegaba ni a los pies, no no no, este chico era la clase de chico que ves en la tele y aprendes que no existen en la vida real. Yo no era demasiado alta, pero con mi poco más de metro sesenta apenas llegaba a la altura de sus hombros; tenía ese tipo de complexión atlética pero sin ser una bola de músculos, los brazos marcados y estilizados, los hombros anchos y aunque no tenía forma de asegurarlo apuesto a que debajo de su camiseta se escondía un buen juego de abdominales marcados. Subí mi vista a su rostro, intentando recuperar el habla en vano. Tenía en cabello rubio y ondulado, apenas cayendo sobre su frente; cejas marcadas y una nariz recta hacían juego con una linda boca de labios gruesos que me sonreía enseñando sus dientes blancos. Por si fuera poco tenía ojos de un azul surreal, fuerte y luminoso, con pequeñas vetas de gris casi como si fuera mármol, eran ojos de mirada fuerte, segura. Y aunque siempre me había inclinado más por los ojos verdes no pude evitar quedarme sin aliento frente a esos ojos, rematados por una fila de largas pestañas.
El chico me miraba con una amplia sonrisa y ojos brillantes, casi curiosos. Era atractivo, muy atractivo, eso era innegable me dije, pero nada le daba derecho a criticar mi lectura. Con una sacudida de cabeza recupere un poco de auto control, por lo menos el suficiente para decir algo.
- ¿Y que lectura suguerirías tu en lugar de mitología? - le inquirí con enfado - no te veo como alguien muy aficionado a la lectura.
- No me malentiendas, los dioses griegos tienen su encanto, pero después de un tiempo son simplemente pesados. Y no me juzgues por la portada pequeña, no soy lo que parezco ser - me contesto acercandose lentamente, invadiendo mi espacio personal.
- Cada uno tiene derecho a su opinión - le conteste haciendole frente cuando no podía dejar de sentir cosquilleos que me impulsaban a separarme. Aleje los ojos un momento para mirar por la ventana, ya tenía que bajarme y alejarme de él, aunque había una parte de mi que no tenía la más mínima gana de hacerlo, más allá de que hubiese criticado a una de mis pasiones. - Chau.
Me di vuelta con toda la dignidad que pude y salté del ómnibus cuando todavía se movía, era una pequeña costumbre que me había arreglado, una mínima dosis de adrenalina diaria. A paso rápido enfile para mi casa sin mirar atrás, aunque había una parte mía que se moría por hacerlo,para saber si él me miraba, si alguna ínfima parte suya, sentía el cosquilleo que yo sentía ahora. Lo más probable era que no, ese chico debía pasarse su vida encantando a cualquiera del sexo femenino que lo mirase, y yo, bueno, yo era yo.
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En el amor y la guerra, todo se vale
FantasyCon 18 años todavía no me siento un adulto, pero definitivamente no soy ni una niña ni una adolescente desquiciada, aunque probablemente todavía tengo un poco de la ultima viviendo en mi. La mayor parte de mis preocupaciones se centran en el estudio...