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     No podía sacar mis ojos de los de Bastian,pero por más que no me molestara lo más mínimo quedarme así una tos falsa por parte de Enzo pareció devolvernos a la realidad del gimnasio, y a que nuevamente tenía varios pares de ojos sobre mi. Bastian se puso rápidamente de pie y me estaba extendiendo una mano para ayudarme a mi misma a pararme cuando alguien vino corriendo desde el otro lado del gimnasio y se le tiro literalmente encima, envolviendo sus piernas en las caderas del muchacho y atacando sus labios con fiereza.

      Me quede congelada un par de segundos en mi lugar, absorbiendo la imagen de Katia con sus malditas piernas largas alrededor de Bastian, quien tenía sus manos en la cintura de ella mientras se besaban. Enzo me ayudó a levantarme rápidamente mientras yo sentía que esa pequeña parte dentro de mi que se había alegrado de verlo ahora se retorcía de una forma que no creía posible. Luego de un par de segundos más que se me hicieron eternos Katia deshizo el nudo que tenía con su malditamente perfecto cuerpo al rededor de Bastian para mirarme con suficiencia parada a su lado. No esperaba una explicación ni mucho menos una justificación, pero podía ver en los ojos de Bastian que había a algo que quería decir, aunque no encontraba la forma de hacerlo. 

     - Hay que seguir el entrenamiento - dije como en general y volví a trotar con Enzo a mi lado. 

     El resto de la clase transcurrió sin mayores incidentes y me concentre en el ardor de los músculos, en lograr completar todas las series que marcaba Ian. Me sentía tonta por mi dolor, tonta por haberme permitido esa pequeña ilusión, solo porque él me había salvado una vez; probablemente no era ni la primera ni la última chica a la que había salvado, ni nada diferente, pero él había estado para mi en un momento duro, y no podía evitar que eso dejara marca en mi. Un cambio en la clase me sacó de mi ensimismamiento, Ian estaba agrupando varias colchonetas en el centro del salón, donde ya se estaban juntando algunas parejas mientras que los demás se sentaban estirando al rededor de ellas. Me apresure a tomar un lugar en el suelo mientras aflojaba los doloridos músculos de mis piernas y por suerte Sele no tardó en ponerse a mi lado. Enzo, Luz y Katia se encontraban en el pequeño grupo de estudiantes que estaban aún parados.

     - ¿Qué tal el ejercicio? -  me pregunto Sele mientras estiraba imposiblemente sus piernas, estaba segura de que si yo intentaba hacer lo mismo terminaría por romperme.

     - Por ahora bien, aunque no creo que mañana opine lo mismo - le conteste riendo.- ¿Qué se supone que hacen allí parados?

     - Van a hacer alguna demostración de pelea, es costumbre de Ian empezar las clases así, para que podamos ir viendo y aprendiendo de los movimientos de los demás.

     Asentí mirando nuevamente al grupito que tenía frente con nuevos ojos, todos parecían estar en excelente forma, pero también el resto de las personas en este lugar, así que eso no era demasiado significativo. Mientras todos seguíamos estirando Ian habló con los muchachos y en unos minutos comenzaron los enfrentamientos, justo al mismo momento en el que Bastian se sentaba a mi lado sin decir una palabra. Primero se enfrentaron un chico y una chica que no conocía, fue una pelea bastante balanceada, se notaba que ambos eran muy buenos, aunque finalmente él terminó por ganar. Así continuó durante un buen rato, para mi dolor Katia ganó su pelea contra un chico moreno y alto, se veía claramente como la estrategia había dominado sobre la fuerza. Enzo fue de los últimos en pelear, fue contra uno de los chicos que se me había quedado viendo hoy al salir del vestuario, y probablemente se le hinchó bastante el orgullo cuando consiguió vencerlo sin mucho problema; y bueno, yo no podía evitar sentirme feliz por mi hermano, era una sensación nueva pero hermosa. 

     Ian dio la clase por terminada luego de discutir un poco las fortalezas y debilidades de cada pelea. Con Sele habíamos discutido los últimos detalles para el viaje de compras del día siguiente y Enzo me había dado un beso en la mejilla antes de irse al apartamento, con la promesa de ver alguna película luego en la noche. Me quede haciendo tiempo mientras todos salían lentamente del salón, pero sentía claramente un par de ojos en mi, que no tenían demasiadas intensiones de dejar el lugar. 

En el amor y la guerra, todo se valeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora