69º

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Con las capuchas tapando nuestros rostros estábamos atravesando velozmente las callejuelas de Venecia, pasando uno a uno por estrechos pasadizos y bordeando cuidadosamente los canales con cuidado de no terminar en el agua. La noche había caído desde ya hacía rato y la escasa luz de los callejones más pequeños nos daban la perfecta cobertura como para pasar desapercibidos. Aunque eramos conscientes de que éramos un grupo de guerreros altamente preparado era imposible no sentir cierto nerviosismo al atravesar las calles de una ciudad desconocida y con tanta magia como Venecia; la energía que nos había rodeado apenas bajar del tren aunque no era tan abrumadora como la de las líneas en Roma definitivamente se sentía más salvaje y casi impredecible. A medida cruzábamos los angostos puentes no podía evitar fijar mi mirada en el agua, tan verde que apenas podías ver unos pocos centímetros por debajo de la superficie, aunque podía jurar que un par de veces había visto cosas moverse por debajo de ella, como enormes colas, que me recordaron a la sirena que me había advertido del peligro aquella vez.

A mi lado iban Harael y Luz, ambos totalmente serios y vigilantes, más adelante Enzo y Samuel cuidando la delantera y el resto detrás, vigilando que no estuviéramos siendo seguidos. Aún no había tenido la oportunidad de tener una conversación con Enzo cosa que me preocupaba bastante, sabía que de alguna forma los dos lo habíamos estado evitando porque sabíamos que era inevitable hablar de Eric y eso era algo que no queríamos hacer, como si discutir sobre ello solo lo hiciera más real, y más terrible. Deberíamos estar yendo con la cabeza lo más limpia posible, pero creo que no había forma de alejarlo de nuestras mentes. Ya aproximándonos a la zona del ponte Rialto las calles se agrandaban y se volvía más difícil mantenerse mantenerse en las sombras, pero como ya lo habíamos previsto rápidamente pasamos a reír a carcajadas y avanzar a tropezones por la acera; sabíamos que era imposible evitar todas las zonas iluminadas a lo largo del camino, por lo cual habíamos decidido que cuando tuviéramos que hacerlo íbamos a mantener la fachada de un grupo de jóvenes turistas divirtiéndose despreocupadamente.

Pasando un brazo con mis hombros sentí como Harael pegaba su cuerpo contra mi, soltando una carcajada. Era casi escalofriante la forma en que tan rápidamente conseguían entrar en un papel, por unos momentos ser otra persona completamente distinta con la facilidad con la que se cambia una máscara, aún era algo que estaba perfeccionando, y realmente agradecía que el rubio me hubiera arrastrado a su lado, alejando la atención de mi en caso que alguien pudiera ver lo tensa que en realidad me encontraba. Sentía como suavemente apoyaba su costado en el mio, de repente sintiendo claramente los dos cuchillos que estaban cuidadosamente acomodados en una perchera y los otros dos que se encontraban en mis botas, además de unas cortas dagas escondidas en la cinturilla de mis vaqueros; no estábamos indefensos pero a su vez sentía que deberíamos haber llevado algo más. El rubio enredo cuidadosamente sus dedos con los míos, en la mano en que tenía aún puesto el anillo de mi madre, la única cosa que me hacía sentir algo de calma, me había ayudado con Prometeo y de alguna forma sabía que si me encontraba en un apuro iba a ayudarme, simplemente lo sentía.

La forma en que los dedos de Harael se enlazaban con los míos comenzó a llenarme de calor, además de unos suaves cosquilleos como ondas, bailando desde donde nuestras pieles se tocaban al resto del brazo, haciéndome saltar. Continúa actuando normal pequeña, pude escuchar en mi mente tan claro en mi mente como si el rubio estuviera susurrando en mi oído aunque se encontraba riendo a carcajadas con Seth, sorprendiéndome tanto que no pude evitar tropezar de la impresión y casi irme de cara lleno al piso. Elegante, sobre todo la parte de seguir actuando normal, escuche nuevamente y ahora con un cierto timbre de burla en su voz.¿Qué carajos se supone que estas haciendo? no pude evitar chillar en mi mente, recibiendo un suave apretón de sus dedos, las ondas que atravesaban mi piel tomando un ritmo estable, como si fuera una señal estabilizándose. Muy bien, es increíble lo rápidamente que le tomas la mano a estas cosas, sentí como enviaba hacia mi, apretando su agarre sobre mis hombros a medida que la gente a nuestro al rededor aumentaba y nos acercábamos al puente. Necesito saber que sin importar que vas a asegurarte de que consigan el arma, susurré mentalmente aprovechando el pequeño momento de privacidad que compartíamos ahora, la voz en mi mente me había dejado inquieta y tenía miedo de que algo terrible fuera a ocurrir esta noche, y no pensaba permitir que nada se interpusiera en la salvación de Eric. Catharina... Sentí su voz susurrante y como su cuerpo se apretaba al rededor del mío, como si supiera lo que estaba pensando. Nada puede evitar que alguien salga de allí con el arma, en serio Harael, prometelo, retruque mirándole a los ojos aprovechando a que dábamos vuelta a una esquina y fingía que me caía sobre su pecho con una risita. Alargando el momento un par de segundos más de lo necesario el rubio me perforó con su mirada, y sentía que se aguantaba de la misma forma en que Prometeo lo había hecho más temprano. Esta bien, lo prometo, escuché y sentí el alivio recorrerme como una oleada de agua fresca. Gracias, le envié de vuelta, deshaciendo con cuidado el contacto entre nuestros dedos y apurando el paso.

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora